/ lunes 7 de octubre de 2024

¿Qué parte de la película no estamos viendo bien?

El pasado 1 de octubre dio inicio un nuevo periodo presidencial; una renovación del Poder Ejecutivo federal, derivado del proceso electoral de junio de 2024. Los resultados electorales está por demás comentarlos, ya que los votos se cuentan, no se califican; siendo así, podemos calificar la forma de obtenerlos, el mecanismo de trabajo del oficialismo para retener el poder público; sin embargo, es preciso también revisar otras variables ajenas a lo que el partido gobernante realizó para mantenerse como opción de gobierno. Pudiéramos hacer un balance de hechos, programas, presupuestos, conductas, acciones de orden económico, acciones de orden político; sin embargo, no saldríamos la misma espiral de reflexión que durante meses hemos tenido y donde la narrativa que se construye desde la oposición no genera un sentimiento de rechazo al oficialismo, ni mucho menos de aceptación a la oposición para convertirse de nueva cuenta en opción para gobernar.

Así pues, la pregunta obligada es ¿Qué parte de la película no estamos viendo?… y sí, lo señaló de esa manera, porque pareciera que estamos, ejemplificando las cosas como una película, en salas de cine distintas, donde unos vemos un escenario y la mayoría que brindó su apoyo al gobierno de Morena ve otro; sin que signifique que sea una mayoría abrumadora, pero sí una mayoría que ganó la elección. Me explico de otra manera, empezando porque la circunstancia del país es de extrema inseguridad; los delitos de alto impacto crecieron; los homicidios con violencia son más; el sexenio que concluye tiene más muertos que los generados en la llamada “guerra contra el narco”; los presupuestos para mejorar policías, para programas de prevención y fortalecimiento de capacidades institucionales locales se retiraron; la gasolina no cuesta los diez pesos ofrecidos; el sistema de salud es pésimo, tiene un deterioro significativo ¿igual que Dinamarca?. Existe pues una circunstancia de riesgo país fuerte, pero esa película la vemos algunos y otros, como el oficialismo y la mayoría que votó por ellos no. Lo cual no significa que estemos mal nosotros y ellos bien; lo cierto es que existe una trama de la película que no vemos bien, no interpretamos correctamente y eso provoca que no avancemos en el ánimo social.

Es verdaderamente preocupante la concentración del poder, el centralismo excesivo y la pretensión de autoritarismo; lo realizado en contra del Poder Judicial, me parece pudo evitarse, mediante una reforma que sí permitiera la elección de ministros de la Corte, en donde se ajustaran criterios en la integración del Consejo de la Judicatura Federal y, con ello, promover una profunda reforma que revisará el actuar de Magistrados y Jueces federales, para que la base de la reforma fuera el mejoramiento de la justicia y no la electorización de los espacios que están en el Poder Judicial federal. Ahora bien, debió dejarse como libre decisión y bajo un principio federalista la libertad de las autoridades locales de entrar o no a la reforma; se violentaron todos los principios que garantizan el federalismo, se afectan con la reforma derechos adquiridos por los profesionales de la justicia y se complicará la implementación de la reforma.

Llevar la reforma judicial hacia lo local, considero que representa un amplio intervencionismo a la autonomía de las autoridades locales, es excesivamente centralista; pero, si el argumento es decirle al ciudadano que será él quien elija a los ministros, magistrados y jueces del ámbito federal y local; si se señala nepotismo y salarios altos en el Poder Judicial, pues se enfrenta una narrativa que difícilmente se puede modificar, aún y cuando, eso de elegirnos no es la verdad y tampoco es la solución a los problemas de la justicia; además que evitar la conducta humana de privilegiar más la incorporación de familiares, que la integración de personas con una carrera judicial consolidada, no es por medio de la elección, sino por medio de mecanismos legales que eviten el nepotismo.

Es preciso descifrar o interpretar de mejor manera la película que estamos viendo y viviendo; modificar conductas, señalar errores, acompañar aciertos y cuidar el ámbito local. La patria chica es primero, pero también es preciso que lo entendamos así, porque haciendo lo mismo, obtendremos lo mismo.


ALEX DOMÍNGUEZ.


