Memorias de Chihuahua
Las manos que heredan y conservan los restos de la civilización de Paquimé
Don Juan Quezada es una de los artistas más completos del estado de Chihuahua, desbordado por los impulsos de sus pasiones, la vida en la plenitud de la montaña y el arte, elementos que a su vez se complementaban, dieron luz y nacimiento a su obra, la cual marcó a varias generaciones de artesanos, y que gracias a él, quien fue maestro de otras tantas generaciones de alfareros, se heredó una nueva cualidad y manera de hacer arte para conservar y rescatar la cultura de Paquimé, además de enriquecer al municipio de Casas Grandes.
Juan Quezada nació en Totuaca, tenía sólo un año cuando sus nueve hermanos, su madre y su padre, quien, al no encontrar un positivo porvenir en aquellas tierras, decidió aceptar la aventura de convertirse en ferrocarrilero, de este modo la familia Quezada se mudó al pequeño poblado de Mata Ortiz, ubicado en el desierto de Chihuahua dentro del municipio de Casas Grandes, en donde a sus 14 años descubriría su gran pasión. En su inicio, comenzó a confiar más en sus sentidos y prestar atención a lo que nadie parecía observar, llevándolo a encontrar los vestigios de una antigua civilización la cual atrajo completamente su admiración.
Los fragmentos de vasijas enterrados durante siglos eran trozos de un pasado que Juan constantemente hallaba en aquel suelo terregoso. Esto solo alentaban su imaginación y poco a poco logró develar el secreto perdido de los paquimenses al mezclar tierra, agua, fuego y el talento de un genio para formar aquellas fascinantes vasijas que asombraban a los coleccionistas de todo el mundo incluso hasta nuestros días. En sus manos renacía un nuevo arte de un antiguo pueblo, ya que había devuelto a la vida a aquellas piezas de barro, las cuales habían sido olvidades desde la caída de la gran Paquimé.
Así, su obra redefinió el modelo de las vasijas de barro estilo Paquimé, que lo posicionarían como el gran maestro de la cerámica en México, recibió innumerables reconocimientos que le fueron otorgados, entre los cuales destacan los siguientes: El "Premio Nacional de Ciencias y Artes", otorgado por el ex presidente de la República, Ernesto Zedillo, en 1999; el Museo del Hombre en San Diego, California, "The magic of Mata Ortiz", en 1997; Museo Franz Mayer en la Cd. de México, "Cerámica de Mata Ortiz, Chihuahua" en 1999; Premio "Don Pantaleón Panduro", en el estado de Jalisco en el 2000 y el Reconocimiento del Honorable Congreso del estado de Chihuahua en el 2003.
Hubo varios galardones que los rechazó o dio la oportunidad de que sus sucesores, al igual que él, sobresalieran para reforzar esa imagen de hombre compartido, al que poco le preocupaban las opiniones y convenciones sociales; esto constituiría uno de los muchos pasos de Quezada, en ese camino como artista, en la construcción de su propia leyenda.
Al momento de conversar de la alfarería, Don Juan no se refería a su obra como los aportes que él había dado, si no a la suma de las nuevas propuestas de los alfareros más jóvenes, el veía a la alfarería de Mata Ortiz como la unión de todos, por lo cual, el reconocimiento al talento y pasión que su corriente artística había fomentado tenía una dimensión más allá de la individual.
A su muerte, el 1 de diciembre del 2022 a la edad de 82 años y con más de 50 años de trayectoria como artista, tiene ganado su lugar en la rotonda de hombres ilustres de Chihuahua, junto con otros personajes de nuestra época como David Alfaro Siqueiros.
Sin duda, este hecho es una pérdida irreparable para el arte, pero aún más difícil para su familia y amigos.
¿En dónde estaría Casas Grandes sin su más grande artista? Gracias por el legado, gran maestro.
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