El basquetbol y el futbol de Chihuahua se reservan infinidad de historias vírgenes que tarde que temprano deberán ser contadas. He aquí una de ellas para la posteridad.
Entre los muchos y grandes atletas que nos ha dejado estas dos disciplinas, emerge la figura de Luis Miguel Rodríguez Minjárez, quien bajo el coloquial apodo de “el Marciano”, escaló peldaños que lo llevaron a ser considerado como uno de los deportistas chihuahuenses más completos a nivel estatal, nacional e internacional.
De inicio, para darnos una idea de los alcances que tuvo “el Marciano” Rodríguez en su afán por ser de los mejores, habrá que dividirlo en dos:
COMO FUTBOLISTA: Vivió dos momentos cruciales que pudieron haber cambiado el curso de su historia.
Primero, en 1978, por motivos económicos y siguiendo su vocación como profesionista recién egresado prefirió no volver a una concentración ya avanzada con las reservas de UNAM tras haber obtenido su plaza federal como maestro, no sin antes haberse codeado un tiempo con los entonces estrellas en formación como Manuel Negrete y Olaff Heredia, que estaban al mando de Mario Velarde.
Ahí, Luis Miguel habría tenido la oportunidad de subir al equipo grande dirigido por Bora Milutinovic, con sus ya consagrados como el peruano Juan José Muñante, José Luis “el Pareja” López, Cabinho, Leonardo Cuéllar, Jorge Vergara y el mismísimo Hugo Sánchez, que estaba en franco proceso de emigrar a España.
Y segundo, en 1982, rechaza la invitación de Carlos Miloc para probarse con Tigres de la UANL, después de la gran exhibición que brindaron las Naranjas de la UACh goleando a los recién coronados del futbol mexicano profesional 4-1 en el estadio de la Deportiva, y donde “el Marciano” anotó un soberbio gol quitándose en espacio reducido la marca de Oswaldo Batocletti y de Roberto da Silva para vencer al guardameta del momento, Mateo Bravo.
COMO BASQUETBOLISTA: No deja de asombrar el hecho de que su desarrollo inicia poco después de haberse enamorado del balompié y de cómo tras sus primeros contactos con el balón y la canasta de pronto, allá por 1977, se ve inmerso jugando un torneo Municipal de Primera Fuerza al lado de señorones como Carlos “la Aguja” Quintanar, Óscar Asiáin, Héctor “Viri” Hernández, su hermano “el Diablito” Hernández y el doctor Beto Trujillo, y donde finalmente gracias a su talento natural es invitado por don Pedro Barba para llegar, sin haberlo buscado tanto, a los Dorados de Chihuahua.
A partir de ahí, abordaba el barco que lo llevaría como parte del equipo a todas sus conquistas, desde los nacionales de Primera, algunos estudiantiles, del Circuito Mexicano de Basquetbol y otras tantas temporadas en el Circuito de Basquetbol de la Costa del Pacífico, con los Frailes de Guasave que dirigía Raúl Palma.
Incluso se probó como entrenador, primero con Funerales La Paz a quien hizo campeón en el torneo Navideño a principios de los 90 y más tarde, en 1993, dirigió a los Centauros de Chihuahua en la Liga Mexicana de Basquetbol Semiprofesional y donde, derrotando a Puebla para coronarse monarcas, borraron un poquito la mancha dejada por las Abejas en su victoria sobre Chihuahua en el Nacional de Cd. Juárez en 1988.
SUS INICIOS
Luis Miguel Rodríguez Minjarez vio la luz un 19 de agosto de 1958 en la capital de Chihuahua. Sus padres, Miguel Rodríguez González (q.e.p.d.) y Francisca Minjarez Padilla, ni en sueños imaginan al “Marciano” siendo un destacado deportista, pero él ya lleva en la sangre un linaje y herencia familiar de gran prestigio que a futuro lo convierte en una de las principales “ramas” de su árbol genealógico. Baste decir que es sobrino de Blanca Aurora Rodríguez, histórica Adelita que se ganó un nicho en el Salón de la Fama, y ahijado de Concepción Rodríguez, otra afamada Adelita que representó a México en Centroamericanos y Panamericanos. Su hermano Gabriel se destacó también con la UACh y la URN.
