/ domingo 7 de julio de 2024

Los retos en materia ambiental para el próximo gobierno. Parte II.

Con la adhesión de México al Acuerdo de París en 2015 se asumieron varios compromisos en la lucha contra el cambio climático, uno de los cuales es lograr tasa cero de deforestación, es decir, compensar las pérdidas de superficie de vegetación forestal, con una recuperación igual.

El cumplimiento de los acuerdos adoptados por los países firmantes del Acuerdo de París, el cual ya ha sido ratificado por 195 países, implica el compromiso de presentar informes periódicos sobre las medidas adoptadas y los resultados obtenidos en la reducción efectiva de las emisiones de gases de efecto invernadero. A este instrumento se le denominó “Informe sobre contribuciones determinadas a nivel nacional” (NDC, por sus siglas en inglés) y dichos informes deberán ser presentados cada cinco años. De manera clara, el acuerdo se basa en un sólido sistema de transparencia y contabilidad para proporcionar claridad sobre las medidas y el apoyo de las partes y exige que la información presentada por cada parte se someta a un examen internacional de expertos técnicos.

En materia de alcanzar la tasa cero de deforestación, nuestro país se comprometió a lograrlo para el año 2030. Como parte de ello, se están realizando actualmente por parte de la Conafor evaluaciones anuales para determinar las superficies de terrenos forestales que hayan sido deforestados para cambiar de forma permanente a otros usos de suelo. Estos estudios se realizan con una nueva metodología de cálculo que compila información de sitios permanentes del inventario nacional forestal y de suelos, imágenes satelitales de alta resolución y series temporales de tipos de uso del suelo y vegetación desarrolladas por el INEGI. Se considera que esta metodología cumple con las directrices emitidas en 2006 por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

Desafortunadamente, las cifras que estos estudios nos arrojan no son muy alentadoras. En el período de 2001 al 2022 se ha tenido una deforestación bruta promedio de 208,746 hectáreas por año. Incluso en el período más reciente de 2018 al 2022, el promedio fue de 188,297; eso nos indica que no se ha logrado contener la deforestación. De acuerdo con los informes presentados, de estos terrenos deforestados, el 74% se han convertido en pastizales, el 21% en tierras agrícolas, el 2.5% en otros usos, el 2.3% en asentamientos humanos y el 0.1% en humedales.

Es importante considerar, además, que en estas cifras de deforestación no se incluyen los terrenos afectados por incendios, plagas y enfermedades y tala clandestina, ya que estos terrenos no se han destinado a otros usos y en teoría se esperaría que se logren recuperar de forma natural o mediante acciones de reforestación. Sin embargo, no hay la certeza de que éstas se logren recuperar hasta alcanzar condiciones más o menos similares a las que originalmente tenían. La gran mayoría de éstas se convierten en lo que se denominan áreas forestales degradadas; y en este tema, en el Acuerdo de París se establecen también compromisos muy importantes, al señalar que “las partes deberían adoptar medidas para conservar y aumentar, según corresponda, los sumideros y depósitos de gases de efecto invernadero a que se hace referencia en el artículo 4, párrafo 1 d), de la Convención, incluidos los bosques”.

Como vemos, hay mucho trabajo por hacer y compromisos por cumplir en materia de conservación y restauración de nuestras áreas forestales. Difícilmente se tendrán los resultados que esperaríamos en los próximos años si no se definen nuevas políticas y estrategias, y si no se fortalecen y se asignan mayores recursos a las instituciones que tendrán esta importante responsabilidad en el próximo gobierno.

oestradam81@hotmail.com


Ingeniero Agrónomo. Consultor forestal

oestradam81@hotmail.com


Con la adhesión de México al Acuerdo de París en 2015 se asumieron varios compromisos en la lucha contra el cambio climático, uno de los cuales es lograr tasa cero de deforestación, es decir, compensar las pérdidas de superficie de vegetación forestal, con una recuperación igual.

El cumplimiento de los acuerdos adoptados por los países firmantes del Acuerdo de París, el cual ya ha sido ratificado por 195 países, implica el compromiso de presentar informes periódicos sobre las medidas adoptadas y los resultados obtenidos en la reducción efectiva de las emisiones de gases de efecto invernadero. A este instrumento se le denominó “Informe sobre contribuciones determinadas a nivel nacional” (NDC, por sus siglas en inglés) y dichos informes deberán ser presentados cada cinco años. De manera clara, el acuerdo se basa en un sólido sistema de transparencia y contabilidad para proporcionar claridad sobre las medidas y el apoyo de las partes y exige que la información presentada por cada parte se someta a un examen internacional de expertos técnicos.

En materia de alcanzar la tasa cero de deforestación, nuestro país se comprometió a lograrlo para el año 2030. Como parte de ello, se están realizando actualmente por parte de la Conafor evaluaciones anuales para determinar las superficies de terrenos forestales que hayan sido deforestados para cambiar de forma permanente a otros usos de suelo. Estos estudios se realizan con una nueva metodología de cálculo que compila información de sitios permanentes del inventario nacional forestal y de suelos, imágenes satelitales de alta resolución y series temporales de tipos de uso del suelo y vegetación desarrolladas por el INEGI. Se considera que esta metodología cumple con las directrices emitidas en 2006 por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

Desafortunadamente, las cifras que estos estudios nos arrojan no son muy alentadoras. En el período de 2001 al 2022 se ha tenido una deforestación bruta promedio de 208,746 hectáreas por año. Incluso en el período más reciente de 2018 al 2022, el promedio fue de 188,297; eso nos indica que no se ha logrado contener la deforestación. De acuerdo con los informes presentados, de estos terrenos deforestados, el 74% se han convertido en pastizales, el 21% en tierras agrícolas, el 2.5% en otros usos, el 2.3% en asentamientos humanos y el 0.1% en humedales.

Es importante considerar, además, que en estas cifras de deforestación no se incluyen los terrenos afectados por incendios, plagas y enfermedades y tala clandestina, ya que estos terrenos no se han destinado a otros usos y en teoría se esperaría que se logren recuperar de forma natural o mediante acciones de reforestación. Sin embargo, no hay la certeza de que éstas se logren recuperar hasta alcanzar condiciones más o menos similares a las que originalmente tenían. La gran mayoría de éstas se convierten en lo que se denominan áreas forestales degradadas; y en este tema, en el Acuerdo de París se establecen también compromisos muy importantes, al señalar que “las partes deberían adoptar medidas para conservar y aumentar, según corresponda, los sumideros y depósitos de gases de efecto invernadero a que se hace referencia en el artículo 4, párrafo 1 d), de la Convención, incluidos los bosques”.

Como vemos, hay mucho trabajo por hacer y compromisos por cumplir en materia de conservación y restauración de nuestras áreas forestales. Difícilmente se tendrán los resultados que esperaríamos en los próximos años si no se definen nuevas políticas y estrategias, y si no se fortalecen y se asignan mayores recursos a las instituciones que tendrán esta importante responsabilidad en el próximo gobierno.

oestradam81@hotmail.com


Ingeniero Agrónomo. Consultor forestal

oestradam81@hotmail.com