Según la Secretaría de Educación Pública (SEP), la matrícula total del Sistema Educativo Nacional es de 36.6 millones de alumnos en México, atendidos en 258.5 mil escuelas y con apoyo de 2.1 millones de profesores, quienes actualmente se encuentran en uno de los retos más grandes de la educación: las clases virtuales.
La estrategia educativa actual se basa en grupos de WhatsApp, videollamadas, correos electrónicos, llamadas telefónicas e ingresos fallidos y exitosos a Microsoft Teams, Google Classroom y Moodle, por mencionar a algunas de las plataformas de apoyo pedagógico que han registrado cifras históricas en estas semanas de confinamiento; el auge de la teleeducación ha permitido a la plataforma de Microsoft superar los 44 millones de usuarios activos diarios, lo que marca una diferencia de 12 millones más en comparación al 2019.
A pesar de la tecnología con la que cuentan algunas escuelas, la gran mayoría no tiene la infraestructura necesaria para continuar con el programa en curso, por lo que la falta de servicios digitales ha ocasionado contratiempos en el ciclo escolar en curso.
Para aquellos que en cuestión de días lograron adaptarse al cambio, la nueva manera de educar ha sido todo un reto, ya que como aseguran, la educación presencial no puede suplirse con nada debido a que para impactar positivamente en la vida de los estudiantes, se debe tener contacto humano.
“El ser maestro para mí, es un sentimiento de alegría, ya que me da la oportunidad de transmitir el conocimiento y dejar algo positivo a nuevas generaciones; la contingencia al ser repentina nos dejó un poco desorientados, trabajando un poco más lento ya que se hace complicado poder desenvolverse para aclarar dudas como cuando nos encontramos en el aula, sin embargo, tuvimos la oportunidad de salir adelante todos en conjunto, tanto alumnos como maestros”.
“Un maestro es un alma que nace con el fin de amar, aprender, instruir, crear, compartir y disfrutar. Actualmente trabajar de forma virtual con mis alumnos me ha dado la oportunidad de seguir aprendiendo, crear nuevas estrategias, innovar; cambiar de escenario por un momento y llevar la magia hasta sus hogares”.
“Para mí, las clases virtuales han sido una muy grata experiencia ya que me han permitido mantener el contacto con los alumnos durante esta contingencia. Estoy muy gratamente sorprendido con la actitud responsable de la inmensa mayoría de mis estudiantes, mi reconocimiento, cariño y respeto para todos ellos. Extraño mucho las clases presenciales por el ambiente y bonita convivencia en las aulas. Más que nunca pienso, que lo más importante de la labor de los docentes, es no sólo el aprendizaje de los estudiantes, sino su crecimiento personal”.
“Un maestro cuando no puede ver a sus alumnos es privarlo de su familia, esa otra que también le quiere y que comparte con la de su casa un solo corazón, el de un afortunado que sabe que sus hijos son muchos, pues así los quiere, es feliz en sus triunfos y sufre con sus penas. Pero que aún separados siempre están juntos en el viejo corazón de un maestro dentro de un salón de clases. Dios bendiga a los cholos de Contreras”.
“Ser maestra durante una pandemia no es algo que te enseñen en la universidad, ni en ningún otro lado. Es difícil no estar cara a cara; pero siempre hay maneras para llegar a ellos, el amor a la educación siempre vence barreras y se hace lo posible por que los alumnos estén bien. Extraño el contacto, las risas y las preguntas diarias, pero tengo la certeza de que esto pronto terminará. Ser maestra es ensanchar el corazón todos los días y transformar vidas, y sin duda ellos han transformado primero la mía. ¡Los extraño mucho, niños!”.
“Esta nueva modalidad de enseñanza-aprendizaje ha sido todo un reto tanto para mí como para mis alumnos. La parte del vínculo con mis alumnos ha sido un golpe fuerte porque definitivamente el contacto es necesario, ya que desde que llegan al salón de clases y les doy los buenos días, logro identificar cómo vienen desde casa y qué giro o planeación seguiré para que la clase se torne de buena manera. En estos días extraño mucho sus ocurrencias, los abrazos y los ademanes que los caracterizan a cada uno”.
“Esto ha ido mejorando día con día, también con la ayuda de los padres de familia que están al pendiente de las necesidades que los alumnos van presentando. ¡Gracias a ustedes también papás!, creo que el contacto humano y la interacción son importantes en nuestras vidas para crear vínculos más firmes con las personas. Extraño enormemente a mis alumnos, deseo que todos juntos salgamos pronto de este evento histórico”.
“Extraño las preguntas, las opiniones. La oportunidad de sorprender. No intento ni he intentado nunca ser una especie de mesías de la educación, pero sí creo que, si mi labor sirve para cambiar la vida de al menos uno de mis alumnos, eso es más que suficiente. En estas semanas he estado en conexión con mis alumnos vía clases online, no se siente igual, como que le falta sabor al asunto. Sí, la tecnología es maravillosa, pero no sustituye al contacto cara a cara con las personas, a los gestos y a las reacciones positivas o negativas a lo que uno está exponiendo en un pizarrón, en un libro o en una presentación”.