Memorias de Chihuahua
Cuando revisamos la historia de nuestro país, podemos darnos cuenta que el nacimiento de éste no fue en las mejores circunstancias, arrastrando así toda una gama de problemáticas que impedían su desarrollo como nación. Sin embargo, existió una dificultad en especifico con el cual los gobernantes desde la época del virreinato estuvieron lidiando siendo este el poblamiento del septentrión.
Si bien hoy en día es difícil percibir lo anterior, es harto sabido por el gremio de historiadores que los antiguos habitantes de la Nueva España y del México decimonónico lo último que anhelaban era el irse a residir al norte del territorio en cuestión, debido a los ataques de grupos indígenas y la escasez de agua. Esto ocasionó un poblamiento relativamente tardío en comparación con el centro y sur del país, lo que quizá explica la antigüedad de su infraestructura. No obstante, existen edificios ubicados en el norte que nos pueden dar cuenta tanto del virreinato como del México naciente; tal es el caso de la Hacienda de Corralitos.
La Hacienda de Corralitos es una construcción que data del siglo XVIII y fue construida en las cercanías de la mina del mismo nombre. Sus principales actividades solían ser la fundición de metales, la ganadería y la agricultura en menor medida. Por muchos años fue un centro poblacional en donde las personas que trabajaban ahí vivían en sus inmediaciones, llegando habitar hasta 800 personas en el lugar.
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Dicha hacienda resulta ser un excelente nicho de trabajo para los arqueólogos, pues los actuales trabajadores no solo han hallado viejas herramientas, sino también han encontrado ollas de la época prehispánica, dando a entender que hubo un asentamiento indígena previo a la construcción de la hacienda; además, el lugar ha conservado a lo largo del tiempo múltiples figuras y pinturas que permanecieron en la capilla a la cual los trabajadores asistían a las misas dominicales. Entre estos objetos se encuentran figuras talladas en madera las cuales hacen referencia a diferentes santos, también existen múltiples pinturas hechas a mano, siendo la más destacable la que ilustra a san Pedro, santo de la iglesia católica al cual está consagrada la hacienda.
Así mismo, múltiples sucesos históricos de gran relevancia ocurrieron ahí. El gran cronista y viajero Philip Rondé pasó por ahí realizando una serie de pinturas ilustrando el aspecto de la hacienda y las múltiples actividades que se realizaban día con día, dichas se exhiben en varios de los museos de Francia; de igual forma, varios personajes icónicos de la revolución mexicana llegaron a la hacienda como fue el caso de Venustiano Carranza y también el de Francisco Villa. Este último asesinó a una familia que residía ahí mismo en la hacienda.
Hacia 1917, el señor Wallace primero compró la hacienda, pasando así de generación en generación. Actualmente es Wallace tercero el propietario de semejante inmueble, quien se dedica a la ganadería y ha dado el correcto mantenimiento a la infraestructura. El actual dueño ha revelado que uno de los principales enemigos a los que se ha enfrentado para la conservación de su hogar es el tiempo y el clima extremoso, ya que el adobe es muy propenso al desgaste por parte estos factores, afortunadamente, el señor Wallace tercero siente un apego fuerte por su hogar, lo que ha conllevado a un cuidado excelente.
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