Maestría en Administración Pública, Diputado Federal del PRI por el VIII Distrito y Dirigente del Comité Directivo Estatal del PRI

dominguezd@hotmail.com


El pasado 1 de octubre dio inicio un nuevo periodo presidencial; una renovación del Poder Ejecutivo federal, derivado del proceso electoral de junio de 2024. Los resultados electorales está por demás comentarlos, ya que los votos se cuentan, no se califican; siendo así, podemos calificar la forma de obtenerlos, el mecanismo de trabajo del oficialismo para retener el poder público; sin embargo, es preciso también revisar otras variables ajenas a lo que el partido gobernante realizó para mantenerse como opción de gobierno. Pudiéramos hacer un balance de hechos, programas, presupuestos, conductas, acciones de orden económico, acciones de orden político; sin embargo, no saldríamos la misma espiral de reflexión que durante meses hemos tenido y donde la narrativa que se construye desde la oposición no genera un sentimiento de rechazo al oficialismo, ni mucho menos de aceptación a la oposición para convertirse de nueva cuenta en opción para gobernar.

Así pues, la pregunta obligada es ¿Qué parte de la película no estamos viendo?… y sí, lo señaló de esa manera, porque pareciera que estamos, ejemplificando las cosas como una película, en salas de cine distintas, donde unos vemos un escenario y la mayoría que brindó su apoyo al gobierno de Morena ve otro; sin que signifique que sea una mayoría abrumadora, pero sí una mayoría que ganó la elección. Me explico de otra manera, empezando porque la circunstancia del país es de extrema inseguridad; los delitos de alto impacto crecieron; los homicidios con violencia son más; el sexenio que concluye tiene más muertos que los generados en la llamada “guerra contra el narco”; los presupuestos para mejorar policías, para programas de prevención y fortalecimiento de capacidades institucionales locales se retiraron; la gasolina no cuesta los diez pesos ofrecidos; el sistema de salud es pésimo, tiene un deterioro significativo ¿igual que Dinamarca?. Existe pues una circunstancia de riesgo país fuerte, pero esa película la vemos algunos y otros, como el oficialismo y la mayoría que votó por ellos no. Lo cual no significa que estemos mal nosotros y ellos bien; lo cierto es que existe una trama de la película que no vemos bien, no interpretamos correctamente y eso provoca que no avancemos en el ánimo social.

Es verdaderamente preocupante la concentración del poder, el centralismo excesivo y la pretensión de autoritarismo; lo realizado en contra del Poder Judicial, me parece pudo evitarse, mediante una reforma que sí permitiera la elección de ministros de la Corte, en donde se ajustaran criterios en la integración del Consejo de la Judicatura Federal y, con ello, promover una profunda reforma que revisará el actuar de Magistrados y Jueces federales, para que la base de la reforma fuera el mejoramiento de la justicia y no la electorización de los espacios que están en el Poder Judicial federal. Ahora bien, debió dejarse como libre decisión y bajo un principio federalista la libertad de las autoridades locales de entrar o no a la reforma; se violentaron todos los principios que garantizan el federalismo, se afectan con la reforma derechos adquiridos por los profesionales de la justicia y se complicará la implementación de la reforma.

Llevar la reforma judicial hacia lo local, considero que representa un amplio intervencionismo a la autonomía de las autoridades locales, es excesivamente centralista; pero, si el argumento es decirle al ciudadano que será él quien elija a los ministros, magistrados y jueces del ámbito federal y local; si se señala nepotismo y salarios altos en el Poder Judicial, pues se enfrenta una narrativa que difícilmente se puede modificar, aún y cuando, eso de elegirnos no es la verdad y tampoco es la solución a los problemas de la justicia; además que evitar la conducta humana de privilegiar más la incorporación de familiares, que la integración de personas con una carrera judicial consolidada, no es por medio de la elección, sino por medio de mecanismos legales que eviten el nepotismo.

Es preciso descifrar o interpretar de mejor manera la película que estamos viendo y viviendo; modificar conductas, señalar errores, acompañar aciertos y cuidar el ámbito local. La patria chica es primero, pero también es preciso que lo entendamos así, porque haciendo lo mismo, obtendremos lo mismo.


ALEX DOMÍNGUEZ.


Maestría en Administración Pública, Diputado Federal del PRI por el VIII Distrito y Dirigente del Comité Directivo Estatal del PRI

dominguezd@hotmail.com