Memorias de Chihuahua
La Colonia Díaz, ubicada a lo largo del río Casas Grandes en el noroeste del estado de Chihuahua, México, fue la primera colonia mormona permanente en el país. Fundada en 1885, esta colonia se convirtió en un refugio para las familias mormonas que huían de la Ley Morrill Anti-Bigamia, especialmente después de la decisión de 1878 que prohibía la poligamia.
Los primeros mormones que llegaron a México establecieron campamentos temporales junto al río Casas Grandes. En cuestión de semanas, la Colonia Díaz se erigió como la primera colonia mormona permanente en el país. El nombre de la colonia se eligió en honor al entonces presidente mexicano Porfirio Díaz, cuya política fomentaba la colonización extranjera.
Es importante destacar que ninguna de las colonias mormonas tenía liderazgo político local y todas las decisiones civiles eran tomadas por los obispos y el presidente de estaca. En 1911, se presentó una solicitud al gobernador de Chihuahua, Abraham González, para obtener la independencia municipal de las Colonias Juárez, Colonia Dublán y Colonia Díaz. Sin embargo, debido a los disturbios civiles provocados por la Revolución Mexicana en Chihuahua, la decisión de autogobierno nunca se llevó a cabo.
A pesar de mantener una relación amistosa con el presidente Porfirio Díaz, los colonos mormones en México consideraban su gobierno dictatorial. Durante los primeros años de la revolución mexicana, mantuvieron una posición de neutralidad en medio de la creciente tensión en la región. Sin embargo, en febrero de 1911, el líder revolucionario Francisco I. Madero ingresó al estado de Chihuahua desde su breve exilio en la frontera estadounidense y dirigió un ataque a Casas Grandes, al sur de las colonias mormonas, marcando así el inicio de la Revolución Mexicana.
A pesar de las condiciones inestables en el país, las colonias mormonas no fueron afectadas en gran medida, excepto por algunos robos ocasionales de cercas de pasto, caballos y ganado que principalmente se utilizaban para obtener carne.
Sin embargo, la tensión en Chihuahua aumentó cuando Pascual Orozco abandonó las filas de Madero y se rebeló. Orozco financiaba principalmente su rebelión con el ganado confiscado de las colonias mormonas, el cual vendía en Texas para comprar armas y municiones. La noticia de que los colonos mormones tenían armas llevó a una pequeña fuerza de 35 hombres, liderada por Enrique Portillo, a ser enviada entre las colonias para desarmarlas.
El 12 de julio de 1912, un líder rebelde de apellido Arriola confiscó toda la harina del molino de la Colonia Díaz y ordenó la entrega de armas al día siguiente. Sin embargo, Thomas D. Edwards, cónsul de Estados Unidos en Ciudad Juárez, respaldó la negativa de los colonos a entregar armas y municiones a las fuerzas revolucionarias.
En medio de esta situación, Junius Romney, un alto funcionario de los colonos, se reunió con el líder de los rebeldes, Amador Salazar, para discutir la cuestión de tomar las armas contra la voluntad de los colonos. Finalmente, Salazar acordó dejar en paz a las colonias a cambio de que no interfirieran con la revolución. Salazar y Orozco habían firmado garantías para proteger las colonias.
A finales de julio de 1912, el gobierno mexicano retiró todas las garantías que protegían a las colonias, y el líder rebelde, Pascual Orozco, ordenó que ningún estadounidense en suelo mexicano pudiera poseer armas. Los allanamientos comenzaron en la Colonia Dublán con el saqueo al Banco Mercantil Unión. A medida que las colonias fueron objeto de redadas, los colonos mormones, bajo la dirección de Romney, acordaron entregar sus armas y municiones.
Finalmente la Colonia Díaz fue saqueada y destruida intencionalmente en 1912, había aproximadamente 300 familias viviendo allí. El 28 de julio, todas las familias fueron expulsadas de la Colonia Díaz, seguida por las redadas en la Colonia Juárez el 29 de julio. Durante este proceso, los colonos mormones tomaron la decisión de sacar a las mujeres y a los niños de sus tierras, considerándolo demasiado peligroso. Para el 1 de agosto de ese año, todas las familias estadounidenses habían abandonado la colonia y ninguna de ellas regresó.
El estado de destrucción en la Colonia Díaz era tan grande que ningún colono regresó jamás a esa tierra. Algunos colonos regresaron a la Colonia Juárez y Dublán. Esta trágica serie de eventos marcó el fin de la Colonia Díaz como una próspera comunidad. En la actualidad, la Colonia Díaz permanece como un pueblo fantasma, recordando el pasado histórico y la importancia que tuvo como la primera colonia mormona permanente en México.
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