De acuerdo a Naciones Unidas, hoy es el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, se trata de un día muy importante en el calendario mundial, ya que está dedicado al reconocimiento de los pueblos originarios que enriquecen la cultura de los países donde habitan, y además se trata de una oportunidad para reflexionar, ya que los pueblos originarios han sufrido despojos y abusos reiterados a lo largo de la historia.

Desde antes de la invasión europea, el territorio que actualmente ocupa el estado de Chihuahua ha sido un nicho de gran diversidad humana. Es decir, decenas de pueblos con diferentes culturas e idiomas han habitado nuestro estado. Actualmente, gente de distintas nacionalidades y diferentes etnias del país habitan nuestro estado. Pero hay cuatro pueblos que están aquí desde tiempos ancestrales.

De acuerdo a la Comisión Estatal de los Pueblos Indígenas, se trata de una población de aproximadamente 110 mil personas, de las cuales el 90 por ciento son rarámuri (también llamados tarahumaras), el 8% son tepehuanos u “ódames”, el 1% son guarojíos o “warihó” y el restante pertenecen al pueblo pima, oichkama u “o'oba”.

Así mismo 85 por ciento de la población indígena de la entidad se localiza en 23 municipios serranos. Aunque hay una población urbana creciente en las principales ciudades de nuestro estado, como Juárez y Chihuahua.

A continuación te contamos sobre los habitantes más antiguos de Chihuahua con datos ofrecidos por el Gobierno Federal:

Pimas

Los pimas se autodenominan a sí o´ob, que quiere decir “la gente, el pueblo”. Se trata del pueblo originario de nuestro estado con menos habitantes y son conocidos por vivir en el municipio de Madera, aunque también se encuentran en otras localidades.

Con el término pima se designa a varias sociedades indígenas, como los pimas del desierto, los pimas de la sierra, o los pimas gileños. Pero los pimas de Chihuahua son los llamados pimas bajos, quienes ocupan la zona serrana.

A este grupo étnico se le designa como la rama serrana de los pimas bajos. Habitan en una área que comprende parte de los municipios de Moris, Ocampo, Madera y Temósachic en Chihuahua y porciones de los de Sahuaripa, Arivechi, Rosario, Onavas y casi todo Yécora, en Sonora.

Guarojíos

Este grupo se autodenomina guarijós (warihó). Hay indicios de que el territorio donde viven actualmente los guarijíos es el mismo que ocupaban a la llegada de los españoles, abarca los municipios de Uruachi, Chínipas y Moris en Chihuahua, y de Álamos, Quiriego y Rosario en el estado de Sonora.

Son descendientes de las bandas que procedían del suroeste de lo que actualmente son los Estados Unidos y que se establecieron al noroeste de México en la zona conocida como Baja Tarahumara del ahora estado de Chihuahua, donde vivían de la caza y la recolección.

Tepehuanes

Antes de la invasión europea, la nación ódami era la más extendida territorialmente en todo el norte de México. Durante la época colonial fueron distribuidos en presidios, minas y misiones.

Sin embargo, en el siglo XVII hubo varias insurrecciones indígenas de resistencia contra del orden colonial de la Nueva Vizcaya. Una de las primeras y más grandes fue la rebelión tepehuana de 1616-1620.

Buscando recuperar su tierra y su libertad. Los ódami arrasaron misiones, haciendas y poblados españoles, arremetiendo incluso contra la capital de Durango (Guadiana) a finales de 1616.

Rarámuri

También llamados tarahumaras, surgieron de la fusión de diversos grupos nómadas norteños que fueron estableciéndose en regiones más adecuadas para la agricultura.

En la época colonial, los jesuitas apoyados por el estado español intentaron, con poco éxito, establecer a los rarámuri en misiones para catequización y concentración de mano de obra para las minas y haciendas agrícolas. En el siglo XVII los rarámuri iniciaron importantes movimientos de resistencia contra la ocupación europea y alcanzaron éxitos importantes que han garantizado su supervivencia a lo largo de los siglos pese a la gran presión ejercida por el estado español, y posteriormente por el estado mexicano.

La gran resistencia de los rarámuri les ha permitido conservar su cultura y su independencia con respecto a la cultura occidental preponderante entre la mayoría de los mexicanos a los que ellos llaman “chabochi”.