/ martes 11 de julio de 2023

División del Norte: el ejército que nació en Chihuahua y era comandado por Pancho Villa

Un 29 de septiembre de 1913, Francisco Villa fue designado general de “La División del Norte”, una formación militar constituida en su mayoría por hombres del campo

Un 29 de septiembre de 1913 en Jiménez, Chihuahua, Francisco Villa fue designado como general y líder único de “La División del Norte”, una formación militar constituida por hombres rurales en su mayoría y exmiembros de las fuerzas federales cuyo objetivo era mantener los ideales constitucionalistas del difunto presidente Francisco I. Madero, frente al General Victoriano Huerta, tal y como declara Olga Varela, organizadora de la Cabalgata de Ciudad Jiménez.

El movimiento de la División del Norte cobró relevancia tras ser traicionados los ideales de la Revolución Mexicana, luego que Victoriano Huerta perpetrara un golpe de estado en contra de Madero y Pino Suárez tras ser sitiados en Ciudad de México. A este suceso se le designaría como “La decena trágica” en la que participaron otras figuras como el sobrino de Porfirio Díaz, Félix Díaz, el general Manuel Mondragón (padre de la artista Nahui Ollin) y el general Gregorio Ruíz Solares. Asì lo señala el historiador Alejandro Rosas, catedrático de la UNAM, en su libro “Mitos de la historia mexicana”, donde describe el papel de los villistas en el nacimiento del Estado Mexicano Contemporáneo.

Foto: Cortesía Inah

Un caudillo con claroscuros

Si ya antes “El Centauro del Norte” gozaba de gran notoriedad junto con sus hombres por sus hazañas en el campo de batalla, fue mediante la formación de escuadras militarizadas con enfoque estratégico que pasarían a la posterioridad. La División del Norte consiguió durante sus primeros años enfrentar a Victoriano Huerta, retar a Carranza y tomar las ciudades de Torreón y Zacatecas como parte de su ruta a la Ciudad de México, generando toda clase de tabloides dentro y fuera del país.

Su presencia era recibida entre el miedo y la admiración por los distintos pobladores de la nación, como narra el periodista estadounidense William Bayard Hale en sus múltiples reportes para el gobierno de Washington, donde relató el pillaje a ricos hacendados y la protección a los huérfanos de la revolución demostrando la dualidad de las tropas villistas.

No obstante, el gobierno de Woodrow Wilson, presidente de EU, pese a no ser simpatizante del caudillaje, destacaba el lado sensible de Villa y sus hombres al ser fieles a la causa revolucionaria, razón por la cual buscaba abastecimiento de armas con el país del Norte. En contrapartida, la reputación de Villa y sus brigadas sembraron la enemistad de muchos otros héroes de la revolución mexicana por la creciente popularidad entre la gente, quienes reconocían a Villa como un revolucionario preocupado por las causas populares, como evidencian las columnas del diario El Imparcial o La Vanguardia, medios de comunicación de la época que tampoco ocultaban la inconformidad que sentían otros líderes norteños como Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y el mismo Venustiano Carranza -quien nunca confió en líder chihuahuense ni en su homólogo del sur, Emiliano Zapata, como redactó el historiador austriaco Friederich Katz en su obra “Pancho Villa”. Ahí el investigador ahondó en la formación de las fuerzas villistas y cómo se forjó la identidad y representación del imaginario del norte del país:

La División del Norte aparece como un núcleo de solidaridad entre los diferentes grupos del Noreste del país, donde se preservaban valores enraizados en la economía del desierto más que buscar protagonismo alguno. Villa junto con Felipe Ángeles, tenían muy claro cómo defender sus tierras y frenar la brecha de pobreza y olvido existente en dicha región, tal y como sucedía con los ejércitos Zapatistas de la Liberación del Sur, liderados por Emiliano Zapata y Amador Acevedo. Ambos ejércitos tenían una agenda política muy puntual: Reparto agrario y escolarización, tal y como se pudo ver en la reunión de la Convención de Aguascalientes.

En la lucha por tierra y libertad

Y aunque el sueño de ambas huestes revolucionarias fue breve debido a los múltiples ataques entre los diferentes grupos políticos existentes, desde el periodo de inicio hasta la consumación de la revolución mexicana, tanto villistas como zapatistas fueron capaces de expresar dos temas de urgencia nacional: la devolución de tierras y propiedades usurpadas por latifundistas locales y extranjeros, asì como el acceso a educación igualitaria para todos los niños mexicanos sin importar su condición social como lo redacta la historiadora y exdirectora de Casa Chihuahua, María Isabel Sen Venero, en su libro “Historia de Chihuahua.

