El parralense Humberto Mariles ocupa un lugar en los libros de historia para siempre, pues se convirtió, contra todos los pronósticos, en el primer mexicano en ganar medallas de oro, llevándose dos de las más altas preseas y otra más, en los Juegos Olímpicos, regresando a su país de origen desde Londres en 1948.
Tan impresionante como su hazaña, de la cual hay video, también es increíble saber que, para ese momento, también se televisó su llegada al país que representó, dejándolo en lo más alto, el 14 de agosto del año mencionado.
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Humberto Mariles: su difícil camino hacia Londres
Nacido el 13 de junio de 1913, aprendió a cabalgar a los 12 años. Posteriormente, se enlistó en el ejército, donde se fue ganando su lugar hasta llegar a ser coronel. Finalmente, junto con su caballo predilecto, Arete, el cual era peculiar por ser tuerto, estuvo listo para participar en las primeras olimpiadas llevadas a cabo después de la Segunda Guerra Mundial.
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México no había ganado medallas de oro hasta el momento, por lo que, al conseguir dos de estas preseas y otra más de bronce, se convirtió, y sigue siendo hasta ahora, en el mexicano que más medallas ha ganado en una sola edición.
Mariles logró lo histórico, yendo sin la bendición del entonces presidente Miguel Alemán, pues el mandatario creía que no podría ganar con un caballo discapacitado (aunque se dijo que obedecía más bien a ciertos intereses políticos) y le prohibieron ir a Londres.
Los jinetes viajaron a Roma, Italia, para competencias previas a los Juegos Olímpicos, donde fueron detenidos por la embajada mexicana, acusados de desacato, peculado y deserción. Sin embargo, por la buena relación que tenían con el embajador, lograron llegar a Londres decididos a ganar.
En este año, México ganó el oro en: Equitación, salto individual, gracias a Mariles montando a Arete; Equitación, salto por equipos, gracias al parralense, Rubén Uriza Castro, montando a Hatuey y Alberto Valdés Ramos, montando a Chihuahua.
Además, se ganó la plata en salto individual para Rubén Uriza Castro, montando a Hatuey, y el bronce en clavados de plataforma para Joaquín Capilla y en equitación en la prueba de los Tres Días por Equipos para Humberto Mariles Cortés, Raúl Campero y Joaquín Solano Chagoya, quien montaba a Malinche.
Arete y Mariles no solo hicieron un buen papel, sino que destacaron sobre todos los demás con una rutina impecable, donde el caballo tuerto logró saltar hasta dos metros con veinticinco centímetros. Destacaron incluso por la técnica, pues, a diferencia de otros, el coronel se agachaba junto con el caballo en el salto en vez de hacerse hacia atrás.
Este magnífico momento está en video y se encuentra en el canal de YouTube de Olympics, con el título “Castro & Cortes Win Equestrian Jumping Gold At Wembley - London 1948 Olympics”, apareciendo en el minuto 3:53 del video.
Para su regreso a México, Mariles no solo fue absuelto de sus cargos, sino que fue reconocido como ejemplo nacional y un orgulloso representante del país. Se dice que el mismo Miguel Alemán le habló personalmente para felicitarlo.
Siendo recibido por el ejército, el colegio militar y todas las agrupaciones deportivas, los cuerpos de bomberos y de policía formaron una caravana para escoltar a los héroes olímpicos, que llenaron de gloria a la nación. De este recibimiento también hay video, fue rescatado por la Cineteca Nacional y puedes verlo en YouTube "Equipo ecuestre mexicano. Juegos Olímpicos de Londres".
Mariles: tras la gloria viene la caída
Humberto Mariles consiguió incluso beneficiar a las caballerizas mexicanas; sin embargo, estos esfuerzos fueron detenidos con el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines.
El mexicano regresó a Parral en dos ocasiones luego del triunfo en Londres, donde fue proclamado como “Hijo Predilecto de Parral”. En 1949, realizó una demostración ecuestre y, con los fondos recaudados, se mejoró el Parque del Niño.
Luego de esto, en 1964, el parralense asesinó a un hombre tras un percance vial, crimen por el cual pasó varios años en la prisión de Lecumberri. Cuando salió, siguió siendo un héroe olímpico, pero su nombre quedó manchado.
En noviembre de 1972, el parralense fue enviado a París, justamente donde hace poco fueron llevados a cabo los Juegos Olímpicos, con la excusa de comprar unos caballos. Sin embargo, tuvo un desafortunado encuentro con unos sujetos con los que comió, quienes resultaron ser narcotraficantes.
Por esta razón, fue detenido por tráfico de drogas y encerrado en una celda en la llamada ciudad del amor, donde finalmente murió envenenado.