Fue un 6 de marzo del 2009 cuando Humberto, un joven de 23 años, aseguró haber tenido un encuentro cercano con el llamado Hombre Polilla en el seccional de La Junta, en el municipio de Guerrero. En entrevista aseguró que la criatura en cuestión era similar a un ser humano sin cuello y cuyas enormes alas abarcaban dos carriles de la carretera.
Aquella noche el joven había terminado tarde sus deberes, por lo que tuvo que tomar carretera ya entrada la noche sin sospechar que estaría a punto de vivir los minutos más angustiantes y terroríficos de su vida.
La noche era fresca y las estrellas titilaban en un despejado y oscuro cielo y aunque el sonido del motor de su pickup y las líneas de la carretera hacían que el viaje de Humberto pareciera monótono, también parecía que en el ambiente algo extraño enrareciera el aroma de los húmedos huertos.
Sin novedad alguna anduvo por varios metros desde su punto de partida hasta que, a la altura del kilómetro 131 de la carretera Cuauhtémoc a La Junta, notó que un bulto extraño se encontraba delante de suyo a varios metros sobre el asfalto, como si de algún espantapájaros se tratara, por lo que, creyendo que se trataba de un maniquí de gigantescas proporciones, restó importancia a la curiosa figura humanoide y prosiguió con su camino.
Sin embargo, pronto el asombro lo sobrecogió cuando el sonido de un aleteo sacudió la monotonía de su viaje y lo hizo mirar por el retrovisor, viendo, con no menos que asombro, como aquel monigote levantaba el vuelo con sus cuatro alas casi desnudas de pelo.
Con una velocidad indescriptible, aquél monstruoso ser se emparejó al lado del vehículo, mismo que el horrorizado joven trataba de mantener sobre el camino mientras se preguntaba si eso que miraba era real.
Recordó entonces aquellas historias sobre brujas que había escuchado toda su vida, creyendo que lo que veía era un ente similar. En dichas historias, y según reza la tradición popular, la manera de alejar a estos seres es gritándoles palabras altisonantes y groserías, por lo que apenas rememoró lo señalado, Humberto hizo uso de su más vulgar repertorio a fin de que la criatura le dejara en paz.
Al grito de estas maldiciones, el horrorizado conductor pisó a fondo el acelerador de su pickup sin que pareciera que esto ayudara a dejar atrás al horripilante monstro que aleteaba junto a el sin emitir sonido alguno a excepción del que producían las enormes alas batientes.
Con temor de que aquello junto a él fuera una encarnación del ángel de la muerte, pensó que esos eran sus últimos instantes sobre la tierra, por lo que tomó su teléfono celular y envuelto en lágrimas marcó a su madre para despedirse de ella. El monstro en ningún momento apartó sus enormes ojos de Humberto y en ocasiones parecía que pretendía adelantarse para ponerse de frente a él y cerrarle el paso.
De pronto, sin más, la criatura pareció perder el interés en Humberto y con un revoloteo final, levantó el vuelo sobre los campos de La Junta, dejando a un horrorizado joven completamente solo en la espesura de la noche y en medio de la carretera.
Al llegar a casa de sus padres, estos le esperaban despiertos y, alarmados, cuestionaron al joven de todo cuánto había ocurrido.
El relato de Humberto fue publicado en su momento en este medio informativo y, se dice, que esta criatura es un emisario de la muerte, cuya presencia precede a una catástrofe…
Facebook: Crónicas de Terror en Chihuahua
Con información de Adrián Berrios