Alma se levanta temprano y le prepara café a Meny, su hijo. “Mijo si tienes tiempo antes de irte te tomas el café, si no alcanzas me lo tomó yo cuando regrese”. Al final del día Alma se toma el café, pues aunque para ella Manuel sigue vivo en la casa, en realidad hace 33 meses dos balas le arrebataron la vida.
El escolta Valdez fue un héroe, él ofrendó su vida para salvar la de su padre. Era un hijo ejemplar, un paramédico servicial, un policía honesto y un ser muy alegre. Sus hermanas, sus padres y sobrinos honran su memoria, el día de su cumple, el día de muertos, navidad, año nuevo, lo visitan en el cementerio, donde reposan sus restos mortales, porque para ellos Meny mejor conocido como El Churro los acompaña a cada momento.
En el cementerio han levantado una capilla, donde sus compañeros, amigos, hijos y familiares llevan flores y dulces, van a fumarse un cigarro y a tomarse una copa.
El 2 de febrero de 2019, Manuel acudió a una tienda de conveniencia donde estaba su padre, a quien habían golpeado, fue recibido con un disparo en la espalda, al ver que el hombre que portaba el arma pretendía disparar contra el padre de Manuel, sacó fuerzas de su interior y se levantó para proteger a su padre, la otra bala le atravesó el pecho.
Liz, su hermana relata que Manuel siempre decía que quería morir defendiendo a su familia, “El día que me maten va a ser por la espalda, no lleve mi arma o por la espalda”, se puede leer en las publicaciones que su familia ha atesorado.
Recuerdan que tenía tres metas: ser Técnico en Urgencias Médicas, ser policía preventivo y ser escolta. Murió siendo escolta de la entonces alcaldesa, hoy gobernadora María Eugenia Campos Galván a quien le salvó la vida luego de que la yegua que montaba se desboco.
Aunque el pecho se yergue de orgullo, en su corazón sigue latente la herida, Alma no puede explicar el dolor que siente. Pasa horas al lado de la tumba, duerme, llora, rie al recordarlo, pues le encantaban los lobos y algunos amigos le decían Lobito Negro.
En Navidad se la pasan con el, hacen tamales, dan café, galletas y misa. En su cumpleaños montan una mesa con pastel, dulces y hasta la banda. “Era un joven muy sabio”.
Este día dos harán misa y prepararan tamales, llevan su ropa favorita, y la familia se reúne. En la casa había un Cristo que lo acompañó hasta el último día de su vida, pues al morir el cuerpo de la cruz se desprendió y fue sepultado junto con Manuel. En su capilla hay muchos elementos que le pertenecían. “Yo siento que sigue aquí. Es mucho sufrimiento pero también alegría que Dios me lo recibió”.
Alma y su familia también le preparan un altar de muertos, con su comida preferida. El recordarlo los hace sentirlo, a la fecha han aprendido a sobrevivir ante el dolor. “Él vive en espíritu y alma, era demasiado bueno, servicial, alegre”.