/ jueves 5 de septiembre de 2024

Punto y aparte / Toma de posesión como presidente

“Sumándonos a una protesta ordenada”

El ganador de la presidencia de México en las elecciones del 2006 fue el morelense Felipe de Jesús Calderón Hinojosa en una contienda muy cerrada entre él y el tabasqueño Manuel Andrés López Obrador, al otro tabasqueño, el priista Roberto Madrazo Pintado (el de los atajos), lo mandaron a un tercer lugar con más de 13% de diferencia entre los punteros. El Partido Acción Nacional retuvo la presidencia tras el sexenio de Vicente Fox Quezada.

Para una parte de los que sufragaron por la coalición formada por el PRD, el PT y el Partido Convergencia, la derrota de Manuel Andrés fue el resultado de un supuesto fraude, pero la verdad de las cosas es que cada partido político contó con las actas de las casillas electorales con resultados oficiales de cada una de ellas, es decir, el triunfo de Calderón fue legitimo con casi 244,000 votos de diferencia a su favor.

En la toma de posesión como primer mandatario aquel 1 de diciembre Calderón no la tuvo como le hubiera gustado ya que los izquierdistas tomaron el Palacio Legislativo, tratando de impedir el acceso al recinto en una de las escenas más bochornosas que se haya dado en la cámara de diputados de nuestro país (y miren que las hay); En una rápida acción apareció Don Felipe y entre empujones y gritos él mismo se puso la banda presidencial que lo oficializó como el presidente número 77 de la nación. A partir de ese momento en uno de sus clásicos berrinches Don Manuel Andrés lo adjetivó como presidente espurio y su rencor prevalece hasta la fecha y eso que está a unos días de empacar su equipaje y abandonar Palacio Nacional para cederle el lugar a su incondicional.

Hace unos días el activista, economista y ex diputado Guadalupe Acosta Naranjo (a quien no lo puede ver Noroña) convocó a nombre del Frente Cívico Nacional a tomar el Congreso para tratar de impedir la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como próxima presidenta (o presidente, de ambas maneras es correcto) si es que se llega a aprobar la absurda reforma judicial que obedece a los caprichos de ya sabemos quién.

Desde luego que los que amamos a nuestro país no estamos de acuerdo con la pretendida reforma de carácter populista al poder judicial que lo único que intenta es darles jugada a los fieles seguidores de Manuel Andrés sin importar su capacidad y preparación en el terreno del derecho (con todo lo que esto conlleva de consecuencias) y someter a la corte al poder ejecutivo, pero tampoco estamos de acuerdo que la respuesta a esta ilógica reforma sea a través de actos que puedan desatar violencia (aunque muchos piensen, que es la única manera); Por supuesto que nos sumamos a la protesta, deseando que la misma se lleve de manera adecuada sin golpear ni ofender a nadie, aunque la pretendida reforma judicial golpee y fuertemente a la democracia de nuestro querido y maltratado México. ¿Es muy difícil que diputados y senadores lo comprendan?, ¿tan débiles y sometidos están nuestros legisladores?

La oposición, que afortunadamente todavía la hay, debe de enfocar sus baterías en la construcción de los caminos que con armonía e inteligencia ordenen nuevamente el sentir de un pueblo cuya confianza por sus políticos se encuentra devaluada y que, para muchos mexicanos, esos tres mil pesos que reciben al mes es lo único que los mueve. Ande pues.


“Sumándonos a una protesta ordenada”

El ganador de la presidencia de México en las elecciones del 2006 fue el morelense Felipe de Jesús Calderón Hinojosa en una contienda muy cerrada entre él y el tabasqueño Manuel Andrés López Obrador, al otro tabasqueño, el priista Roberto Madrazo Pintado (el de los atajos), lo mandaron a un tercer lugar con más de 13% de diferencia entre los punteros. El Partido Acción Nacional retuvo la presidencia tras el sexenio de Vicente Fox Quezada.

Para una parte de los que sufragaron por la coalición formada por el PRD, el PT y el Partido Convergencia, la derrota de Manuel Andrés fue el resultado de un supuesto fraude, pero la verdad de las cosas es que cada partido político contó con las actas de las casillas electorales con resultados oficiales de cada una de ellas, es decir, el triunfo de Calderón fue legitimo con casi 244,000 votos de diferencia a su favor.

En la toma de posesión como primer mandatario aquel 1 de diciembre Calderón no la tuvo como le hubiera gustado ya que los izquierdistas tomaron el Palacio Legislativo, tratando de impedir el acceso al recinto en una de las escenas más bochornosas que se haya dado en la cámara de diputados de nuestro país (y miren que las hay); En una rápida acción apareció Don Felipe y entre empujones y gritos él mismo se puso la banda presidencial que lo oficializó como el presidente número 77 de la nación. A partir de ese momento en uno de sus clásicos berrinches Don Manuel Andrés lo adjetivó como presidente espurio y su rencor prevalece hasta la fecha y eso que está a unos días de empacar su equipaje y abandonar Palacio Nacional para cederle el lugar a su incondicional.

Hace unos días el activista, economista y ex diputado Guadalupe Acosta Naranjo (a quien no lo puede ver Noroña) convocó a nombre del Frente Cívico Nacional a tomar el Congreso para tratar de impedir la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como próxima presidenta (o presidente, de ambas maneras es correcto) si es que se llega a aprobar la absurda reforma judicial que obedece a los caprichos de ya sabemos quién.

Desde luego que los que amamos a nuestro país no estamos de acuerdo con la pretendida reforma de carácter populista al poder judicial que lo único que intenta es darles jugada a los fieles seguidores de Manuel Andrés sin importar su capacidad y preparación en el terreno del derecho (con todo lo que esto conlleva de consecuencias) y someter a la corte al poder ejecutivo, pero tampoco estamos de acuerdo que la respuesta a esta ilógica reforma sea a través de actos que puedan desatar violencia (aunque muchos piensen, que es la única manera); Por supuesto que nos sumamos a la protesta, deseando que la misma se lleve de manera adecuada sin golpear ni ofender a nadie, aunque la pretendida reforma judicial golpee y fuertemente a la democracia de nuestro querido y maltratado México. ¿Es muy difícil que diputados y senadores lo comprendan?, ¿tan débiles y sometidos están nuestros legisladores?

La oposición, que afortunadamente todavía la hay, debe de enfocar sus baterías en la construcción de los caminos que con armonía e inteligencia ordenen nuevamente el sentir de un pueblo cuya confianza por sus políticos se encuentra devaluada y que, para muchos mexicanos, esos tres mil pesos que reciben al mes es lo único que los mueve. Ande pues.