Cuentan empleados de cierta maquiladora de alambrados en el municipio de Meoqui, que en las instalaciones de la empresa, una espectral aparición horroriza a quienes laboran en el lugar.
Los que afirman haber tenido un encuentro con ella, la describen como una mujer de buen aspecto; cabello largo, facciones finas, figura estilizada y ataviada con un inmaculado vestido blanco. Sin embargo, pese a la primera impresión, que regularmente es agradable debido al bello rostro de la etérea fémina, el horror pronto se apodera de aquellos cuya mala fortuna les guía al eterno deambular de esta fantasmal aparición.
El espanto es tal que, según cuentan, ha ocasionado la muerte por infarto de al menos un par de colaboradores de la maquiladora, quienes al mirar aquél traslúcido y demacrado rostro, dejan en un ahogado grito su último aliento.
El espectro es visto normalmente en el área de los baños, y sus apariciones han pasado a ser ya tema común de los meoquenses, convirtiéndose estas narrativas en una más de las tantas leyendas que se difunden desde el edificio de la empresa hasta los barrios de la tricentenaria ciudad chihuahuense.
Se desconoce qué es lo que hay detrás de esta misteriosa figura y el por qué su aparición trasciende las fronteras no solo del territorio estatal, pues en regiones tan lejanas, como en las septentrionales tierras escandinavas, un sinfín de leyendas e historias giran en torno a este tipo de avistamientos que, en caso de ser mirada por algún menor, trae suerte, pero si aquél quien le ve es una persona adulta, su aparición traerá consigo la muerte.
Conocedores del tema paranormal, afirman que estas manifestaciones son comunes en cementerios y lugares donde la tragedia arrebató de manera violenta o repentina la vida de alguna desdichada mujer. Se trata, en ocasiones, de algún ancestral espíritu maldito, condenado a vagar hasta el fin de los tiempos en espacios donde hombres y mujeres dejan cada día una parte de sus fuerzas y espíritus, por lo que sus apariciones serían más comunes en los ya mencionados lugares.
Quizás sus apariciones sean más comunes en lugares donde las personas se encuentran solas, como baños o bodegas, ya que es bien sabido que las entidades de bajos astrales, dígase demonios o almas malditas, se alimentan principalmente de emociones negativas, tales como el odio, la ira y, más aún, el miedo.
Al estar solos, los primitivos instintos hacen que el hombre se sienta más vulnerables, por lo que quien llega a tener el infortunio de cruzarse en el camino de estos seres, termina dándoles poder; con cada aparición, estos seres se vuelven más fuertes y difíciles de erradicar del mundo de los vivos.
Esta maquiladora en particular fue construida sobre un antiguo cementerio... Solo el tiempo sabe cuántos desdichados lloraron en ese miso lugar, donde hoy, cientos de trabajadores dejan a diario una parte de sus propias vidas.
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Con información de Adrián Berrios