Se aproximaban las siete de la mañana en el reloj, todo estaba prácticamente listo en la casa de ustedes, que es la mía, para arrancar un lunes de actividad laboral y escolar, la cafetera ya había cumplido con su objetivo y nos disponíamos a recetarnos los indispensables alimentos matutinos, de repente la energía eléctrica decidió marcharse y junto con ella la faena laboral de los padres de familia y las clases virtuales de mis escuincles que para pronto, ante la contingencia, decidieron echarse un sueñito que duró un par de horas, bendita niñez.
Las llamadas telefónicas de mis compañeros de trabajo llevaban la misma pregunta: ¿tienes luz?, ante mi respuesta negativa el caos comenzó a asomarse, parecía que la vida se detuviera momentáneamente, sólo esto nos faltaba; con frío, con el riesgo del Covid y ahora sin luz, ¿qué sigue?, ¿que ratifiquen como candidatos a la presidencia municipal a políticos que ya ocuparon ese lugar? No, por favor.
Desde el viernes anterior en el estado de Texas las señales de precaución se asomaron derivadas de las bajas temperaturas que se presentaron y que trajeron como consecuencia la subida en el precio del gas natural y el cierre temporal de algunas instalaciones de este combustible, situación que tuvo eco en nuestro país y que la falta de almacenamiento derivó en interrupción de la energía eléctrica en algunos estados del norte con todas las contrariedades que conlleva esto en la vida cotidiana de la comunidad que tuvo que consumir menos electricidad ante la recomendación del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace). Nuevamente por una situación en el vecino país de las barras y las estrellas, los mexicanos la llevamos, no, si les digo.
¿Qué cosa sucede con el apagón?, cuestiona una conocida canción de la veracruzana Yuri; en los hogares simple y sencillamente los vaivenes de la energía eléctrica ponen en peligro cualquier aparato que requiere de esta energía: televisiones, radios, hornos de microondas y las computadoras tan indispensables en tiempos de pandemia por las labores virtuales. En el terreno económico del país frena su dinamismo, ya que se detiene la fabricación de bienes y la prestación de algunos servicios.
En una más de las contradicciones que llegan desde el gobierno federal, don Andrés (muy a su costumbre) culpó a los neoliberales del pasado de que por ellos existe una gran dependencia de Estados Unidos para la obtención de gas, pero hace unos meses sostenía que fueron precisamente los neoliberales (y dale) los que habían adquirido gas natural en abundancia y que lo que se tenía en reservas alcanzaba para más de tres décadas ¿y luego?
Desde luego que nuestro querido México necesita cortar con la dependencia energética que se tiene de EEUU y voltear hacia las energías renovables, aunque esto requiera de inversión privada ya sea nacional o extranjera. ¿Se escucha difícil? Nadie ha dicho que no lo es. El año pasado la inversión extranjera directa en materia de energía rebasó apenas los 900 millones de dólares, sólo un 16% de lo que se logró en 2018, hay quienes lo ven como positivo pero dados los acontecimientos de los pasados apagones la reestructura energética se requiere venga la inversión de donde venga, ¿o no?