Bajo en incesante sonido de los tambores, fariseos y pintos se enfrentan durante la Semana Santa Ralámuli, a través de sus danzas alaban a Onorúame, quien les prestó la vida.
La celebración indígena en la zona serrana inicia con el domingo de ramos, en la ciudad sobre todo en los asentamientos inicia el jueves santo y sus danzas culminan el sábado de gloria con la quema de Judas.
Los pintos y fariseos, danzan día y noche, sus danzas simbolizan la lucha entre el bien y el mal.
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En la zona serrana con días de antelación se preparan los arcos de palmas, que conforman el recorrido de los danzantes.
Cada grupo porta una vestimenta particular, los Pintos usan su taparrabo y collera, su cuerpo lo pintan con cal y el capitán de la danza empuña la bandera. Danzan hasta el agotamiento.
En la capital, en los asentamientos El Oasis en la colonia Alfredo Chávez; el Tarahumara ubicado al norte de la ciudad en la colonia del mismo nombre donde se ubica la parroquia de San José de los Tarahumaras; y en Pájaro Azul en la colonia Sierra Azul al sur de la ciudad se realizan estas ceremonias que congregan a la comunidad.
Tradicionalmente se asigna a una de las familias para preparar los alimentos para los danzantes e invitados. En las comilonas no falta el maíz y el tesgüino.
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El sábado entre Pintos y Fariseos realizan la quema de Judas, el mal ha sido vencido.
Su cosmovisión asegura que el mal se ha ido de su comunidad. El domingo todos se preparan para un mejor año y los pintos han desaparecido.
Los indígenas se preparan para vivir la Semana Santa en comunidad, agradeciendo por lo recibido durante el año, en la Sierra Tarahumara se preparan para un nuevo ciclo agrícola.