Por Francisco Javier Pizarro Chávez.
El domingo 15 de enero de este año en curso, se difundió en la “Sala de Cine del Arte” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACh, un video documental intitulado “La otra revolución” integrado por el fotógrafo chihuahuense Mario Corona Payán, el cual me hizo recordar una tradicional remembranza histórica, que les comparto.
En la década de los años 60, en México y en toda Latinoamérica se respiraban vientos de cambio. Los jóvenes chihuahuenses también soñábamos en un mundo mejor. Varios de ellos nos integramos a grupos guerrilleros clandestinos, para hacer frente a la “guerra sucia” de 1959 a 1976 creada por los presidentes de la república, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, que agredieron el proceso social posrevolucionario de 1917 y asesinaron brutalmente a los trabajadores ferrocarrileros, campesinos y estudiantes.
Se los describo. En 1958 el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), encabezado por el profesor Othón Salazar, demandó a la Secretaría de Educación Pública la “sindicalización del magisterio”, con el apoyo de mil quinientos maestros, el 30 de abril de ese año en los patios de la SEP, los cuales fueron reprimidos violentamente, a tal grado, que dejó un saldo de decenas de muertos y heridos y otros más encarcelados. Su líder, Othón Salazar, fue detenido, torturado y encerrado en el penal de la Prisión de Lecumberri, antes de procesarlo.
Un año después (1959), el presidente Adolfo López Mateos, despidió a 9 mil ferrocarrileros y recluyó a otros más a Lecumberri, entre ellos, a los líderes sindicales Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
No obstante, el 4 de agosto de ese año, Demetrio Vallejo fue electo líder del sindicato ferrocarrilero. Sin embargo, el 1 de septiembre la policía se apoderó de los locales sindicales y encarceló a 5 mil trabajadores ferrocarrileros más y sometieron a prisión a sus líderes Demetrio Vallejo y Valentín Campa, durante 10 años (1959).
Afortunadamente, fueron liberados por el Movimiento Estudiantil de 1968, aún y cuando Luis Echeverría, secretario de Gobernación del presidente Gustavo Díaz Ordaz, adujo que los líderes sindicales ferrocarrileros, magisteriales y estudiantiles, “no han logrado cambiar en la prisión su ideología política”, por lo que “no se han readaptado” y, en consecuencia, “no tienen derecho y no procede la libertad anticipada”, ya que el artículo 145 del Código Penal, establece el “delito de disolución social”, por lo cual permite meter a prisión a “todo aquel que proteste al gobierno”.
Afortunadamente los estudiantes y el Consejo Nacional de Huelga lograron suprimir el referido artículo y liberar a Valentín Campa y Demetrio Vallejo.
Otro acontecimiento histórico deplorable y atroz de la “guerra sucia” presidencial, es el asesinato del líder agrario zapatista Rubén Jaramillo y el de su familia (esposa e hijos) que fue acribillada por un destacamento militar y policías judiciales el 23 de mayo de 1962.
Jaramillo desde el inicio de la Revolución de 1910 y el apoyo a la candidatura presidencial de Lázaro Cárdenas (1934-1940), fue un líder campesino más respetado desde la lucha de “Tierra y Libertad” de Emiliano Zapata, por lo cual Cárdenas lo designó “presidente de su consejo de administración” a partir de que formó la Central Azucarera en 1938,en el ingenio de Zacatepec de Morelos.
Jaramillo se dio cuenta cuatro años después (1942) que el sucesor del presidente Cárdenas (Manuel Ávila Camacho), había traicionado los ideales de la Revolución. En respuesta a ello, en 1945 fundó el “Partido Agrario Obrero Morelense”.
Tan fue así que, en 1957 en el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines, se alzó nuevamente en armas en los cerros de Morelia por las amenazas a los campesinos y la corrupción de los políticos de la posfalacia “Revolución de 1910-1917”.
No fue el único. Arturo Gámiz y Salvador Gaytán, líderes del asalto al Cuartel Madera en 1965, difundieron en el periódico “Índice” al gobernador de Chihuahua, (General Giner Durán), que se iban a levantar en armas, “para hacer frente a los cacicazgos como el de Jesús Ibarra y Tomás Vega, que agobian al estado una vez que agotamos los medios legales sin futuro alguno”.
“Durante años, por las buenas estuvimos pidiendo justicia, pero usted, señor gobernador, nos despidió siempre con impulsos, se puso de parte de los latifundistas y les dio fueros”.
A partir de entonces se deterioró “la guerra fría” creada de 1958 a los de 1978, mediante la cual se beneficiaron los presidentes del PRI y el PAN y los magnates financieros y de los cárteles de la droga, los cuales van en declive.
Veremos y diremos si la consolidación de la “conciencia social”, que históricamente es la potencialidad de fuerza con que cuenta el pueblo, para fortalecer “su democracia participativa” y “bienestar social”, ejes fundamentales de la “otra revolución” pacífica y civilizada.