Memorias de Chihuahua

Hace cien años, en las tierras de la región sur de Chihuahua, tres bandidos a caballo, armados con un rifle y pistolas, lograron escapar de la ley y escabullirse de más de 20 contingentes del Regimiento de Caballería, después de haber asaltado a tres americanos. Aquellos asaltantes les robaron cerca de 8 mil pesos a esos tres sujetos (Swan, Hill y Monke), quienes trabajaban en la Compañía Tecolotes, cerca de la Plaza de Santa Bárbara. Los ladrones nunca fueron encontrados.

Los bandoleros han existido desde tiempos de la antigüedad, en México esta práctica se hizo muy famosa a partir de los años posteriores a la Independencia. En la región de Parral, durante las primeras décadas del siglo pasado, vivió uno de los bandoleros más famosos de la historia: Francisco Villa.

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Según un informe de 1922 dirigido al presidente municipal de Parral, Ignacio Corral, relatado por uno de los americanos que fueron asaltados y secuestrados por los bandidos, cuenta la historia de uno de los bandoleros que lo arremetieron cerca de la plaza de Santa Bárbara. El malhechor, que iba a trote en su caballo, lo privó de la libertad. Según la versión, el asaltante también trabajaba en la compañía Tecolotes.

El trabajador americano junto con sus compañeros se dirigía hacia la plaza de Santa Bárbara, donde laboraban. Los extranjeros atravesaban el camino en coche. Más allá de la Estación Cenzontle, fueron interceptados por los bandidos, que permanecían esperándolos entre la hierba, los montes y el polvo. Luego, según ese informe, terminaron raptados.

Los bandidos eran tres jinetes, cargaban con sus pistolas y un rifle 30-30 y robaban montados a caballo. Cuando secuestran a los americanos habían pedido la cantidad de 10 mil pesos. A partir de amenazas, mandaron a una de las víctimas por el dinero. Este regresó con los bandoleros, pero sin la cantidad exigida, tan sólo llevaba mil pesos. Después lo regresaron por más efectivo y este volvió con más monedas. Sin embargo, los bandoleros sólo huyeron con cerca de 8mil pesos.

Tras suceder este asalto, se le pidió ayuda al teniente coronel Meza del 1er. Regimiento de Caballería con 15 hombres montados a caballo, para que buscaran a los asaltantes.

Este contingente marchó rumbo al mirador, por el Rancho del Negro para “cortarles la retirada” en caso de que ese hubiera sido su camino. Luego regresaron al sitio donde fue el asalto para encontrar las huellas o el rastro de aquellos asaltantes en la tierra, en las montañas y entre el paraje de posibles escondites. Después, con otros cinco hombres más, pero ahora en coches, se dirigieron a la Plaza de Santa Bárbara.

Cerca de ahí, fueron a unos cortes de madera, en donde quizá habría sido su escondite... No encontraron nada. En esa misma tarde, con otros 20 individuos de la tropa y un oficial realizaron una minuciosa exploración por la zona ya cayendo la noche. Entre luces y sombras, caminos, veredas y montes, nunca encontraron a aquellos bandoleros. Su fuga sigue siendo un misterio.

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