Llegó el capítulo final de la Feria del Libro Chihuahua en su edición 2024. La tarde de este domingo definitivamente se respiró otro aire, como de nostalgia, en el Centro de Convenciones y Exposiciones, reflejada no sólo en la cara de los distintos representantes de casas editoriales, sino en los lectores.
Después de todo, durante las nueve jornadas que en esta ocasión duró la máxima fiesta de las letras en el estado fue una escena hermosa ver a aquellos últimos mirando los estantes, hojeando algo que les llamó la atención, o bien, probando algún juego didáctico de los que también hubo a la venta.
Igual de hermoso fue ver los distintos auditorios llenos de visitantes, especialmente de público infantil que se divirtió con los talleres que se ofrecieron en esta semana, pero los adultos no desmerecieron, logrando estupendas asistencias en las diferentes presentaciones de libros.
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Entre ellas, se pueden mencionar la de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua (AECHIH), el lunes, que dio a conocer su obra “Derechos humanos, una óptica editorial”, o Jesús Chávez Marín con sus “Preguntas, relatitos y proverbios”, y cómo no, “200 Años Bicentenario Estado de Chihuahua”, con el que esta casa editora se unió a los festejos de los primeros dos siglos de la entidad.
En sí, fue una fiesta donde hubo propuestas para públicos muy diferentes: por ejemplo, al mismo tiempo en que Gustavo Vázquez Lozano recibía el premio a la narrativa histórica “Ignacio Solares” en el auditorio homónimo, en la sala Wikáarame Sergio Pérez Torres presentaba su libro “Éxodo a ningún lugar” y en el auditorio Nellie Campobello se llevaba a cabo el conversatorio “Esa forma de prosa llamada ensayo”.
Y lo más importante: puede decirse que la mayoría de las visitas a la Feria fue una experiencia mucho más allá de las simples adquisiciones (con sus correspondientes transacciones económicas) de lectura o didáctica.
Eso es lo que a fin de cuentas explica la asistencia que se dio en el evento a lo largo de estas nueve interesantes jornadas Incluso cuando muchos no sabían si iban a comprar un libro, fueron a sentirse parte de una serie de experiencias muy enriquecedoras en torno a la lectura.
Cualquiera pudo sentarse en el stand de Aguascalientes, estado invitado de esta edición, a hojear los libros de sus distintos sellos, o bien, deleitarse, en vivo y a todo color, con el trabajo de la delegación chilena de poetas que atendieron en nombre la nación transandina el convite chihuahuense.
Pudo recorrer la feria en busca de prendedores de Snoopy, Kitty, o su personaje favorito, o bien, tratando de encontrar separadores con una frase inspiradora, o con la imagen de su banda de rock preferida, o bien, enfrascarse en la solución de alguna variedad de cubo de Rubick… sólo para darse cuenta que forma parte del 94 por ciento de la población en el orbe a la que simple y llanamente no se le da este complejo y clásico rompecabezas tridimensional.
El coleccionista empedernido tuvo la oportunidad de incrementar su acervo de las tiras (también clásicas) del arrogante Calvin y el simpático Hobbes o bien, completar, por fin, los ocho tomos de Biografía del Poder, la serie de libros de Enrique Krauze que conmovió a todo un país en la segunda parte de la década de los 80.
Un ambiente de auténtica feria, en resumen, es lo que se ha vivido a lo largo de estas nueve jornadas, en una fiesta que está por escribir su página final para decirle a sus fieles lectores: ¡Hasta pronto! ¡Hasta la próxima edición!