En varias ocasiones he escrito sobre la pérdida de identidad de los partidos y sus ideologías. Esto es algo natural en un mundo tan cambiante. Sin embargo, lo que resulta inaceptable es la hipocresía de criticar lo que hace el adversario y luego replicar esas mismas acciones. Un ejemplo claro de esto es el espinoso tema de los impuestos.
La teoría política clásica sostiene que la “izquierda” busca aumentar los impuestos para redistribuir la riqueza, mientras que la “derecha” procura reducirlos para dar más espacio al libre mercado y permitir que este aborde los problemas sociales. Otra teoría, aún vigente en el imaginario colectivo, es que el PAN sigue siendo el partido que representa a la derecha, y Morena, a la izquierda.
Chihuahua es uno de los cuatro estados donde el PAN aún gobierna. El Impuesto Sobre Nómina (ISN) es el gravamen más importante y uno de los pocos que recaudan directamente los gobiernos estatales. Lo menciono porque aquí, en el estado, este impuesto subirá el próximo año: aumentará un 1%, lo que representa un incremento de casi el 35%. Esto sucede en un momento crítico para la atracción de inversiones y el supuesto aprovechamiento del fenómeno del “nearshoring”. Evidentemente, este movimiento del gobierno estatal contradice cualquier estrategia económica lógica, especialmente en un contexto de incertidumbre económica, agravado por las amenazas con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Como era de esperarse, las estrategias de comunicación del gobierno buscarán minimizar los efectos de esta medida, pero la realidad es que representa un grave riesgo para la atracción y retención de empresas en el estado. Además, esta decisión no fue consensuada con el sector empresarial, que se siente traicionado.
Hace dos años, el gobierno estatal pactó con el empresariado subir el ISN un 1%, con el objetivo de destinar esos recursos al pago de la deuda estatal. Esta medida fue aceptada bajo la condición de que el impuesto se reduciría gradualmente, regresando del 4% al 3% en 2025. Sin embargo, el reciente paquete económico enviado al Congreso incluye la sorpresa de que el impuesto subirá de manera definitiva al 4%. Esto coloca a Chihuahua entre los estados con las tasas más altas del país, comprometiendo seriamente su competitividad.
Esta decisión contradice incluso la lógica política, considerando que Morena, a nivel nacional, se ha resistido a realizar una reforma fiscal integral, algo que resulta imprescindible pero que no se ha llevado a cabo. Aun con las súper mayorías que poseen.
Es inevitable que haya una reacción tanto de la ciudadanía como del sector empresarial. Me refiero especialmente a los pequeños empresarios y ciudadanos comunes, que no están involucrados en cámaras empresariales ni en la política, pero que sentirán directamente el impacto de pagar más impuestos por cada empleo generado. Además, la falta de un desarrollo tangible de infraestructura que mejore la calidad de vida o beneficie a las empresas acentúa el malestar.
Entonces, ¿quién es realmente la izquierda y quién la derecha? ¿Cómo se reconciliará el PAN con los empresarios, que históricamente han sido su principal base de apoyo? ¿Cómo justificará el gobierno estatal y el PAN este incremento en los impuestos? Sin duda, esta decisión representa un golpe severo para el panismo local del que difícilmente se recuperarán.