/ miércoles 28 de agosto de 2024

Por qué fracasan el socialismo y el populismo

Para entender qué es el socialismo, veamos brevemente la historia del mismo en la Rusia Soviética. En una economía socialista tradicional, el Estado posee y opera los medios de producción. Hay dos objetivos principales de este sistema: erradicar la miseria de la experiencia humana y crear una sociedad con igualdad material y social entre los individuos. Marx y Engels creían haber descubierto las etapas naturales e inevitables de la historia humana. Afirmaban que el feudalismo conduciría naturalmente al capitalismo; el capitalismo cedería al socialismo y bajo el socialismo, el Estado eventualmente desaparecería, dejando paso al comunismo ideal.

El primer intento de planificación central en la Rusia Soviética no había funcionado de esa manera. En los primeros tres años después de la Revolución Bolchevique, los soviéticos intentaron el “comunismo de guerra” en Rusia. En palabras de varios economistas, “Esta fue la situación más extrema del esfuerzo en los tiempos modernos para acabar con el sistema de propiedad privada y el libre mercado”. El Estado se hizo cargo y dirigió la economía en casi todo el territorio ruso; reclutó mano de obra y requisó toda la producción agrícola que excediera lo que se consideraba necesario para que los agricultores pudieran vivir. Fue un desastre. La producción económica total cayó un 69 por ciento entre 1913 y 1921. La producción industrial a gran escala un 93%. En 1921, los rusos ganaban el 37 por ciento de lo que tenían en 1913. Para muchos historiadores fue uno de los fracasos más grandes y abrumadores de la historia, dado que nunca había habido antes una debacle tan grande”.

Incluso los defensores soviéticos más acérrimos, pudieron ver que intentar el comunismo había sido un error y cuando la economía soviética colapsó, admitieron que, desde el punto de vista de la racionalidad económica, la planificación central integral había sido “pura locura”.

Lenin se convenció de probar una táctica diferente e introdujo la Nueva Política Económica (NEP por sus siglas en inglés). Aunque el Estado continuó siendo propietario y operaba importantes empresas nacionalizadas, la NEP representó un paso significativo hacia un poco más de libertad. Puso fin al servicio militar obligatorio y abandonó la planificación central de toda la economía, permitió pequeñas industrias y comercios privados y reemplazó la requisa obligatoria de la producción agrícola por un fuerte impuesto. Este enfoque funcionó mejor, los ingresos empezaron a aumentar y en 1924, los rusos estaban ganando alrededor del 80 por ciento de lo que tenían en 1913. Pero esto estaba muy lejos de la “abundancia” prometida por el comunismo. De hecho, todavía en 1928, el ruso promedio todavía no ganaba tanto como en 1913. El país seguía siendo pobre hasta para estándares internacionales. Y de particular preocupación para los líderes socialistas, Rusia todavía no se había industrializado y contrariamente a la teoría de Marx, la revolución no creó, ni abundancia, mucho menos bienestar.


Para entender qué es el socialismo, veamos brevemente la historia del mismo en la Rusia Soviética. En una economía socialista tradicional, el Estado posee y opera los medios de producción. Hay dos objetivos principales de este sistema: erradicar la miseria de la experiencia humana y crear una sociedad con igualdad material y social entre los individuos. Marx y Engels creían haber descubierto las etapas naturales e inevitables de la historia humana. Afirmaban que el feudalismo conduciría naturalmente al capitalismo; el capitalismo cedería al socialismo y bajo el socialismo, el Estado eventualmente desaparecería, dejando paso al comunismo ideal.

El primer intento de planificación central en la Rusia Soviética no había funcionado de esa manera. En los primeros tres años después de la Revolución Bolchevique, los soviéticos intentaron el “comunismo de guerra” en Rusia. En palabras de varios economistas, “Esta fue la situación más extrema del esfuerzo en los tiempos modernos para acabar con el sistema de propiedad privada y el libre mercado”. El Estado se hizo cargo y dirigió la economía en casi todo el territorio ruso; reclutó mano de obra y requisó toda la producción agrícola que excediera lo que se consideraba necesario para que los agricultores pudieran vivir. Fue un desastre. La producción económica total cayó un 69 por ciento entre 1913 y 1921. La producción industrial a gran escala un 93%. En 1921, los rusos ganaban el 37 por ciento de lo que tenían en 1913. Para muchos historiadores fue uno de los fracasos más grandes y abrumadores de la historia, dado que nunca había habido antes una debacle tan grande”.

Incluso los defensores soviéticos más acérrimos, pudieron ver que intentar el comunismo había sido un error y cuando la economía soviética colapsó, admitieron que, desde el punto de vista de la racionalidad económica, la planificación central integral había sido “pura locura”.

Lenin se convenció de probar una táctica diferente e introdujo la Nueva Política Económica (NEP por sus siglas en inglés). Aunque el Estado continuó siendo propietario y operaba importantes empresas nacionalizadas, la NEP representó un paso significativo hacia un poco más de libertad. Puso fin al servicio militar obligatorio y abandonó la planificación central de toda la economía, permitió pequeñas industrias y comercios privados y reemplazó la requisa obligatoria de la producción agrícola por un fuerte impuesto. Este enfoque funcionó mejor, los ingresos empezaron a aumentar y en 1924, los rusos estaban ganando alrededor del 80 por ciento de lo que tenían en 1913. Pero esto estaba muy lejos de la “abundancia” prometida por el comunismo. De hecho, todavía en 1928, el ruso promedio todavía no ganaba tanto como en 1913. El país seguía siendo pobre hasta para estándares internacionales. Y de particular preocupación para los líderes socialistas, Rusia todavía no se había industrializado y contrariamente a la teoría de Marx, la revolución no creó, ni abundancia, mucho menos bienestar.