/ viernes 20 de septiembre de 2024

Sectas presidenciales

Después de leer las declaraciones de una activista “cristiana” de nombre Mary Colbert de poco antes de las elecciones estadounidenses donde ganó Trump, afirmando que “las personas que se ponen en contra de la infalibilidad del candidato, están destinadas a ser maldecidas por Dios, incluyendo sus hijos y sus nietos” intentando generar un dogma respecto a la persona de Donald Trump; se hace prudente hacer unos comentarios respecto a la generación de creencias por personas con intereses más allá del aspecto espiritual, y sobre todo con intereses sumamente personales. AMLO “el mesías” es otro claro ejemplo.

“Un dogma es el punto esencial de una religión, de una doctrina o de un sistema de pensamiento o filosofía que se da por cierta y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema”.

En el campo de la religión, los dogmas constituyen la base de la fe, y como tales deben ser acatados, aceptados y practicados por sus seguidores. Los fundamentos de un dogma no están sujetos a discusión o cuestionamiento, su verdad resulta inobjetable, sea demostrable o no, sea comprensible o no, sea verdad o no.

Aun así, hay personas que se pasan la vida dudando, pero sin llegar a una conclusión y sin preocupación alguna por descubrir la verdad. Que los dogmas se nieguen puede estar bien, pero sin querer hacer de alguna negación, un dogma en sí mismo.

Sin embargo, cualquier ser humano que piensa y que ama la verdad, no debe cerrar ni sus oídos ni sus ojos, ni sus sentimientos a ninguna idea sincera. No debe tener miedo de pensar ni de dudar de cualquier asunto, pero eso sí, tampoco debe arrastrar a nadie a la duda, sin que pueda mostrar al mismo tiempo en dónde se encuentra la verdad.

La edición de los primeros textos bíblicos en su versión occidental, en el siglo IV allá por el año 329 DC, en los primeros años del cristianismo, el Emperador Constantino armó un concejo, pues para ese entonces no había un texto bíblico compilado, como existe hoy en día. Existían varios escritos, algunos con mucha simbología otros pobremente escritos y muy poca gente tenía acceso a ellos. Así que Constantino en un esfuerzo por hacerlos más accesibles a la gente, arma este concejo, sin la Iglesia, y les pide algunas recomendaciones, como qué libros dejamos, cuáles quitamos, qué debemos modificar en ellos, etc. Y el resultado es lo que actualmente llamamos la Biblia Occidental, la tradición bíblica. Muchos de los dogmas que tenemos se basan en estos escritos o evangelios.


Es importante creer en los milagros, esa intervención sobrenatural en los asuntos humanos que no se pueden explicar sobre la base de las leyes naturales conocidas, o algo que no se esperaría en el transcurso natural de los eventos. Eso nos saca de dudas rápidamente. Sólo tenemos que ser observadores y en cada cosa que vemos, y que experimentamos diariamente, descubriremos varios de ellos. Los dogmas tienen en la mayoría de los casos, la función de llevarnos a ser mejores, no ser dependientes de dictadores mal intencionados.

En los Estados Unidos los Evangélicos afirmaban que Trump “era Jesucristo”. En México, los adoradores de la secta obradorista, propiciados por el padre Solalinde afirmaban y afirman que “AMLO es Dios”.


Después de leer las declaraciones de una activista “cristiana” de nombre Mary Colbert de poco antes de las elecciones estadounidenses donde ganó Trump, afirmando que “las personas que se ponen en contra de la infalibilidad del candidato, están destinadas a ser maldecidas por Dios, incluyendo sus hijos y sus nietos” intentando generar un dogma respecto a la persona de Donald Trump; se hace prudente hacer unos comentarios respecto a la generación de creencias por personas con intereses más allá del aspecto espiritual, y sobre todo con intereses sumamente personales. AMLO “el mesías” es otro claro ejemplo.

“Un dogma es el punto esencial de una religión, de una doctrina o de un sistema de pensamiento o filosofía que se da por cierta y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema”.

En el campo de la religión, los dogmas constituyen la base de la fe, y como tales deben ser acatados, aceptados y practicados por sus seguidores. Los fundamentos de un dogma no están sujetos a discusión o cuestionamiento, su verdad resulta inobjetable, sea demostrable o no, sea comprensible o no, sea verdad o no.

Aun así, hay personas que se pasan la vida dudando, pero sin llegar a una conclusión y sin preocupación alguna por descubrir la verdad. Que los dogmas se nieguen puede estar bien, pero sin querer hacer de alguna negación, un dogma en sí mismo.

Sin embargo, cualquier ser humano que piensa y que ama la verdad, no debe cerrar ni sus oídos ni sus ojos, ni sus sentimientos a ninguna idea sincera. No debe tener miedo de pensar ni de dudar de cualquier asunto, pero eso sí, tampoco debe arrastrar a nadie a la duda, sin que pueda mostrar al mismo tiempo en dónde se encuentra la verdad.

La edición de los primeros textos bíblicos en su versión occidental, en el siglo IV allá por el año 329 DC, en los primeros años del cristianismo, el Emperador Constantino armó un concejo, pues para ese entonces no había un texto bíblico compilado, como existe hoy en día. Existían varios escritos, algunos con mucha simbología otros pobremente escritos y muy poca gente tenía acceso a ellos. Así que Constantino en un esfuerzo por hacerlos más accesibles a la gente, arma este concejo, sin la Iglesia, y les pide algunas recomendaciones, como qué libros dejamos, cuáles quitamos, qué debemos modificar en ellos, etc. Y el resultado es lo que actualmente llamamos la Biblia Occidental, la tradición bíblica. Muchos de los dogmas que tenemos se basan en estos escritos o evangelios.


Es importante creer en los milagros, esa intervención sobrenatural en los asuntos humanos que no se pueden explicar sobre la base de las leyes naturales conocidas, o algo que no se esperaría en el transcurso natural de los eventos. Eso nos saca de dudas rápidamente. Sólo tenemos que ser observadores y en cada cosa que vemos, y que experimentamos diariamente, descubriremos varios de ellos. Los dogmas tienen en la mayoría de los casos, la función de llevarnos a ser mejores, no ser dependientes de dictadores mal intencionados.

En los Estados Unidos los Evangélicos afirmaban que Trump “era Jesucristo”. En México, los adoradores de la secta obradorista, propiciados por el padre Solalinde afirmaban y afirman que “AMLO es Dios”.