Estimados amigos en el vino, hoy les quiero contar sobre dos cosas, lo que son los cristales en el vino, y lo que uno guarda en su refrigerador emocional.
Si usted ve residuos en su botella de vino, no recele, son cristales de ácido tartárico. ¿Se acuerda de su clase de química?, bueno, yo tampoco, de hecho, en esa clase sacaba mi libro de poemas, me sumía en la butaca y leía El Seminarista de los Ojos Negros, para deleitarme con aquella frase: “Yo no quiero ser monje, no quiero serlo, si no soy tuyo, me muero”, y pues, sí se muere. Me gustaba leer, y ahora escribir, sobre amores contrariados, tengo la impresión de que fui la primera de la fila cuando Dios repartió las emociones y hasta debí haberle dicho: sí, ándale pues, échamelas todas.
Los cristales se forman porque metemos nuestros vinos a temperaturas muy frías, como la relación cuando entra en destemplanzas, si usted se ha enamorado sabe de esto, pero en cuestión de vinos también sucede porque los vinos tintos deben enfriarse a 14 y 18, los rosé y blancos a 7 a 12 grados centígrados, si los deja mucho tiempo el choque de la temperatura del refri, que es de 5 grados, puede crearles cristales o espinas en el alma.
En mi caso, me arriesgo con nuestro vino blanco, de uva Chenin blanc, semidulce, y lo enfrío hasta 5 grados antes de servirlo, cosa que enaltece y da frescura a los cítricos que se le perciben y lo deja muy deleitable. Lo bauticé con el nombre de Becker como el poeta alemán que escribió la famosa poesía que nos enseñaron en la primaria y que dice: volverán las oscuras golondrinas volverán sus nidos a formar, pero aquellas que aprendieron nuestros nombres: esas no volverán.
Y qué bueno que no vuelvan, digo en el caso de un mal amor.
Los cristales se forman cuando el ácido tartárico, natural en las uvas, se une al sodio o potasio muy alto, y además se produce una baja en la temperatura, sucede en los vinos que no se estabilizan; como wine maker ya me pasó, pero nada tiene que ver con el estado del vino, ni con la calidad. La forma natural de estabilizar los vinos es metiéndolos a barrica, pero también podemos agregar estabilizantes.
Por eso le digo que los cristales en su botella no son malos, pero el amor en frío sí, porque las relaciones humanas son como el vino: se echan a perder si las mete al congelador. Muy de vez en cuando me identifico con estos aparatos: sé muy bien lo que es llevar frío por dentro. ¿Y usted?
Pero además le tengo la solución: una cena con vino, una plática interesante, algunos me gustas, derriten cualquier hielo. Sígame en Face como Vínicola Diez González, platíqueme del vino que le gusta y de cómo descongela las cosas que guarda en su refri.
Miembro AECHI