Su desarrollo escolar resume sus estudios como alumno de la primaria en el Colegio Palmore entre 1964 a 1970. Luego termina la secundaria en la Estatal 8 en 1970-73 y cierra como pasante de profesor en la Escuela de Educación Física de la UACh, en 1973-77.
SU HISTORIA DEPORTIVA
Desde pequeño, Luis Miguel se engancha con el balón, o con cualquier objeto redondo al que pudiera patear.
En el año de su graduación de la primaria (1970) y cuando ya sus habilidades están más que probadas, el profesor De la Riva no duda, lo integra a la Selección Estatal y se lo lleva a su primer torneo Prenacional en Monterrey.
“El Marciano” Rodríguez no se olvida y reconoce a todas aquellas personas que pusieron su granito de arena en su carrera deportiva.
“Mi primer entrenador de futbol fue Pablo Trejo (q.e.p.d.) -recuerda-, fue él quien me metió al que fue mi primer equipo en una liga, patrocinado por Homero Hernández, en la colonia Linss”.
PERO… ¿Y EL APODO?.. ¿QUIÉN LO CONVIERTE EN MARCIANO
La historia de su apodo nace cuando cumple los 12 años de edad. Y no lo “bautizan” así porque parezca un ser de otros mundos. ¡No!
Y así nos lo cuenta nuestro personaje.
“Me invita el señor Ramírez a uno de los equipos de mayor prestigio en esa época dentro de la Liga Municipal de Humberto Moreno Arce. Era el equipo ‘Marte’. La foto del equipo la puse en un separador de uno de mis cuadernos y en una ocasión uno de mis compañeros, Javier Sosa, que había faltado unos días por algún motivo, me pide que le pase la tarea. Le presto ese cuaderno, ve la foto y me dice, ¿a poco juegas con el Marte?, ¡entonces eres un Marciano!
“A partir de ese momento, cada vez que Javier me veía me decía, ¡ay viene el Marciano!, y aunque al principio no me gustaba y pensaba que al poco tiempo ya no me lo diría, así se me quedó”.
A estas alturas, Luis Miguel ya no tenía dudas de que el futbol era lo suyo y también recuerda cuando su tío Óscar Rodríguez lo llevaba de niño a verlo jugar. “Siempre me iba con mi tío, cuando él jugaba a mí me gustaba mucho verlo jugar”.
Con esa creciente pasión por el futbol, cuando tiene 13 años de edad Luis Miguel es invitado a formar parte del equipo del “52 Batallón de Infantería”, que bajo la dirección técnica del sargento Celso Becerra, participa en la Liga Chihuahua, dentro de la categoría Juvenil.
ACERCÁNDOSE A SUS MÁS GRANDES MENTORES
Consolidándose entre los mejores de su categoría, Luis Miguel es considerado y se integra al equipo representativo de la Liga Chihuahua que enfrenta a su similar de la Liga Municipal. Es ahí cuando su estilo de juego no pasa desapercibido y es detectado por el ojo experto del profesor Adalberto Rojas Fernández (q.e.p.d.), quien poco después lo toma de su mano para no soltarlo jamás, al menos por muchos años.
“Cuando cumplí 15 años ingresé a la Escuela de Educación Física y el profesor Rojas me incluye de inmediato al equipo representativo. En esos tiempos me llevó a dos nacionales estudiantiles juveniles, a Mérida donde quedamos segundo y a Guadalajara, donde también quedamos en segundo lugar”.
De esas épocas de juvenil (15-18 años) le surgen gratos recuerdos. “Cuando íbamos a los torneos nacionales “Benito Juárez”, tuve muchas experiencias bonitas, pero de las que hoy recuerdo está cuando en uno de esos nacionales nos enfrentamos a las reservas del América, que traía a Agustín y a Armando Manzo”.
ANÉCDOTAS INOLVIDABLES
ES CACHIRUL ¡POR SER MENOR DE EDAD!
“El Marciano” se gana el respeto desafiando a los grandes en una categoría que, por ser menor, aún no le corresponde.
En 1976, Adalberto Rojas necesita un “arma secreta” para enfrentar a Juárez en una eliminatoria ida y vuelta de un Estatal de Primera Fuerza, selectivo para el Nacional para mayores de 18. “El Marciano” recién cumplía los 17 y no juega el primer duelo porque aún no es pieza titular y ni siquiera está en la banca. Está en las aulas.
