Memorias de Chihuahua
La historia de Francisca, una mujer de la nación apache que decidió terminar con su vida ahorcándose en la casa de Nicolás Balderrama, su amo y quien le propinaba severos azotes al grado de dejarla “tullida”, es una de las muchas que se esconden tras los miles de documentos que se conservan en el Archivo Histórico del Municipio de Hidalgo del Parral y que hoy les compartimos.
Era un 24 de marzo de 1671 cuando se presentó Nicolás de Balderrama ante la justicia mayor del Real de Minas de San José del Parral para dar noticia del hallazgo que hizo en el corral de su casa, donde una india apache se había colgado, suspendiéndose en una taja tarahumara, que según los diccionarios de la época es un armazón de palos que se pone sobre el baste para llevar sujetas las cargas.
La indagación emprendida por la justicia virreinal señala que la apache amarró su garganta a la taja y que de su boca echaba sangre. Don Luis de Valdez, quien ejecutaba la investigación, entrevistó a la servidumbre de Nicolás para esclarecer el suicidio de la india y así descubrir si ésta había sido ayudada para cometer el pecado contra su vida.
Primero compareció una mulata que dijo llamarse Nicolasilla, la cual jurando por Dios Nuestro Señor y la Señal de la Cruz expresó que la noche del 23 estaba en la cocina de su amo, pero que llegada la hora de dormir éste la encerró, amarrándola a un palo. Afirmó que junto a ella dormía una india apache llamada Francisca, la cual estaba tullida y mala, así como otras dos mujeres llamadas Magdalena y Mariquita.
Nicolasilla en su declaración externó que una negrita de nombre Elena, en la madrugada, antes de ponerse a hacer chocolate para sus amos, desamarró a Francisca, pero que al regresar de su labor y con la intención de darle un poco de atole la encontró muerta, ahogada con una taja. Entonces, al ver la terrible escena, dio cuenta a sus amos.
Al ser cuestionada sobre las razones que posiblemente llevaron a la india al suicidio, la mulata comentó que sus amos la azotaban con mucha frecuencia y platicó que por las noches ésta era amarrada con una cadena, esto como pena por haberse escapado de la casa. Relató que Francisca no era la única que recibía castigos corporales en la casa de Balderrama, sino que también ordinariamente le eran propinados a una negrita y un negro que tenían.
Para terminar con su testimonio, asimismo declaró que la noche previa al hallazgo los amos no habían azotado a la apache, precisamente porque estaba tullida y enferma.
Mariquita, otra india de la nación apache, también fue requerida ante Valdez para dar cuenta de los hechos. Ella describió que en efecto dormía con Nicolasilla, Magdalena y Francisca, pero que al despertarse para amasar, la negra Elena les avisó que esta última se había ahogado con una taja.
Agregó que su ama azotaba mucho a la muerta, pero que la noche anterior no lo había hecho por la enfermedad que padecía. La testigo recordó que en años pasados una india llamada Jacinta murió en la casa de sus amos a causa de los azotes que le daban.
A la investigación también se suma Magdalena, una tercera india apache que manifestó, saber hasta en la mañana sobre la muerte de Francisca, pues cuando abrieron una puerta la vieron colgada en una taja tarahumara, según concluyó, sin que ninguna compañera lo hubiera sentido o prestado su ayuda.
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