Así lucía el tren de pasajeros en Parral hace 30 años

Sólo queda la remembranza de los viajes y paseos que ya no volverán porque la modernidad así lo quiso y enterró las vías férreas para siempre

Alfonso Obregón / El Sol de Parral

  · martes 27 de agosto de 2024

Foto: Facebook @ParralensesAlrededorDelMundo

Desde su llegada al estado de Chihuahua el 5 de mayo de 1882 y años después a nuestra ciudad el 29 de septiembre de 1898, este importante e innovador medio de transporte de inmediato se consolidó como la vía más eficaz para el traslado de mercancías y pasajeros.

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Las diferentes estaciones del tren que se crearon tanto en la región de Parral como en el norte de Durango, dieron a esta parte del estado de Chihuahua un gran dinamismo. El impulso a la economía se manifestó con un menor costo de transportación e interconexión con las regiones. El mercado local se amplió y la movilidad urbana se acrecentó.

La transformación de Parral gracias al tren

De acuerdo a datos históricos, en 1899 se inauguró la estación de Parral, que aún se conserva -pero ahora rodeada de un pintoresco parque con juegos infantiles, áreas para descansar y para hacer deporte-. En aquella ocasión hubo música y baile, Wenceslao Fuentes era el jefe político de aquel entonces.

El 29 de septiembre de 1898 para la ciudad de Parral fue un día de fiesta al salir el primer convoy rumbo a Rosario, Durango y a Jiménez, operado por la compañía del Ferrocarril Central Mexicano.

Foto: Facebook @ParralensesAlrededorDelMundo

El ramal que partía de Jiménez dio un gran impulso a la minería y al comercio de Parral, fue el centro distribuidor para todas las mercancías que se consumían en esta región del norte del país.

El ferrocarril de Parral y Durango dio paso a la comunicación entre los pasajeros y recibía las cargas que salían incluso de Minas Nuevas. El progreso de Parral, que había quedado estancado por algunos años, se aceleró con la llegada del tren.

Así, el desarrollo ferroviario se consolidó con éxito como un mecanismo de transporte de pasajeros y mercancía ante la ausencia de infraestructura carretera y vehículos. Posteriormente empezó a cobrar relevancia como medio de transporte de carga y pieza clave en el desarrollo minero de la región de Parral.

De la bonanza a la decadencia en los años 90

Sin embargo, la histórica estación del tren, que vio pasar al ejército estadounidense en su expedición punitiva buscando a Villa, llegaba a su fin en el año 1993, cuando sucumbió al tiempo y al olvido. Sus instalaciones se deterioraron y fueron tomadas como refugio de malvivientes.

Hace cerca de 30 años partió el último tren para no regresar jamás. Ya no habría más viajes a Rosario ni a Jiménez; a Estación Adela ni a Santa Bárbara y al El Oro. La estación de Parral había sido edificada sobre la línea de Rosario, Durango y Jiménez, por medio de la concesión número 162 por parte de la Compañía Limitada del Ferrocarril Central Mexicano.

La comunicación ferroviaria que tuvo particularmente la región de Parral con Jiménez y el norte de Durango, vino a dar una plusvalía debido al intercambio comercial y económico, incluyendo las comunidades como Estación Adela, Morita, entre otras, donde convergían desde el vendedor de alimentos hasta el transporte en grandes volúmenes de diversas mercancías.

Los habitantes de aquella época fueron testigos del auge y la decadencia de este gran medio de transporte que durante sus últimos 30 años los poblados por donde cruzaba cedieron su bonanza cuando los carros del tren dejaron de circular y con los años vieron desaparecer también las vías, que en el mejor de los casos, pudieron ser parte importante de algún museo.

Foto: Facebook @ParralensesAlrededorDelMundo


Las principales rutas de esa época

Con la llegada del tren a estas regiones la comunicación no representaba ningún problema para los habitantes que viajaban de manera cómoda a las diferentes comunidades. Representaba toda una experiencia divertida con entretenimiento.

Entre sus rutas principales, como ya comentamos-, estaban las del ramal original que venía de Estación Rosario, Durango, Parral y Jiménez. Dejaron gran huella porque aportaron a los grandes cambios con la modernidad que dejaba el intercambio comercial y económico.

La comunicación férrea entre Parral y Durango inició sus actividades en 1900, conectaba con el poblado de Ojito en un recorrido de 98 kilómetros, haciendo cinco viajes con igual número de locomotoras, 90 góndolas y cinco carros de carga, diez vagones de pasajeros y cinco cabuses.

Era toda una experiencia viajar en tren, de acuerdo a testimonios de parralenses que narran con nostalgia cómo se transportaban, ya fuera por placer o por cuestiones de trabajo Durante los viajes conocieron paisajes naturales con olor a pino que ya no existirán más.

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Pasar por Estación Adela y disfrutar los alimentos, conocer Estación Morita o Dorado, entre el ruido de las máquinas y el olor a “gorditas” de maíz, de asaderos o disfrutar una nieve. Son anécdotas y recuerdos de parralenses que rememoran aventuras que ya no volverán porque así lo quiso la modernidad que enterró para siempre las vías férreas, las cuales cruzaban y partían en dos a nuestro “mineral”.

Nota publicada originalmente en: El Sol de Parral