Un tema que polariza a una parte importante de la sociedad ha sido el de las preferencias sexuales, pues si bien se trata de una decisión muy personal, éstas se ponen siempre en el foco público, en el que no sólo se tienen observadores, sino también jueces y hasta verdugos.

En el marco del Día del Orgullo Gay, que se conmemora cada año, ha surgido una serie de manifestaciones a favor y en contra de las personas con preferencias por personas de su mismo sexo.

Ante esta realidad, quizá sea más interesante plantear que más allá del orgullo, debe tratarse del respeto, pues las cifras en nuestro país no son nada alentadoras como para mostrar una cara jactanciosa.

Y es que la más reciente encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indica que al menos 5 de cada 10 personas en México ha sido víctima de discriminación por su apariencia física, mientras que los ataques por razón de género, económica, creencia religiosa y orientación sexual se encuentran en los niveles más altos.

El panorama se ve un poco más complicado si se toma en cuenta la Encuesta Nacional de Discriminación, la cual revela que 7 de cada 10 habitantes en México asegura que los homosexuales y transexuales son los menos respetados por la sociedad.

Y a eso se suma la Encuesta Nacional sobre Homofobia en el Trabajo, cuyos resultados nos muestran que el 35 por ciento de las personas gay, lesbianas, bisexuales y transgénero han sido víctimas de algún tipo de discriminación en su lugar de trabajo, lo que ha derivado en que el 15 por ciento ha tenido que renunciar.

Hay mucho qué trabajar. El tema se tiene que visibilizar, sin sentir que se quiere imponer una ideología de género, de lo que han sido señaladas las personas LGBTTTTI por diversos colectivos pro familia.