/ viernes 23 de agosto de 2024

Nos falta el mañana

Cada día se hace más palpable que lo que realmente cuenta en esta vida no es lo que materialmente obtenemos, sino cómo nos sentimos con lo que tenemos y qué aspiraciones marca nuestra alma. Si contamos o no, con alguna esperanza.


Si algo nos perturba y nos da miedo el día de hoy, es porque nos falta el mañana en nuestra alma. Si nos domina el miedo y la duda nos absorbe, y se apodera de nosotros la vanidad, no tenemos un mañana. El temor es aceptable. El terror no.


Actualmente vivimos una de las épocas más importantes en la historia de nuestro país. Las inquietudes, el ruido, los apuros, las muertes, las preocupaciones, la vanidad, la avaricia y la codicia que nos rodean no se refieren a un país que se autodestruye, sino a un mundo en un crisol, en un proceso de cambio dramático que lucha por tomar una forma, un rumbo más noble, espiritual y pacífico.


Nuestros brazos son suficientemente grandes para alcanzar el cielo, si solo nos tomamos la molestia de intentarlo; y para realizar dicho intento tenemos que llegar a la conclusión que la verdad forma parte de la felicidad y del éxito. El problema es que cuando la vemos, cerramos nuestros ojos o le damos la espalda.


Una verdad es que existen cosas inmutables en la vida, y las seguirá habiendo mientras la humanidad exista. No nos gustan las guerras, ni los robos, ni los abusos, ni la impunidad, pero las hubo y las seguirá teniendo la humanidad mientras exista. Desde el inicio de la civilización—si es que lo podemos llamar así, siempre habrá quien abuse de alguien más; quién desate el descontento, la codicia y las guerras, pero también habrá quien piense que sí habrá un mañana mejor y luche por corregir el rumbo de su sociedad. La historia así nos lo ha demostrado y han sido los que al final de cuentas nos heredan un mejor mañana.


Otra verdad es que la honestidad nunca muere. Los hombres tienen una conciencia de equidad, siendo esta la razón por la que las injusticias que vivimos no pueden ser eternas. La misma naturaleza nos demuestra que la fruta mala tiene que pudrirse y caer, como de hecho ya está sucediendo.


Así mismo, nuestra fe en el mañana, el contar con el mañana, nos da esperanzas para confiar en el progreso y la sanación de nuestra sociedad. La vida tiene su propio valor y el mundo del mañana será apto para todos; un buen lugar en el cual vivir.


“La esperanza es el sentimiento que se experimenta, cuando las cosas van mal, al tener un presentimiento o fe de que las cosas mejorarán o irán mejor, en un tiempo no determinado antes de que el acontecimiento ocurra”. Con la esperanza, nunca nos faltará el mañana.


Recordemos las palabras de Francois de La Rochefoucauld: “La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor”.


Licenciado en Administración de Empresas. Director de Reingeniería Humana.

mgongorah@hotmail.com



Cada día se hace más palpable que lo que realmente cuenta en esta vida no es lo que materialmente obtenemos, sino cómo nos sentimos con lo que tenemos y qué aspiraciones marca nuestra alma. Si contamos o no, con alguna esperanza.


Si algo nos perturba y nos da miedo el día de hoy, es porque nos falta el mañana en nuestra alma. Si nos domina el miedo y la duda nos absorbe, y se apodera de nosotros la vanidad, no tenemos un mañana. El temor es aceptable. El terror no.


Actualmente vivimos una de las épocas más importantes en la historia de nuestro país. Las inquietudes, el ruido, los apuros, las muertes, las preocupaciones, la vanidad, la avaricia y la codicia que nos rodean no se refieren a un país que se autodestruye, sino a un mundo en un crisol, en un proceso de cambio dramático que lucha por tomar una forma, un rumbo más noble, espiritual y pacífico.


Nuestros brazos son suficientemente grandes para alcanzar el cielo, si solo nos tomamos la molestia de intentarlo; y para realizar dicho intento tenemos que llegar a la conclusión que la verdad forma parte de la felicidad y del éxito. El problema es que cuando la vemos, cerramos nuestros ojos o le damos la espalda.


Una verdad es que existen cosas inmutables en la vida, y las seguirá habiendo mientras la humanidad exista. No nos gustan las guerras, ni los robos, ni los abusos, ni la impunidad, pero las hubo y las seguirá teniendo la humanidad mientras exista. Desde el inicio de la civilización—si es que lo podemos llamar así, siempre habrá quien abuse de alguien más; quién desate el descontento, la codicia y las guerras, pero también habrá quien piense que sí habrá un mañana mejor y luche por corregir el rumbo de su sociedad. La historia así nos lo ha demostrado y han sido los que al final de cuentas nos heredan un mejor mañana.


Otra verdad es que la honestidad nunca muere. Los hombres tienen una conciencia de equidad, siendo esta la razón por la que las injusticias que vivimos no pueden ser eternas. La misma naturaleza nos demuestra que la fruta mala tiene que pudrirse y caer, como de hecho ya está sucediendo.


Así mismo, nuestra fe en el mañana, el contar con el mañana, nos da esperanzas para confiar en el progreso y la sanación de nuestra sociedad. La vida tiene su propio valor y el mundo del mañana será apto para todos; un buen lugar en el cual vivir.


“La esperanza es el sentimiento que se experimenta, cuando las cosas van mal, al tener un presentimiento o fe de que las cosas mejorarán o irán mejor, en un tiempo no determinado antes de que el acontecimiento ocurra”. Con la esperanza, nunca nos faltará el mañana.


Recordemos las palabras de Francois de La Rochefoucauld: “La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor”.


Licenciado en Administración de Empresas. Director de Reingeniería Humana.

mgongorah@hotmail.com