Juan Jacobo Rousseau acuñó la idea de que la soberanía residía en el pueblo allá por el siglo XVIII, en aquella época la consigna era un cambio de esquema de organización social, pasábamos de una organización estamental encabezada por la nobleza y seguida por el clero y finalmente el pueblo. Esta dio paso del feudalismo hacia una forma de organización social donde la soberanía radica en el “pueblo” y su forma de hacerse válida es a través de la democracia representativa.
Bueno, esto viene a colación ya que en este siglo XXI seguimos hablando de la “soberanía del pueblo”, de entrada tendríamos que definir o conceptualizar la tan usada palabra hoy en día: “pueblo”. Podríamos decir que el pueblo es el conjunto de habitantes dentro de un espacio territorial determinado, que comparten una cultura y generalmente bajo un mismo gobierno. Es decir, somos todos y a la vez nadie en particular.
El día de ayer en el senado de la república se voto a favor el dictamen de la reforma judicial en el senado de la republica, la fracción de Morena en las distintas disertaciones hablan acerca de la voluntad del pueblo y el respaldo que obtuvieron en las pasadas elecciones, sin embargo debemos comentar que ese respaldo social no debe pensarse como un cheque en blanco, que no les da derecho a no respetar los procesos ni las más mínimas formas que se deben seguir para la modificación a la constitución. Hablan de la “soberanía del pueblo” pero no han escuchado a las voces disidentes, digamos y quiero pensar que esas voces también son “pueblo”. No han escuchado las voces de los alumnos de la facultad de derecho que han estado marchando en días anteriores, no han escuchado las voces de juristas reconocidos, no han escuchado a los trabajadores del poder judicial que estuvieron en paro desde las semanas previas.
Mas de 20 millones de votos obtenidos por la oposición no son “pueblo” desde la perspectiva del oficialismo que anoche hicieron valida su mayoria tambien en el senado, aplicando las viejas técnicas de coacción sobre los senadores Yunes del Pan y barreda de MC. En ambos casos pesaban sobre ellos órdenes de aprehensión y seguramente se negoció el perdón a cambio de sus votos a favor de la reforma.
Entonces volvemos a preguntarnos, ¿que se entiende por la palabra “pueblo”? Desde la perspectiva del oficialismo demagogo, es aquel que esté de lado de ellos, que comparta su visión, que sirva como sus paleros. Aquel que no este de lado de ellos, ni comparta su visión, entonces es un enemigo del pueblo. Digamos entonces que el término “pueblo” en realidad es un mero recurso retórico para la narrativa del oficialismo populista.
Se prevé ante esto que vendrán tiempos difíciles, el oficialismo viene con el poder como aplanadora, se requerirá más que nunca estar presentes y politizar el ambiente para que la gente se pueda enterar de cómo se viene desmantelando las instituciones que han costado sangre a las generaciones que nos antecedieron. Esperemos no sea tarde para su destrucción total. Al tiempo.
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