“Haz patria, mata un cura” dicen en Cerocahui
Por: José Luis Jáquez
La ola de violencia que azota al territorio mexicano no tiene freno, en gran parte se debe al fracaso de las estrategias en materia de seguridad.
Los grupos delincuenciales por igual asesinan a niños, jóvenes, mujeres, adultos mayores, profesionistas, empresarios, periodistas, políticos, maestros y sacerdotes, sabedores de que la impunidad es la que “manda”.
Miles de familias y líderes sociales que se encuentran de luto exigen justicia, como lo ha manifestado la comunidad jesuita, que el pasado 20 de junio perdió a dos de sus integrantes en el municipio de Urique.
Van para ocho meses del asesinato de los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar; Jesús Palma, guía de turistas y el apayer de beisbol Paul Berrelleza, supuestamente en manos José P. G., alias El Chueco, de quien se dice opera con toda libertad en la Sierra Tarahumara.
Por cierto, ha disminuido la presencia en Urique y demás pueblos serranos, de elementos de la Guardia Nacional, del Ejército y la fiscalía del estado. La población se encuentra a merced de los narcotraficantes y otras mafias.
En una plática con el vicario de la diócesis, Héctor Fernando Martínez, comentó que desafortunadamente hay sectores de la población serrana que ven como “héroes” a los delincuentes que atentan contra los sacerdotes, es más hasta corridos les han compuesto. Son “venerados” a través de la música.
Recientemente aparecieron pintas en bardas de Cerocahui y otros pueblos serranos con la siguiente leyenda: “Haz patria, mata un cura”. Esto pone en peligro, tanto a los sacerdotes jesuitas e integrantes de otras órdenes cristianas.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió a las autoridades mexicanas medidas urgentes para proteger a los jesuitas y otros curas que permanecen en Urique, pero la protección no ha llegado.
La Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús exigió al nuevo fiscal de Chihuahua, César Gustavo Jáuregui Moreno, justicia en el caso. Y puntualizan que desde el crimen de los curas, “la inseguridad sigue azotando a la Sierra Tarahumara” y en la comunidad de Cerocahui, “impera el miedo entre los habitantes”.
El acto criminal le dio la vuelta al mundo, incluso Francisco condenó el asesinato de los clérigos, así como por la ola de violencia que aqueja a México, la cual “no resuelve los problemas sino que aumenta el sufrimiento inútil”, comentó el pontífice.
Un peligro ser sacerdote en México
En México ser sacerdote es una actividad de riesgo, de tal manera que en las últimas tres décadas 70 religiosos han sido asesinados. Y 50 casos corresponden a los sexenios de Felipe Calderón ( 17 ) Enrique Peña Nieto (26) y Andrés Manuel López Obrador (7). Claro, con un 97% de impunidad.
El informe “Situación de la Iglesia Católica ante la violencia”, elaborado por el Centro Católico Multimedial, indica que nuestro país es el más peligroso para ejercer el sacerdocio en América Latina.
Entre 1990 y 2021, 79 sacerdotes y religiosos fueron agredidos, a los que se les suman los recientes crímenes de José Guadalupe Rivas, en Baja California y de Javier Campos y Joaquín César Mora en Chihuahua.
Según el Centro Católico Multimedia, la violencia ha sido un factor en la desaparición de un cardenal, 61 sacerdotes, un diácono, cuatro religiosos, nueve laicos y una periodista católica. Además, se han incrementado delitos de extorsión y fraudes contra sacerdotes y religiosos. Y son más frecuentes los ataques a templos católicos.
La Conferencia del Episcopado Mexicano pidió a las autoridades revisar las estrategias de seguridad, pues se ha fracasado. “México está salpicado de sangre por tantos muertos y desaparecidos” , dijo a través de un video Ramón Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
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