Hace cuatro años, ni él mismo con esa imaginación que tiene pensó que estaría de nuevo en la presidencia de los Estados Unidos. Más cerca se veía de la cárcel en ese momento por traer consigo investigaciones y cuenta pendientes con la justicia, y tras esta particularidad, se convierte en el primer presidente con más de 30 delitos en llegar a la Casa Blanca.
El otrora paladín de la democracia, la libertad y la justicia, se desmorona…otra vez, tras la elección de quien encarna el antítesis de su ideal, lo que alguna vez fue y que pretendió seguir siendo con muy poco éxito ciertamente.
¿Quiénes votaron a Trump? ¿a quiénes les habló? A la clase media blanca (tanto a los que realmente lo son de acuerdo con sus ingresos y grupo racial, como a aquellos que se creen de esta clase social y racial y que no lo son) que aún piensa que el sueño americano puede regresar y que todo aquel o aquella que no pertenezca a esta raza y grupo, debe irse pues son el origen de todos los males.
¿Cuál fue su narrativa? Usó el desempleo que tanto les duele y perjudica (no solo a los estadounidenses, por cierto, sino al mundo entero), a su economía. La fuga de empleos, el alto costo de vida, la falta de acceso a servicios básicos, entre otras cosas, y lo explicó de la manera más simple y tramposa, pero que ya vimos, muy efectiva: culpar a los migrantes.
Hacer a México y a los latinos en general, enemigos y culpables de problemas como la falta de empleo y responsables de crímenes, otra vez funcionó porque las personas buscan culpables, es más fácil eso que asumir que el mundo ha cambiado, que las economías ya no dependen de los Estados, sino que la globalización los modificó y no hay punto de retorno.
El discurso de odio se impuso otra vez, inclusive los latinos, blancos favoritos en los discursos del candidato republicano, le dieron su voto, porque atendieron la emoción antes que, a la razón, y eso ya lo sabía Trump y no hizo más que aprovecharlo.
La geopolítica deberá revisar las implicaciones del triunfo de Trump, pues Palestina y Ucrania de entrada, ya están en problemas, mientras que Rusia e Israel festejan la llegada de un aliado que muy seguramente apoyará todas las acciones bélicas que se requieran.
Y para la ciudadanía estadounidense que no coincide con Trump, fuerza para combatir la embestida que les espera a quienes apoyan a los migrantes, a quienes creen y trabajan para combatir el cambio climático, a las miles o millones de mujeres que buscan la igualdad sustantiva, Vienen tiempos obscuros, el ambiente se va a derechizar y a poner a merced del dinero y los intereses de la mafia de Trump.
Comprobamos una vez más que el mundo ya no es de dos bandos sino de muchos, atrás quedó la guerra fría y el planeta polarizado, las fuerzas emergentes están reacomodándose aún y esa es la única buena noticia, que esa multipolaridad dará un equilibro de fuerzas para que nadie, incluido Estados Unidos, abuse de su poder.