El 29 de enero de 1962, Yves Henri Donat Mathieu-Saint-Laurent, realizó por primera vez un desfile en París bajo su sello, el ya famoso YSL, pero esto no quiere decir que era un principiante, el diseñador ya era todo un experto, tanto que había sido llamado para reemplazar a Dior quien había fallecido unos cuantos años antes.
En ese desfile, que fue todo un acontecimiento, iniciaba una nueva era para el diseñador de moda y empresario francés, considerado uno de los principales de la segunda mitad del siglo XX.
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Yves Saint Laurent afirmaba que la moda no era un arte pero que era necesario un artista para hacerla. Sus exclusivos diseños además de imponer tendencia, rendían homenaje al arte, algunas de sus colecciones estuvieron inspiradas en la obra de Picasso o Mondrian, además entremezclaban elementos artísticos y de cine.
La colección otoño-invierno de 1979, por ejemplo, fue un homenaje al malagueño Pablo Picasso, de quien descubrió en la Biblioteca Nacional de Francia los decorados y diseños que hizo para los Ballets Rusos de Serge Diaghilev.
Copió obras suyas igual que un pintor podía copiar a sus predecesores, y para ese trabajo de traslación sobre la tela creó vínculos entre un arte y otro. El vestido resultante, fue de crepé de satén, que actualmente puede verse en el Centro Pompidou, el mismo en el que el diseñador ofreció su desfile de despedida el 22 de enero de 2002, al que asistieron aproximadamente dos mil invitados.
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Después de 60 años, hoy es una firma internacional, que ha sobresalido más allá de su obra. Por tal motivo, seis importantes museos de la Ciudad de la Luz, rendirán tributo a su legado y fuente de inspiración.
Se trata de Yves Saint Laurent Aux Musées, una serie de exposiciones simultáneas para homenajear la vida y obra del influyente diseñador, y ofrece un "diálogo" entre la ropa y los pintores o movimientos pictóricos que interpretó o tomó como base y que que además coinciden con la conmemoración del 60 aniversario del desfile de alta costura.
Saint Laurent (1936-2008) "tenía una verdadera pasión por el arte y de forma natural se inspiraba en las artes para crear, pero cada una de sus inspiraciones eran el fruto de largas investigaciones", explicó la comisaria general de la muestra, Mouna Mekouar.
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Museos en su honor
Del 29 al 15 de mayo, los recintos presentarán diferentes aspectos del trabajo de YSL, desde exclusivos diseños dignos de museo, hasta fotografías de archivo.
El Museo del Louvre, el de Orsay, el de Arte Moderno de París, el Picasso y el Yves Saint Laurent son las instituciones de la capital gala que han colocado creaciones de Saint Laurent junto a las obras de su catálogo permanente que iluminaron al genio, como la escultura Flor Policromada de Fernand Léger (1952).
Tres artistas fueron determinantes en sus colecciones: Picasso, al que consideraba "un genio en estado puro"; Matisse, "que le ayudó a entender el color", y Mondrian, "probablemente por su pureza y su búsqueda de la perfección", sostiene Mekouar.
"Incluso cuando no hacía un homenaje explícito a un artista, siempre lo tenía presente en su mente y en su repertorio", añade la comisaria de la exhibición en el Centro Pompidou, Marie Sarre.
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No se puede hablar de trasposición literal porque los distintos soportes, ya sea el lienzo o la tela, tenían como resultado creaciones únicas, como su blusa y falda de organza de la primavera-verano 2001, inspiradas en Pierre Bonnard, considerado líder del grupo de los Nabis.
"No se trata de hacer que un vestido sea un cuadro, sino de tener la valentía de probar muchas cosas diferentes y de proponer esas bonitas creaciones", estima a su vez la comisaria en el Museo de Arte Moderno, Charlotte Barat.
Al visitante se le ofrece un circuito por esos seis museos de París con Saint Laurent como hilo conductor. Un hilo que refuerza el vínculo que el diseñador, con sendos museos homónimos en París y Marraquech, tenía con esos templos de la cultura.
El Metropolitan de Nueva York, en 1983, le dedicó la primera exposición centrada en un modisto en vida y congregó a 640 mil visitantes. Desde entonces otros como el Hermitage de San Petersburgo (1987) o el Palacio de Bellas Artes de Pekín (1985) han acogido sus creaciones.
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Esta última incursión artística contribuye a ensalzar el talento de alguien que disfrutaba del arte como coleccionista y como espectador, y que a través de sus creaciones agrandó la leyenda de sus referentes.
Con información de EFE