Chihuahua y Juárez empatan 0-0 en la ida como locales y todo debe decidirse en la frontera en el duelo de vuelta.
Antes de viajar a Juárez, Adalberto Rojas decide llevarse a “el Marciano” y consigue el permiso para sacarlo del salón en horas de clases y viajar a Juárez ese mismo día.
Como se ve “chavalito”, los de la Tribu no se inmutan cuando en el segundo tiempo “el Marciano” ingresa de cambio y es aquí cuando viene la sorpresa. Con el marcador 0-0, el portero naranja Pepe Rodríguez hace un despeje largo, “el Marciano” lo fildea, “mata” el balón con los pies como un maestro ante una defensa indígena que no se lo espera, penetra al área y vence al guardameta con el gol que les da la victoria de 1-0, ganándose ahí el respeto de Rojas y la titularidad en la media, después de haber sido “banca de la banca”.
En 1978, con 18 años de edad, va con las Naranjas a un torneo en Cuernavaca y quedan segundo tras perder con los Pumas de la UNAM, que dirige Mario Velarde. “El Marciano” no se va con las manos vacías porque termina como campeón goleador empatado con el felino Gustavo Vargas, con 6 goles cada uno.
SUS PRIMEROS ROCES CON EL FUTBOL PROFESIONAL
Un año atrás (1977), es Alberto García “el Malecho” quien se lo lleva a los entrenamientos del equipo profesional de La Laguna.
Al técnico, el uruguayo “Charro” Lara, le llena el ojo, pero el equipo no tiene presupuesto y su oferta desalienta al chihuahuense que regresa a casa para hacer la especialidad de basquetbol en la Escuela de Educación Física.
Meses después, Mario Velarde lo invita a Pumas y con la anuencia del rector Horcasitas Barrios, y el apoyo del profesor Rojas Fernández, Luis Miguel emprende otra aventura y permanece un tiempo jugando al lado de Manuel Negrete, Olaff Heredia y otros de la época, picando piedra con el equipo de reservas.
Finalmente, el sueño de subir al equipo de Bora se trunca.
Con poco dinero y mínimas esperanzas de que Mario Velarde lo sostenga más tiempo, “el Marciano” aprovecha su estancia en la capital del país y acude a la Dirección General de Educación Física, en busca de su otro sueño, el de ser maestro.
Es entonces cuando se le abre una puerta y ve la luz gracias a su título universitario. En 1978 le otorgan una plaza federal con 16 horas, por lo que decide no volver al campamento de los Pumas para dedicarse de lleno a su profesión como maestro de Educación Física.
Antes de entrar de lleno en su otra pasión deportiva, el basquetbol, “el Marciano” Rodríguez ya ha vivido muchas experiencias en el rectángulo del balompié.
En 1975, la YMCA Chihuahua celebra el primer torneo de futbol de salón de su historia por iniciativa de su director, Juan Amador Terrones. Luis Miguel juega para el Tortas Conchos y se consagra líder de goleo con 21 dianas.
En 1976 juega con el equipo Naranjas de la UACh cuando caen 1-3 ante la U. de G., primer equipo profesional que viene a Chihuahua y en el que destacaban el capitán brasileño Nené, el portero “Gato” Chávez y el “Chepe” Chávez.
Ese mismo año las Naranjas derrotan 6-0 a una selección juvenil de Alemania, en el parque Manuel L. Almanza.
Su capacidad para jugar futbol y basquetbol lo pone un día en una encrucijada. En una semana se le empalman dos torneos nacionales juveniles y “el Marciano” debe decidir. Se va al de futbol en Mérida y aunque pierden la final, la selección que va al Nacional de básquet en Torreón sí se corona bajo el mando de Ángel Ortiz y al “Marciano” le hacen llegar su diploma porque estaba registrado en la cédula y porque ya su lugar era muy respetado.
CUANDO “PASEARON” AL CAMPEÓN TIGRES DE MILOC
Quién no recuerda la paseada que le pusieron las Naranjas a los actuales campeones de ese año en la Primera División, los Tigres de la UANL con Carlos “el Tanque” Miloc, duelo en el que “el Marciano” anota uno de los 4 goles de su equipo tras una magistral jugada en los linderos del área.
