Será el próximo 16 de noviembre cuando el artista chihuahuense Luis Y. Aragón inaugure al interior del Cereso 1 (Aquiles Serdán) su más reciente trabajo mural, “Memoria de piedra”, en el cual tuvo la ayuda de algunos integrantes de la población del propio penal.
El maestro del arte plástico y sus aprendices llevan trabajado en el proyecto aproximadamente medio año; cuando las condiciones (de seguridad, principalmente) aquel va y en base a indicaciones que da a sus pupilos, poco a poco la obra ha ido tomando forma.
“Quise reflejar en este espacio una parte de la cosmogonía rarámuri, basados en partes importantes de sus mitos”, explica don Luis, añadiendo que la experiencia de hacer el mural fue muy interesante desde que se comenzó a empapar sobre el tema.
Con la elocuencia que siempre lo ha caracterizado, habla de lo que se encontró al momento de “estudiar previo a la tarea”: de unos rarámuris que, por peleoneros, son castigados por su dios quitándole elementos a la bóveda celeste; de un gigantesco cuervo que arañó la superficie del planeta y así se hicieron los ríos; de tlacuaches enormes que, con su cola, “exprimieron” el vientre de las mujeres para que naciera la etnia rarámuri.
“Me puse a leer unos textos del maestro políglota Enrique Servín, que sabía mucho sobre el tema, los rarámuris”, concede el mérito al desaparecido escritor. “Él platicó mucho con ellos, sobre su cosmogonía, cómo interpretaban ellos el universo, sus bailables y escribió sobre eso”.
De acuerdo con el maestro Aragón, una de las interpretaciones que tomó de Servín fue el mito del Yúmare (sic), que él se esforzó en plasmar en un espacio de 6.5 metros de ancho por tres de alto, con su entusiasta equipo, como define a quienes le ayudaron.
“Podremos ver imágenes de una tortuga, o como ellos (las interpretaciones de algunos rarámuris) le decían, ‘una piedra que nada’, un humanoide ofreciendo una ofrenda a los de arriba…” describe don Luis.
Agrega que los colores que predominan en la obra son los mayormente utilizados en el arte rupestre y en las pinturas primitivas de lo que con el devenir del tiempo sería conocido como el estado de Chihuahua: rojo, negro, amarillo y blanco. “Colores sagrados por su significación”, complementa. “Los usaban también en sus rituales”.
No todo fue fácil
Seis meses es un periodo cuya longitud depende el punto de vista de cada quien. En el caso de la hechura de la obra, el maestro Aragón considera que fue el “adecuado”, porque no estuvo exento de dificultades.
“Originalmente se había pensado en mosaico de piedra de diferentes partes de Chihuahua (para la elaboración del mural), pero se descartó debido al trabajo que implicaba la transportación, así como la introducción a un área donde se cuida mucho el aspecto de la seguridad”, explica.
“Finalmente se optó por piedra artificial, misma que requiere de un proceso químico. Luego también se requirieron ciertos trámites para el manejo de las sustancias, los ingredientes que utilizaríamos en ello”, recuerda.
Una preocupación que tenía el artista fue explicarse ante quienes le ayudaron. “Lo he hecho a través de dibujos. Empecé a dibujar hasta que tuve más o menos una idea de interpretar las palabras de Servín; se lo enseñé a estas personas (privadas de la libertad) y les gustó”, dice.
“Me interesaba muchos no dejarlos solos en ninguna parte del proyecto”, puntualiza. “Así que cuando no se podía trabajar por medio de indicaciones habladas (por cuestiones de seguridad, se reitera) nos comunicamos por medio de cuadros y dibujos”.
Comenzó así a trabajar en maquetas que son ocho veces más pequeñas de lo que será el original. “Nos vamos interpretando bien”, considera el maestro, basados en los avances “a toda marcha” de la obra, que “está quedando interesante”.
Siempre innovador, Aragón tiene la idea de hacer una obra movible que, en un momento dado, pueda ser itinerante y salir a exhibirse a otros públicos de la ciudad o del estado. “Espero que le guste a la gente el día de la inauguración”, manifiesta.
“Y si no gusta, pues que no salga y ahí se quede”, finaliza con humor.
Detrás del mural
Si bien don Luis comenzó a involucrarse hace seis meses, hay un trabajo de aproximadamente el doble en “Memoria de piedra”. De hecho, el proyecto fue bautizado así por los maestros Elma Varela, Efrén Holguín y Patricia Ramírez, integrantes de la Dirección de Animación Cultural, instancia federal.
La primera de ellas explica que todo comenzó debido a los “Convites” actividades que tienen como finalidad lograr que los miembros de las distintas comunidades en el país ejerzan libremente sus derechos culturales de recreación y ocio.
En este caso, la comunidad en la que ellos trabajaron fue precisamente la que existe en el Cereso 1. Ellos platicaron con el maestro, le sugirieron los textos de Servín. Luego, la agente cultural Norma Alfaro fungió como la mediadora para que aquellos llevaran su convite al interior del penal.
La maestra Varela define esta experiencia como muy satisfactoria, pese a que ellos también sufrieron de las dificultades por cuestiones de seguridad. “Podemos hablar de dos fases en el diseño de mural”, menciona. “La primera contó con la colaboración de 35 personas, pero luego de un reciente motín en Ciudad Juárez, nos asignaron ya solamente a seis chavos”.
Empero, más allá de lo anterior, reitera su satisfacción. “Hicimos registro en foto y video de cómo se hizo el mural, pero, sobre todo, considero que se cumplieron los objetivos del convite. Todos se acercaron a la cultura, se divirtieron y aprendieron”, finaliza.