Chihuahua, un gigante económico en el norte de México, se enfrenta a un dilema que ya no podemos ignorar: la falta de un trato justo por parte de la Federación. A pesar de ser un motor que impulsa la economía nacional, nuestras voces han sido silenciadas en la toma de decisiones cruciales. Es hora de exigir un nuevo trato para Chihuahua, uno que respete nuestras necesidades y potencie nuestro desarrollo.
El reciente crecimiento económico de nuestro estado ha sido impresionante. Sin embargo, ese progreso no se ha traducido en bienestar equitativo para todos. Las mujeres, los niños, los jóvenes y los trabajadores del campo y de la industria han sido históricamente marginados en las políticas públicas. Necesitamos un trato que no solo reconozca nuestro potencial, sino que también garantice que todos los chihuahuenses sean escuchados y considerados en el proceso de toma de decisiones.
Las mujeres de Chihuahua son un pilar fundamental de nuestra economía y nuestras comunidades. Sin embargo, enfrentan barreras significativas en el acceso a oportunidades laborales y a la justicia. Exigimos políticas que promuevan la igualdad de género, que garanticen salarios justos y que protejan sus derechos. Las mujeres deben ser parte integral de la construcción del futuro de nuestro estado.
Los jóvenes también merecen ser escuchados. Son ellos quienes llevarán adelante nuestras luchas y sueños. Necesitamos programas de educación que no solo sean accesibles, sino que también respondan a las demandas del mercado laboral del siglo XXI. Al invertir en su formación y desarrollo, estamos asegurando un futuro más próspero para Chihuahua.
En el sector rural, los trabajadores del campo han sido los grandes olvidados en las políticas federales. Exigimos un trato justo que reconozca su arduo trabajo y su contribución vital a la economía. Necesitamos inversión en infraestructura, tecnología y acceso a mercados que permitan a nuestros campesinos prosperar. Ellos son los guardianes de nuestra tierra y la base de nuestra seguridad alimentaria.
Finalmente, los trabajadores de la industria, quienes son el corazón de nuestra producción, también merecen un trato digno. Exigimos condiciones laborales justas, salarios equitativos y una voz en las decisiones que afectan sus vidas. La industrialización de Chihuahua debe ir acompañada de una responsabilidad social que garantice el bienestar de quienes hacen posible este crecimiento.
No podemos permitir que las decisiones que impactan nuestras vidas y nuestro futuro sean tomadas desde un escritorio en la Ciudad de México, sin considerar nuestras realidades y necesidades específicas. Chihuahua tiene el derecho de participar en la formulación de políticas que nos afectan directamente, y debemos alzar la voz para asegurar que se nos considere en cada decisión.
El nuevo trato para Chihuahua no es solo un reclamo; es un llamado a la acción. Debemos unirnos como comunidad para exigir a la federación que escuche nuestras voces y valore nuestras contribuciones. No podemos permitir que el crecimiento económico se produzca a expensas de la justicia social. Chihuahua es más que un motor económico; somos un pueblo con historia, cultura y un futuro que merece ser construido con equidad y respeto.
Es tiempo de levantarnos y hacer eco de nuestras demandas. Chihuahua merece un trato justo, y juntos, podemos hacer que nuestras voces sean escuchadas. ¡Es hora de construir un futuro donde todos tengamos un lugar en la mesa y defendamos nuestra soberanía!