A Roberto Gavaldón lo llamaba dentro de la industria del cine mexicano El Ogro. Al menos así es como Ignacio López Tarso recuerda haberlo conocido cuando se preparaban para filmar Macario, a finales de los años cincuenta.
El actor trabajó con el director chihuahuense en cinco películas. Pero fue Macario la que marcó su vida y su carrera, no sólo porque se volvió la primera cinta mexicana en aspirar por un premio Oscar como Mejor Película Extranjera, sino porque significó el inicio de una amistad que se mantuvo a través de los años.
Lo de ogro no era gratuito, recuerda el histrión. Cuando lo conoció en el set de filmación de esa película, fue el mismo Gavaldón quien se acercó para advertirle de su fama.
“A mí me dijo: ‘me llaman así porque a veces he roto escenografías a golpes, de coraje porque todo está mal y me enojo cuando la gente no cumple. Me molestan mucho los pendejos. Espero que contigo no haya ningún problema’. ‘Pues yo también espero’, le respondí”.
A pesar de esa fama, Gavaldón siempre fue muy amable con Ignacio López Tarso y el actor lo recuerda con gran entusiasmo: “Yo lo admiré mucho y le tomé mucho cariño y respeto”, afirma en entrevista con El Sol de México.
Macario fue la primera película en que coincidieron. El actor apenas comenzaba su carrera en el cine, llevaba unos seis años dentro de la industria mientras Gavaldón ya era un veterano con al menos un cuarto de siglo.
Por eso a López Tarso le imponía mucho la figura de su director. Su impresión no cambió cuando en el primer día de rodaje de Macario, Roberto Gavaldón hizo un escándalo por un error de la producción. La escena parecía sencilla, el actor tenía que subir una calle empedrada de Taxco con una carga pesada de leña, cuando el director lanzó el temido “¡Cooorte!”.
“Entonces preguntó: ‘¿Qué le pusieron a López Tarso para la carga? ¿Leña? ¿Pero de cuál?’. Y alguien respondió ‘Pues madera de balsa para que no le pese mucho’. Y Gavaldón gritó: ‘¿Pero quién dijo eso? ¿Quién fue el estúpido que dijo que madera de balsa? Por eso no veo el esfuerzo en su cara y piernas’. Se enojó mucho y pidió que cambiaran el tipo de madera”, recuerda el actor a detalle.
“De los 10 kilos que pesaba la madera de balsa, tuve que subir con 25 kilos de peso en la espalda. Fue cuando me dijo: ‘Perdóname que haga esto, pero es por el personaje’. Y yo le dije: ‘No, señor, a mi me parece muy bien. Lo que usted diga’. Él hacía cosas como esas. Siempre me parecieron cosas lógicas, que estaba bien lo que me exigía, de modo que no tuvimos nunca ningún problema”.
La trayectoria de Roberto Gavaldón será homenajeada con una retrospectiva que organiza el recién inaugurado Museo de la Academia de Cine, en Hollywood. Hasta el 23 de enero, la muestra exhibirá siete películas: La diosa arrodillada, En la palma de tu mano, La noche avanza, Días de otoño, Macario, Rosauro Castro y Rosa Blanca.
Además de Macario, el actor mexicano, considerado en 2019 como Patrimonio Cultural Vivo de la Ciudad de México, filmó otras historias como Rosa Blanca, La vida inútil de Pito Pérez y Días de otoño.
“Todas las historias con personajes totalmente diferentes uno del otro. En Días de otoño era un señor muy serio, medio rico, dueño de una panadería. Y en otras como Pito Pérez me tocó ir de abajo para arriba, conociendo todos los lugares en los que este personaje anduvo en la vida real. El gallo de oro fue otra preciosa película que disfruté muchísimo, con la hermosísima Lucha Villa”.
Roberto Gavaldón filmó 55 películas. Algunas como Rosauro Castro o El rebozo de Soledad las presentó en el Festival de Venecia. Cannes recibió cintas como La escondida, El niño y la niebla y Las tres perfectas casadas, además de Macario; mientras en Berlín se proyectaron Flor de mayo y Miércoles de ceniza.
Es imposible hablar de su trabajo y no mencionar el del cinefotógrafo Gabriel Figueroa, que fue su aliado en cintas como El rebozo de Soledad. “Él y Figueroa eran un dueto, una pareja de artistas que juntos eran estupendos. Se llevaban bien y fuimos grandes amigos, trabajamos perfectamente bien juntos”.
La retrospectiva de Roberto Gavaldón en Hollywood inició ayer con la proyección de la versión restaurada de Rosa Blanca que hizo Fundación Televisa en alianza con la Cineteca Nacional. El ciclo tiene como objetivo rendir homenaje al laureado cineasta mexicano, además de reconocer la cultura cinematográfica de México, de la que el director es pionero y uno de sus miembros más distinguidos.
“A Gavaldón lo recuerdo muy bien. Y lamenté muchísimo cuando murió tan joven (a los 77 años). Yo me divierto mucho haciendo cine, pero con Gavaldón fue algo extraordinario. Primero porque fue un director que siempre supo lo que hacía y por eso sus películas son fáciles de entender, sabía lo que estaba haciendo. Estaba de acuerdo con la historia y la sigue de manera perfecta. Sus películas son su gran legado”, concluye el actor.