Durante décadas se ha construido en el país un andamiaje jurídico y de políticas públicas con la finalidad de garantizar que los derechos fundamentales no se anulen, ni supriman.
En dos semanas, el oficialismo de Morena y sus aliados pusieron en la agenda pública una reforma constitucional que viene a cerrar la llave a la posibilidad de defensa que tienen los ciudadanos y las instituciones de impugnar los actos legislativos que aunque estén en la Constitución puedan ser violatorios a los derechos humanos establecidos en tratados internacionales.
Hoy, en tan sólo unos días están haciendo lo que al Congreso constituyente de 1835-1836 le costó meses de intenso debate legislativo, mismo que se dio entre las más apasionadas y controvertidas discusiones jurídicas y políticas, que quedaron plasmadas en las páginas de la historia del derecho parlamentario mexicano. Morena y sus aliados se están consagrando como el segundo Supremo Poder Conservador de México.
Desde la Curul 602, en las comisiones y en la tribuna de la Cámara de Diputados me opuse a que se establezcan candados que impidan acceder a medios de defensa ante actos legislativos que puedan ser violatorios a los derechos humanos, que nos impidan promover las acciones de inconstitucionalidad ante la posible contradicción entre la Constitución, la ley, los tratados internacionales, reglamentos o decretos, con el objeto de preservar o mantener la supremacía de la Carta Magna, y dejar sin efecto las normas declaradas inconstitucionales; me opuse a que se le niegue a uno de los Poderes, órganos autónomos o niveles de gobierno que consideren que una norma, acto u omisión invaden su esfera de competencia, puedan promover una controversia constitucional.
Me opuse a que cada vez se le disminuya en facultades a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque ella es la garante del respeto a la Constitución, no lo es ni el Senado, ni la Cámara de me opuse pues, a la desaparición fáctica de la división de poderes, a la extinción de un verdadero sistema de pesos y contrapesos.
Me viene a la mente, la fábula de Rebelión en la Granja, de George Orwell, donde los animales se rebelaron de sus amos los humanos; estableciendo 7 mandamientos, el quinto de ellos decía que: “Ningún animal deberá tomar alcohol”, pero cuando los cerdos de la granja lo probaron y se embriagaron, mandaron cambiar ese mandamiento para que dijera: “Ningún animal beberá alcohol en exceso”. Así nos está pasando a todos los mexicanos; vemos a Morena hacer todo lo que dijeron que ellos no iban a hacer, porque estaba mal; vamos a ver a Morena hacer, lo que ellos decían que estaba mal de los gobiernos anteriores que tan combativamente criticaron y siguen criticando. El poder los ha nublado.
ALEX DOMÍNGUEZ
Maestría en Administración Pública, Diputado Federal del PRI por el VIII Distrito y Dirigente del Comité Directivo Estatal del PRI
dominguezd@hotmail.com