Fue en un tiro de esquina, el balón le cae a los pies y en un espacio muy reducido se quita a Oswaldo Batocletti y luego a Roberto Da Silva, antes de vencer a Mateo Bravo.
Beto González, Primo Alberto González y el “Yuyo” Sergio Aguirre también hicieron historia sumando para el equipo de Rojas Fernández, que ese día hizo vibrar a más de nueve mil almas que colmaron las gradas del estadio de la Deportiva, con un discóbolo como mudo testigo que siempre les dio la espalda.
EL BASQUETBOL LO LLEVA A CONOCER A LA PRINCESA DIANA
Dejando de lado otras historias que le pudo dar el futbol, hagamos un repaso rápido de lo que fue su carrera como basquetbolista.
Sin seguir un orden en el tiempo, vayamos a la Universiada Mundial de 1983 y donde “el Marciano” tuvo la oportunidad de ir con México y de ver de cerca nada menos que a Lady Di, la encantadora princesa Diana, quien acompañada por el príncipe Carlos daban la declaratoria inaugural del evento, en Edmonton, Canadá.
Sus primeros pasos en el basquetbol profesional los da gracias a que en 1979 es incluido por Salomé Ledezma a los Dorados que jugaban Cimeba en el Nayo Revilla.
Ese mismo año participa con la UACh en un torneo en el que se enfrentan equipos estudiantiles contra federados y vencen en la final a León, entonces dirigido por Arturo “el Mano Santa” Guerrero.
“Ese triunfo fue gracias a un enceste de ‘el Chato’ Bluth en el último segundo”, recuerda Luis Miguel.
Y los triunfos se le vienen en cascada al “Marciano” Rodríguez.
En 1980 asiste a su primer Nacional de Primera Fuerza que tiene lugar en el gimnasio Juan de la Barrera de la Ciudad de México. Allí se repite la final contra León y vuelven a ganarla de la mano de Carlos Quintanar, que llevaba las riendas del equipo.
En 1981 es un año malo para el basquetbol chihuahuense, pues descienden a la Segunda División con un papel desastroso en Mexicali, BC, pero en 1982 recuperan su lugar en primera ganando un eliminatorio en Durango.
También en 1981, el entonces director de Actividades Deportivas de la UACh, Valentín Ramírez Llanes, lo llama para que se integre al equipo grande que más adelante jugaría el Nacional Estudiantil en Juárez. Ese torneo lo pierden, terminan segundo, pero “el Marciano” queda como campeón canastero.
En 1982 participa con la UACh en el duelo inaugural del gimnasio Rodrigo M. Quevedo y ese mismo año es campeón en el Cimeba con los Dorados, cuando Raúl Palma es elegido JMV y José Luis Arroyos emerge como el Novato del Año.
Un año después, 1983, conquistan el Nacional Estudiantil en Guadalajara, Jalisco, cuando “el Marciano” queda seleccionado y asiste con la playera tricolor a Edmonton, Canadá, a la Universiada Mundial inaugurada por Lady Di.
CIERRA A LO CAMPEÓN
Luis Miguel Rodríguez ya es un consagrado del basquetbol, pero aún le falta ser parte del equipo Chihuahua que conquista los cinco títulos consecutivos, de 1983 a 1987.
Tiene la suerte de ser parte del equipo que gana el primer título de esa seguidilla, en 1983 y cuando Raúl Palma anuncia su retiro como jugador.
En 1984 sufre una lesión que lo deja fuera del segundo título dorado en Monterrey, pero regresa y se corona en 1985 y 1986, en Hermosillo y Chihuahua, respectivamente.
Finalmente, “el Marciano” asiste a Tijuana en 1987 aunque ya no como jugador, sino siendo parte del cuerpo técnico que conquista la quinta corona.
Habría mucho más que escribir sobre Luis Miguel “el Marciano” Rodríguez y ya será en otro momento cuando ampliemos su historia.
El mensaje es claro para todos aquellos jóvenes que aspiran a ser grandes no sólo en el deporte, sino primeramente en el estudio.
“El Marciano” buscó la fama como deportista y la consiguió, pero sus estudios lo han mantenido de pie sobre unas piernas que a base de fuerza y juventud lo hicieron llegar tan lejos como quiso.
¡ENHORABUENA Y SIGUE ADELANTE... MARCIANO!
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