/ miércoles 11 de septiembre de 2024

Por qué fracasan el socialismo y el populismo III

Las tragedias de las muertes en la URSS y China en sus principios, provocadas por el hombre, ilustra cómo y por qué fracasa el socialismo. Todo se reduce a una triada de problemas: el problema del control, el problema del conocimiento y el problema del incentivo. El problema del control sugiere que el socialismo y el totalitarismo van de la mano, en una economía socialista de planificación centralizada, los planificadores que desean reasignar capital o mano de obra, deben ejercer un control extraordinario sobre el pueblo. Deben anular los planes de la gente; trabajar, comprar, invertir e intercambiar con quien quieran, en los términos que deseen. Y para ello, deben aplicar la fuerza o la amenaza de la fuerza. En la práctica, esto a menudo significa; policía secreta, una red de informantes, presiones con la fuerza del Ejército, la del control férreo de los movimientos bancarios de todo mundo, el terrorismo político y el control de medios, hasta llegar a campos de trabajos forzados, extradición y asesinato.

El socialismo siempre inicia con el populismo, se promete a la población soluciones mágicas para sacar a un país del atraso y la pobreza. Se condena de una manera perversa a los gobiernos y políticas anteriores, exagerando los problemas, así como polarizando a la población. Siempre habrá una sistemática propaganda de dividir a la nación en “ellos” y “nosotros”, ellos son los culpables de todos los males, la corrupción. Son los explotadores, los reaccionarios, los conservadores y deben ser eliminados. Nosotros somos los salvadores del pueblo, del pueblo bueno y sabio, somos los que tenemos la única verdad y los que vamos a transformar al país.

Si hay programas de ayuda, salud, educación o cualquier otro de ayuda a los más necesitados, deben cambiarse por programas centralizados, clientelares y que obliguen a las personas a convertirse en un electorado amorfo y estándar, agradecidos por las dádivas y se conviertan en fanáticos del nuevo orden.

Luego surge el “mesianismo”, el gran líder, el guía espiritual y material que llevará al pueblo a la tierra prometida. Lenin, Stalin, Mussolini, Hitler, Mao, Maduro, Chávez, Castro, Evo Morales, Ortega, AMLO y muchos más.

El populismo fracasa y siempre se caracterizará por el manejo irresponsable de la economía. La deuda, la corrupción y la desaparición del libre mercado, son las principales causas de la escasez, la precariedad y la pobreza que irremediablemente llegan a la mayoría de la población. Lo primero que desaparecen son las empresas pequeñas y medianas. Nace una nueva clase “superior”, los miembros del partido en el poder, que se asegura de ser único, que la oposición de pulverice, también los militares de alto rango son privilegiados y se les otorgan una gran cantidad de prebendas y poder. Se militariza el país, llegando a controlar: aduanas, puertos, aeropuertos, carreteras y hasta las construcciones.

Al final los países se vuelven dictaduras con un destino fatal para la mayoría de la población, el poder judicial y el legislativo (si lo hay) se someten al único poder centrado en al tomador de decisiones, esto es, un “totalitarismo”.


Las tragedias de las muertes en la URSS y China en sus principios, provocadas por el hombre, ilustra cómo y por qué fracasa el socialismo. Todo se reduce a una triada de problemas: el problema del control, el problema del conocimiento y el problema del incentivo. El problema del control sugiere que el socialismo y el totalitarismo van de la mano, en una economía socialista de planificación centralizada, los planificadores que desean reasignar capital o mano de obra, deben ejercer un control extraordinario sobre el pueblo. Deben anular los planes de la gente; trabajar, comprar, invertir e intercambiar con quien quieran, en los términos que deseen. Y para ello, deben aplicar la fuerza o la amenaza de la fuerza. En la práctica, esto a menudo significa; policía secreta, una red de informantes, presiones con la fuerza del Ejército, la del control férreo de los movimientos bancarios de todo mundo, el terrorismo político y el control de medios, hasta llegar a campos de trabajos forzados, extradición y asesinato.

El socialismo siempre inicia con el populismo, se promete a la población soluciones mágicas para sacar a un país del atraso y la pobreza. Se condena de una manera perversa a los gobiernos y políticas anteriores, exagerando los problemas, así como polarizando a la población. Siempre habrá una sistemática propaganda de dividir a la nación en “ellos” y “nosotros”, ellos son los culpables de todos los males, la corrupción. Son los explotadores, los reaccionarios, los conservadores y deben ser eliminados. Nosotros somos los salvadores del pueblo, del pueblo bueno y sabio, somos los que tenemos la única verdad y los que vamos a transformar al país.

Si hay programas de ayuda, salud, educación o cualquier otro de ayuda a los más necesitados, deben cambiarse por programas centralizados, clientelares y que obliguen a las personas a convertirse en un electorado amorfo y estándar, agradecidos por las dádivas y se conviertan en fanáticos del nuevo orden.

Luego surge el “mesianismo”, el gran líder, el guía espiritual y material que llevará al pueblo a la tierra prometida. Lenin, Stalin, Mussolini, Hitler, Mao, Maduro, Chávez, Castro, Evo Morales, Ortega, AMLO y muchos más.

El populismo fracasa y siempre se caracterizará por el manejo irresponsable de la economía. La deuda, la corrupción y la desaparición del libre mercado, son las principales causas de la escasez, la precariedad y la pobreza que irremediablemente llegan a la mayoría de la población. Lo primero que desaparecen son las empresas pequeñas y medianas. Nace una nueva clase “superior”, los miembros del partido en el poder, que se asegura de ser único, que la oposición de pulverice, también los militares de alto rango son privilegiados y se les otorgan una gran cantidad de prebendas y poder. Se militariza el país, llegando a controlar: aduanas, puertos, aeropuertos, carreteras y hasta las construcciones.

Al final los países se vuelven dictaduras con un destino fatal para la mayoría de la población, el poder judicial y el legislativo (si lo hay) se someten al único poder centrado en al tomador de decisiones, esto es, un “totalitarismo”.