Los Derechos Humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos Derechos Humanos, sin discriminación alguna.
Los Derechos Humanos universales están a menudo contemplados en la ley. El Derecho Internacional de los Derechos Humanos establece las obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o de abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y proteger los Derechos Humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.
Desde la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, se desarrolló una trascendental etapa para la fijación de una noción sólida sobre la existencia de los derechos fundamentales del ser humano.
Sin embargo, no es sino a partir precisamente de 1948 y como consecuencia de una nueva conciencia surgida sobre los restos de la tragedia mortal y moral que significó la Segunda Guerra Mundial, que el movimiento en pro de los derechos esenciales, de la mano de innumerables organizaciones no gubernamentales, fue avanzando hacia la consolidación de una cultura de los Derechos Humanos.
Fueron épocas que prendieron las luces hacia un nuevo camino de promoción y protección de los Derechos Humanos.
A la distancia en el tiempo, la cultura de los derechos fundamentales del ser humano ha avanzado, hasta hablarse hoy de Derechos Humanos de segunda y de tercera generación e incluso de cuarta generación.
Por eso mucho motivan los grandes esfuerzos que se impulsan por los Derechos Humanos, por la gran trascendencia de éstos en nuestra sociedad.
Son esfuerzos que representan pasos muy importantes para su promoción y divulgación; y está orientada al gran objetivo de consolidar la cultura de los derechos esenciales, como factor favorecedor de una formación apegada a los principios y valores humanistas.
Ahora bien, es muy importante que se procure sea acorde a una visión formativa integral, que procure la dignificación de todas las personas.
Así, con la consolidación de la cultura de los derechos fundamentales, se logrará consolidar una de las respuestas sustanciales ante las diversas amenazas y riesgos que atentan contra los derechos básicos de las personas.
Estos son derechos que deben ponderarse para construir ciudadanía y con ello hacer mejores mexicanos.
Toda victoria social lo es realmente, si se convierte en un fenómeno cultural.
Y precisamente, en materia de los Derechos Humanos, es necesario seguir conjuntando voluntades y esfuerzos sociales y cívicos, para formar una cadena de unión vigorosa y sólida que garantice su estricta y puntual promoción y defensa.
Creemos en una Chihua y en un México con esperanza de tener un futuro mejor que su presente.
Creemos en un mañana donde los derechos y las libertades universales sean el referente de nuestra sociedad; pero sólo lo vamos a lograr si hacemos de estos derechos, un contenido indispensable de nuestra forma de vida.
Todos queremos chihuahuenses y mexicanos de inagotable espíritu de lucha por sus derechos; y de permanente ánimo por construir una mejor sociedad en un escenario de armonía social.
Es importante lograr un estado y un país cada vez más humanistas, para que la libertad permita a las nuevas generaciones prepararse y crecer; y así dar lo mejor de su talento, de su capacidad y de sus convicciones.
Así, deberá llegar el día en que estas luchas sociales por la dignidad humana ya sean un tema superado. El día en el que la bandera de los Derechos Humanos ya no tenga que marchar por las calles, sino que ondee libremente y en todo lo alto en la idiosincrasia nacional.