Los fanáticos de las animaciones japonesas, el cosplay y los mangas que asistieron al Bazar Friki organizado durante la tarde de este domingo quedaron encantados con lo que vieron y vivieron en las instalaciones del gimnasio San Pedro.
Para muchos amantes de la cultura oriental, esta fiesta fue tan mágica como esperada, pues de acuerdo con algunos asistentes abordados, lo pasaron increíble con las actividades temáticas que hubo en el citado espacio, desde animación hasta aventura y mucha diversión.
Haciéndole honor a la parte de su nombre que refiere al bazar, en este lugar los coleccionistas se dieron vuelo con la variada exhibición de artículos alusivos que prácticamente rebasaron las expectativas más optimistas de los asistentes.
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Joyería, ropa, juguetes, objetos de papelería, peluches, accesorios y mucho más, sin faltar, desde luego, figuras, cómics, ilustraciones y colecciones exclusivas formaron parte del inventario del evento, que dejó satisfecho a más de un fanático que, gracias a que aquí encontró lo que llevaba años buscando, pudo ver por fin su colección completa.
Desde luego y como suele ocurrir en los eventos de su tipo, ninguno de los que asistieron se preocupó por tener que cocinar antes de ir, pues en el lugar se contó con stands exclusivos para comida a la venta, con un menú variado, que abarcó la mayoría de los gustos y exigencias de quienes se dieron cita.
No todo se remitió a la compra o venta de mercancía. En ese sentido, el bazar friki bazar se convirtió en un universo de opciones con música, pláticas con temáticas otaku, karaoke y, desde luego, los infaltables cosplayers, quienes como siempre le dieron buena parte de vida y color a la fiesta dominical.
Como siempre también, estos se dieron tiempo para convivir con los asistentes, algunos de los cuales no dejaron pasar la oportunidad de tomarse la ya clásica foto del recuerdo con sus personajes favoritos.
“Me da gusto que nuestra cultura haya crecido”, platica Estela, una otaku de la vieja guardia. “Cuando estas convenciones (el bazar) empezaron, lo hicieron en una casa de la cultura que estaba aquí en el centro”.
Ella se refiere al local de Neourbana, que hace 20 años se ubicaba en la calle Gómez Farías casi esquina con Cuarta. “En aquel entonces, el evento era un éxito sí íbamos ocho chícharos a comprar lo que pudiéramos en las dos mesitas que tímidamente se ponían con mercancía… y ni pensar en ir cosplayados… corríamos el riesgo de que nos miraran feo por la calle”, sigue recordando.
“Hoy (esas dos décadas después) las cosas han cambiado, afortunadamente, aunque sí se extrañan eventos de mayor tamaño, con los Winter y el Summer Fest, o más recientemente la Supreme, que fue en el gimnasio Tricentenario. Me dio mucho gusto, porque convocaban a mucha gente, y pudimos ver el crecimiento no sólo de una cultura, sino de la apertura de la sociedad misma”, comenta.
Estela se refiere con esto último a que en la actualidad el cosplay es algo normal en la ciudad. “¡Qué bueno que ya la gente no se les queda viendo a quienes se disfrazan, muchas veces con sus propios medios. Desgraciadamente, yo ya no lo puedo hacer, ahora porque creo que ya no estoy en edad… es más, ni debería estar aquí, pero si adoptas esta cultura y esta forma de ser, difícilmente te podrás deshacer de ella”, finaliza.