Un día como hoy, pero de 1974, falleció en un trágico accidente una de las mentes más brillantes del México del siglo XX, la escritora Rosario Castellanos. Nacida en Ciudad de México, el 25 de mayo de 1925, pasó su infancia y adolescencia en Chiapas, en Comitán de Domínguez, un pueblo de la región maya donde conoció de cerca la gente y la cultura indígena que enriquecerían su obra literaria en su vida adulta.
A sus 25 años, se graduó como maestra en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Después estudió estética en la Universidad de Madrid. Fue profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la Universidad de Wisconsin, en la Universidad Estatal de Colorado y en la Universidad de Indiana.
Contrajo matrimonio en 1958 y en 1961 tuvo a su hijo, Gabriel Guerra Castellanos, quien llegaría a ser politólogo egresado de la Universidad Libre de Berlín Occidental. Después de trece años de matrimonio, durante el que sufrió problemas de salud y perdió una hija recién nacida, se divorció a causa de infidelidades de su marido.
Rosario Castellanos dedicó muchas páginas de su obra, así como días de su vida, a la defensa de los derechos de las mujeres. Por lo que es un símbolo de la resistencia feminista en México.
Además de luchar contracorriente para sobrevivir en el ambiente académico y literario mexicano, dominado por hombres, Rosario empeñó mucho de su obra en una radical defensa de los pueblos indígenas, a quienes representó con fuerza y dignidad plena en obras como Balún Canán y Oficio de Tinieblas.
Su producción literaria destaca en la poesía, en la novela y en el cuento, pero también en obras de tono ensayístico, así como en la dramaturgia. Constituyendo una obra de gran solidez y valor, con un importante lugar en la historia de la literatura en español.
Tras el inesperado fallecimiento de Castellanos mientras se encontraba haciendo labores diplomáticas en Israel, la escritora Guadalupe Dueñas escribió:
“Como otros hablan de la rosa, yo hablo de Rosario: rosa florecida, rosa predestinada, rosa del llanto. Hablo de ella. No hablo de la embajadora que atravesó el océano en sarcófago de nieve para convertirse en pozo de ausencia. De ella conversa el parque y el aula y la estatua y la rotonda. Yo hablo de Rosario Provinciana, desvalida, "como grano de anís". Criatura luminosa en oficio de tinieblas; inquieta y delicada como un hilo de música.
Hablo de una Rosario rosa sedienta, rosa sufrida, rosa de ideales, rosa empeñada en la Verdad Única. Una rosario vestida de blanco por dentro y por fuera, con blancura que a pocos les es dada. Graciosa, aguda, seria o profunda: invariablemente de cristal.”
Dueñas, Guadalupe. "Rosario Castellanos". Guadalupe Dueñas Obras Completas, 2017
A continuación, compartimos un poema de Castellanos:
El otro
¿Por qué decir nombres de dioses, astros,
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.
Tomado del poemario Al Pie de la Letra.