Memorias de Chihuahua
Camino Real de Tierra Adentro fue la ruta comercial que integró al septentrión de la Nueva España con su centro político y financiero, en un trazo que unió a la Ciudad de México con Santa Fe, en el entonces Reino de la Nueva México a más de 2,500 kilómetros de distancia. Este elemento de conectividad surgió gracias a los importantes descubrimientos mineros que se realizaron al norte de Zacatecas, teniendo como un efecto agregado la conformación de un área cultural con necesidades, aunque variadas, muy similares entre sí.
Este itinerario incidía económica y socialmente en poblaciones del hoy estado de Chihuahua como Parral, Valle de Allende y Santa Bárbara, así como otras que nacieron entre los siglos XVII y XVIII. En esta edición de Memorias de Chihuahua, abordaremos algunos aspectos que han trascendido, fueron parte y son herencia de Camino Real de Tierra Adentro.
Tomamos el caso de Parral para ilustrar la presente narrativa, porque es una comunidad que emergió del subsuelo a través de la intensa actividad minera que permitió el descubrimiento de "La Negrita", una mina cuyas vetas de plata hicieron posible que se fundara una población a sus pies, que creció en tiempos del dominio español y configuró su identidad.
A la par del auge minero, los vecinos del Real de San Joseph del Parral se apropiaron de su espacio y comenzaron a construir una serie de edificaciones de tipo civil y religioso, ejemplos destacados son la Casa Consistorial, la Parroquia de San José, los templos de San Juan de Dios, San Nicolas de Tolentino y el dedicado a Nuestra Señora del Rayo.
Asimismo, en construcciones que se fueron perdiendo con el tiempo operaron órdenes religiosas como los jesuitas y los franciscanos. Hubo en Parral un Colegio-Seminario y un convento donde actualmente se sitúan los restos del Teatro Hidalgo, instituciones que existieron en cantidad a lo largo del Virreinato de la Nueva España.
Un bien inmueble de esta época que todavía permanece de pie es el puente de Calicanto, considerado como la obra pública más antigua de la ciudad, que ha sobrevivido a las inclemencias del tiempo, las avenidas del río San Gregorio y a las decisiones políticas de las últimos días. Este elemento arquitectónico daba entrada a las diligencias que utilizaban la mencionada ruta para trasladar desde mercancías hasta personas.
Del Parral Virreinal se conserva una rica variedad de manifestaciones artísticas por medio de la pintura y la escultura, por ejemplo: la representación en madera y otros materiales de personajes como San José, la Virgen de la Soledad, El Nazareno, la Virgen del Rayo y otras más que se conservan en el Museo de Arte Sacro. Pinturas en oleo la hay de la Santísima Trinidad, de San Salvador de Horta, de San Cosme y San Damián, todos ellos parte de la cosmovisión espiritual de la colonia.
Es complicado unir todos estos elementos que muchas veces no cuentan con una datación, sin embargo contamos con documentos que fueron producidos en dicha época, resguardados en el Archivo Histórico del Municipio de Parral y en el Archivo Histórico de la Parroquia de San José, que nos permiten hacer interpretación del denominado periodo.
A lo anterior se suma el patrimonio biocultural que desde entonces caracteriza al poblado minero, como el cerro de su mina fundadora, el río San Gregorio y la peculiar traza que tiene Parral, sus calles estrechas, elevadas y hundidas, divididas por el cuerpo de agua que en aquel entonces le proveía del vital líquido.
Para finalizar la presente entrega es necesario hacer reflexión del desarrollo que promovió Camino Real de Tierra Adentro, los vínculos que impulsó para que Parral surgiera y se estableciera en un determinado lugar, para que la cultura se ejerciera y las manifestaciones artísticas se quedaran como parte fundamental del imaginario colectivo de su gente, aunado a ello el ingrediente geográfico y las tradiciones.
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