La enigmática zona del silencio oculta innumerables historias de misterio, algunas quizás sean simples leyendas, no obstante, otras son muy reales, como el suceso ocurrido a Francisco Sarabia, uno de los más famosos pilotos aviadores en México, quien vivió una aterradora experiencia al sobrevolar el desierto chihuahuense.
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Localizada en la parte central del Bolsón de Mapimí, en el norte de la República Mexicana, la zona del silencio comprende un área desértica en medio de tres estados; Chihuahua, Coahuila y Durango.
A pesar de su agreste y desolador panorama, en tiempos muy antiguos este lugar se hallaba sumergido en lo profundo del mar de Thetis, y hasta el día de hoy, es posible encontrar fósiles de criaturas marinas entre sus montañas áridas.
El desierto de Mapimí posee grandes concentraciones de minerales como el hierro, lo que podría explicar el magnetismo en la zona. Además, se ubica en el paralelo 27; es decir, a la misma latitud que otros sitios misteriosos en el mundo, como las pirámides de Giza, la cordillera del Himalaya y el Triángulo de las Bermudas, lo que contribuye a su fama como sitio enigmático con supuesta actividad extraterrestre.
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¿Quién fue Francisco Sarabia?
Nacido en la ciudad de Lerdo, Durango, en el año 1900, Francisco Sarabia Tinoco fue uno de los grandes pioneros de la aviación en México. Su nombre saltó a la fama mundial al romper un récord de velocidad, sobrevolando desde la Ciudad de México hasta Nueva York en su avión, conocido como “El Conquistador del Cielo”.
Sus padres eran Santiago Sarabia, nacido en Durango, y María Tinoco, originaria de Zacatecas. Sarabia fungió como fundador y administrador de la empresa Transportes Aéreos de Chiapas, y estableció comunicación aérea con los estados de Tabasco, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo.
Piloteaba una aeronave tipo Gee-Bee, modelo R6H Q.R.D. fabricado por la compañía Granville Brothers, al cual nombró como “El Conquistador del Cielo”.
Fue el 24 de mayo de 1939, cuando Sarabia marcó un nuevo hito en el legendario campo aéreo de Balbuena, en la capital mexicana, logrando cubrir una distancia de tres mil 781 kilómetros en menos de 11 horas, convirtiéndolo en uno de los más famosos pilotos de la época.
Sin embargo, esa no es la única hazaña recordada del piloto, pues en la década de los años 30, ocurrió un extraño acontecimiento que lo dejaría marcado de por vida, y que constituye la primera anécdota en su tipo registrada en la famosa “zona del silencio”.
El primer piloto en sobrevolar la zona del silencio
Se cuenta que Francisco Sarabia, fue la primera persona en experimentar los sucesos inexplicables que ocurren en la zona del silencio, mientras volaba desde Durando, México, con rumbo a Estados Unidos.
Al sobrevolar sobre el Bolsón de Mapimí, fue que ocurrió algo muy extraño; hubo un silencio total en el equipo de radio. La situación fue tal, que al piloto le fue imposible dar aviso de la situación, pues su aparato de comunicación no funcionaba.
Ante el riesgo que esto suponía, Sarabia se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso de emergencia, sobreviviendo de milagro en medio del desierto.
Afortunadamente, logró salir ileso del percance; no obstante, ni él ni los ingenieros pudieron hallar una explicación ante lo sucedido.
Desde entonces, muchas personas que han visitado la zona del silencio, han reportado que las señales de radio se desvanecen al estar dentro de ella, que las brújulas se vuelven locas, o incluso el avistamiento de objetos misteriosos en el cielo.
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¿Qué pasó después con Francisco Sarabia?
Pese a lo que vivió en la zona del silencio, la reputación del piloto no se vio afectada, y años después fue que logró batir su récord mundial. Además de fundar una escuela para aviadores y mecánicos de la aviación, de donde egresaron algunos pilotos famosos; como Miguel Torruco, César Estrada y José Antonio Saavedra.
Lamentablemente, Sarabia falleció poco después en un trágico accidente aéreo, el 07 de junio de 1939, cuando su avión se desplomó poco después de despegar desde Washington, D.C. con destino a la ciudad de México. Fue sepultado en la ciudad de México, en la Rotonda de las Personas Ilustres.
Tras su muerte, ningún otro piloto mexicano logró lo que Sarabia, al abrir nuevas rutas para la aviación comercial. Los restos de su avión fueron trasladados a la ciudad de Lerdo, donde se mantuvieron hasta 1972, para luego ser restaurado en su totalidad y colocado en un monumento a la entrada de la ciudad.