Cuentan que en la mina La Prieta, ubicada en el municipio de Parral, entre sus corredores de piedra, se esconden los espíritus de los mineros que perdieron la vida en el lugar, mismos que, según se atestigua en fotografías, continúan vagando entre las entrañas de la tierra sin parecer percatarse de su desgracia.
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Decenas de visitantes, e incluso guías mismos, han quedado petrificados al descubrir en las más inocentes fotos, rostros o cuerpos difusos que asemejan la figura de espectrales hombres que miran sin ojos desde el infinito hacia el vacío.
Es común para quienes se encargan de velar la mina, ver sombras deslizándose de un lado a otro o etéreos personajes desvanecerse entre los oscuros corredores. Durante dos décadas, la mina permaneció cerrada y en abandono, hasta que apenas hace diez años, sus puertas fueron abiertas al público.
Aunque aparentemente en abandono, cuentan que en el interior de esta mina quedaron atrapadas las almas de decenas de trabajadores, quienes, al parecer, aún a la fecha, parecerían estar trabajando como lo hicieron en vida.
Irene aún recuerda con horror su primera experiencia paranormal en el lugar: corría el mes de noviembre del 2006, cuando realizaba su habitual recorrido como guía cuando, al adentrarse a la mina en compañía de una familia, entre los estrechos muros y baja bóveda, se encontró cara a cara con un hombre alto, delgado y ataviado con el viejo uniforme de quienes fueran empleados de la mina.
Su experiencia fue por lo menos traumatizante, pues tuvo frente a si a aquel sujeto tan grande cuya mirada vacía y triste le hizo dudar de su propia cordura… tras fijar sus ojos huecos en los de Irene, el espíritu del infeliz sujeto inclinó su cabeza para luego deslizarse hacia otro lado de la mina… como si aún tuviera que concluir alguna ya innecesaria labor, condenado a repetir su tragedia hasta el fin de los tiempos.
Irene habría pensado que se había vuelto loca si en el lugar hubiera sido la única en mirar el horrible espectro, pero fue hasta el momento en que una de las mujeres que se encontraban con ella, comenzó a rezar en voz alta y tan desesperadamente, que le hizo volver en sí de aquel escalofriante transe en el que se encontraba envuelta en llano… sin embargo, lejos de sentirse más tranquila al saberse cuerda, perdió el habla por más de media hora, hasta que transcurridos los minutos, pudo narrar lo ocurrido a otro guía que llegó hasta donde se encontraba en compañía de la familia.
Aunque Irene volvió a trabajar como guía, no fue mucho el tiempo que pudo continuar ejerciendo sus labores, pues fueron repetidas ocasiones, después de aquella espeluznante experiencia que estuvo a punto de enloquecerla, que miraba no solo esa demacrada figura, sino que llegó a contar al menos una decena de diferentes personajes de ultratumba merodeando las instalaciones de la mina.
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Con información de Adrián Berrios