El siglo veintiuno se ha caracterizado, además de la posmodernidad, por un notorio y preocupante avance de movimientos conservadores, nacionalistas y autoritarios. Un ejemplo de ello es el fortalecimiento de los autócratas posmodernos, como el neo emperador chino y el neo zar ruso además de otros especímenes en diversas regiones mundiales.
Xi Jinping en el mes pasado logró que la Asamblea Nacional Popular le aprobara la reelección indefinida como presidente de la República Popular China. El mandatario chino de 64 años bien podría de esta forma superar los 27 años en que estuvo en el poder Mao Zedong.
Rechazado siete veces para ingresar al Partido Comunista chino, debido a que su padre como viceministro había sido purgado por la dirigencia, Xi Jinping logró pertenecer al mismo en 1974 y desde entonces realizó una exitosa carrera que lo llevó a la secretaría general en el 2012 y a ser designado presidente en el 2013.
Con el cambio constitucional de la asamblea nacional se canceló el impedimento de que el presidente sólo se podría reelegir una sola vez. Deng-Xiaoping, el reformista que impulsó a su país en los setenta para que se convirtiera en la segunda economía mundial, había implantado el anterior obstáculo legal para evitar que algún mandatario se perpetuara en el poder.
El domingo 15 también del pasado mes de marzo Vladimir Putin logró reelegirse por tercera vez para gobernar Rusia hasta el año 2024. Se convertirá así en el personaje que durará más en la presidencia desde la caída de la URSS.
Putin a sus 65 años se encuentra en buena condición física y podría también caer en la tentación de suprimir la prohibición de una reelección indefinida para continuar en el poder hasta su muerte, como Xi Jinping.
Este neo zar ruso obtuvo la presidencia en el 2000, por lo que ha controlado el gobierno en este siglo con un estilo autoritario y poco democrático. Para lograr vencer en las recientes elecciones inhabilitó a su principal rival y propició que sus contrincantes fueran inofensivos, por lo que logró el 76 por ciento de los votos.
La tendencia posmoderna de relegar el poder en una sola persona con la creencia de que resolverá todos los problemas está minando las democracias liberales y creando un riesgoso clima de posibles confrontaciones bélicas.
Otro aspirante a ser un autócrata, Donald Trump, con sus políticas proteccionistas está provocando una guerra comercial además de propiciar el surgimiento de una nueva Guerra Fría. La expulsión de 60 diplomáticos rusos de Estados Unidos fue contestada por el zar Putin con el mismo trato a otros tantos diplomáticos estadounidenses y el cierre del consulado en San Petersburgo, ciudad natal de Putin.
Los autócratas pueden ofrecer soluciones a corto plazo pero a mediano y largo plazo han sido desastrosos para sus naciones, como lo prueba una simple revisión histórica. Lo deseable es que este mal ejemplo no se intente reproducir en Latinoamérica y mucho menos en nuestro país.