Memorias de Chihuahua
Los primeros años del México Independiente fueron sumamente difíciles, el fracaso del imperio de Agustín de Iturbide orilló a la entonces clase política a instaurar una república federal, modificar la división territorial del país e impulsar las creación de instituciones que garantizaran el orden. Sin embargo, esto sólo era una etapa del arduo proceso de constitución nacional que se enfocaba en cuestiones interiores.
Las relaciones con el exterior fueron todavía más complicadas, pues España se negó a reconocer la independencia de México hasta 1836, es decir once años después de los Tratados de Córdoba y la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. Otros países, entre ellos las principales potencias europeas, tardaron en legitimar su autonomía buscando posiblemente negociar sus intereses económicos.
La Gran Colombia, Perú, Chile, Estados Unidos e Inglaterra fueron las primeras naciones que tuvieron contacto diplomático con México y en establecer relaciones comerciales, no obstante, casi toda Europa desconocía a la joven nación. Fue así que el presidente Guadalupe Victoria decidió entablar comunicaciones con el Obispo de Roma, cabeza de toda la cristiandad.
Un documento que se resguarda celosamente en el Archivo Histórico de Parral da testimonio del intento que hizo el primer mandatario de México para obtener el respaldo del Papa y que este influyera entre los gobernantes católicos de la época. El texto fue transcrito para ser enviado quizá a todas las alcaldías del país, y de alguna manera, generar la certidumbre de que el Representante de Cristo en la Tierra estaba con todos los mexicanos.
En este sentido, el papa León XII en el segundo año de su pontificado, es decir en 1825, responde a Guadalupe Victoria la carta que este le había enviado un año antes para decirle que la nación mexicana disfrutaba de la paz y la concordia. Una cuestión muy cierta es que este personaje oriundo del Valle de Guadiana, hoy Durango, fue el único presidente que puedo concretar su periodo durante los primeros 50 años del México Independiente.
De acuerdo con el documento, el Sumo Pontífice recibió con satisfacción el acercamiento de Victoria, entendiendo que el nuevo gobierno trabajaría de la mano con la Iglesia, al menos procurándole el sostén para su ejercicio apostólico.
“ […] deberos contar entre los hijos que más amamos en Jesucristo y por lo que toca a vuestra particular afición a nuestra persona y a las cosas sagradas, por la cual promete[ro] no faltar jamás al sostén de la Iglesia, tened por cierto, que hemos visto esta atención con severo gozo, y que rogamos a Dios os inspire y ayude para cumplir tan santo propósito mientras comprenda de nuestro amor no sólo a [Usted] sino a todos los mexicanos, os damos la bendición apostólica con toda la efusión de un corazón paternal”.
León XII extendió su bendición apostólica a todos los mexicanos, entre ellos a los chihuahuenses, limitándose a no ofrecer como tal un reconocimiento a la joven nación. Por el contrario, ratificaba mediante su escrito la histórica relación que sus predecesores habían tenido con el Virreinato de la Nueva España.
¿El presidente Victoria habrá cumplido con su objetivo de que la Santa Sede reconociera a México?
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