Dar a conocer a Jesús, ir a evangelizar y dar testimonio de la fe a través de las obras fue la invitación que monseñor Luis Carlos Lerma, párroco de la Catedral Metropolitana de Chihuahua realizó a la comunidad católica al presidir la misa solemne de la Epifanía del Señor.
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En esta celebración el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann estuvo ausente debido a que se encuentra de visita con su familia, sin embargo dejó un caluroso saludo para la grey cristiana y los diversos grupos y ministerios que cada primer domingo del mes se dan cita en el recinto santo para participar del cuerpo y la sangre de Cristo.
Durante este domingo, en el evangelio según San Mateo se recordó el nacimiento de Jesús y la llegada de los magos de Oriente, quienes vieron surgir su estrella y acudieron a adorarlo. Esta celebración es la fiesta de la Epifanía del Señor, es decir, la manifestación de Jesús a todos los pueblos de la tierra representados por estos magos.
Monseñor Luis Carlos Lerma mencionó que estos magos, eran gentiles y paganos, gente estudiosa y observadora, quienes con su sabiduría siguieron una estrella que los condujo a Jerusalén, donde preguntaron por el nuevo rey de Israel que habían nacido, ello sobresaltó al rey Herodes, quien mató a una de sus esposas y dos de sus hijos que pretendieron usurpar su reino, por lo que no dudo en matar a Jesús.
El sacerdote refirió que los magos continuaron su camino y llegaron a adorar al niño, al reconocer en él su naturaleza divina. Sus regalos fueron oro que ha sido identificado como un regalo para un rey. El incienso que se interpreta como un aroma grato que sube como incienso a los ojos de Dios Padre y, mirra como una especie de aceite que se ha interpretado como la necesidad que tendrá Jesús de ser ungido y preparado para la sepultura, ello tras reconocer la esencia humana del hijo de Dios.
Además mencionó que detrás de estos magos que vinieron de tierras lejanas a adorar a Jesús están los paganos, quienes son partícipes de la misma salvación, es decir, la salvación que Jesús ofreció no sólo fue para el pueblo judio sino para todos los pueblos de la tierra.
Ante ello exhortó a los católicos a ser evangelizadores y dar testimonio de Jesús, para que las nuevas generaciones conozcan sus maravillas.
En la oración comunitaria se elevó una plegaria para que ilumine con su luz a las naciones, por las comunidades cristianas para que puedan reconocer el don de los diferentes carismas, por los hombres y mujeres del mundo, por los no creyentes para que encuentren la luz de Jesús en su camino. De la misma manera se oró por las enfermeras y enfermeros, así como por las intenciones de varios de los presentes.