Foto: Archivo Histórico Casa Chihuahua

Villa tenía en concreto dos objetivos: la escolarización masiva de niños y jóvenes y el establecimiento de colonias militares. Él consideraba que seguridad y educación, eran los caminos para alcanzar el porvenir de la sociedad(...) En su proyecto de nación Villa veía en la milicia un aliado del campesinado, en donde estos debían servir a la patria desde la defensa agraria.

En ese sentido, Villa edificó 50 escuelas públicas en la capital del estado mientras fue gobernador interino, prohibió los latifundios, expulsó a los extranjeros, emitió su propio papel moneda y marchó rumbo a la capital evidenciando su poder de convocatoria y dominio militar. Razones que inquietaban cada vez más a sus adversarios políticos como Carranza y Obregón, a los cuales apodaba irónicamente “Barbas de Chivo” y “El perfumadito” respectivamente, como relata el escritor e historiador Paco Ignacio Taibo II en su libro "Pancho Villa. Una biografía narrativa". A su vez, Taibo redacta los siguiente:

“Villa tenía un carácter veleidoso, sospechaba de todos hasta de sus más devotos seguidores, de no haber sido así quizá su historia habría sido diferente, alcanzando la tan deseada silla presidencial.”

Foto: INAh


La ruptura con Carranza y la alianza con De la Huerta

Si bien la relación entre Villa y Carranza nunca pudo enderezarse tras el asesinato del primero, propició una vida más tranquila para el Centauro del Norte. De manera que poco a poco la lucha de la División del Norte se fue extinguiendo.

Tanto él como sus hombres encontraron en la tregua política una forma de vida más llevadera para dedicarse a las obras públicas, en las que crearon asilos para ancianos, colonias militares, orfanatos y escuelas en distintos puntos del estado, pero principalmente en Parral. Su lugar de residencia en el retiro fue La Hacienda de Canutillo, “un regalo” en son de amnistía de parte del presidente interino Adolfo de la Huerta como advierte Sandra Meneses, historiadora y docente de la UACJ.

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“De la Huerta al igual que el resto de la élite política del país necesitaban apaciguar a los líderes revolucionarios y la única forma de hacerlo, fue convenciendo a estos con atractivas ofertas. Villa depuso armas para vivir como señor feudal en un rancho con casi ochocientas personas, -todos ellos antiguos compañeros de armas-. Allí trató de formar una de sus soñadas colonias militares y llevar a la práctica sus ambiciones personales.” finaliza la académica.

Los últimos días de Villa estuvieron rodeados por numerosos atentados de los cuales salió casi siempre ileso. No obstante, el 20 de julio de 1923, Villa perdió la vida al entrar en su coche a la ciudad de Parral acompañado de seis escoltas, el revolucionario fue tiroteado desde una casa en ruinas por un grupo de hombres al mando de Jesús Salas, dejando un legado inmenso a su partida con 45 años de vida.

Un 29 de septiembre de 1913 en Jiménez, Chihuahua, Francisco Villa fue designado como general y líder único de “La División del Norte”, una formación militar constituida por hombres rurales en su mayoría y exmiembros de las fuerzas federales cuyo objetivo era mantener los ideales constitucionalistas del difunto presidente Francisco I. Madero, frente al General Victoriano Huerta, tal y como declara Olga Varela, organizadora de la Cabalgata de Ciudad Jiménez.

El movimiento de la División del Norte cobró relevancia tras ser traicionados los ideales de la Revolución Mexicana, luego que Victoriano Huerta perpetrara un golpe de estado en contra de Madero y Pino Suárez tras ser sitiados en Ciudad de México. A este suceso se le designaría como “La decena trágica” en la que participaron otras figuras como el sobrino de Porfirio Díaz, Félix Díaz, el general Manuel Mondragón (padre de la artista Nahui Ollin) y el general Gregorio Ruíz Solares. Asì lo señala el historiador Alejandro Rosas, catedrático de la UNAM, en su libro “Mitos de la historia mexicana”, donde describe el papel de los villistas en el nacimiento del Estado Mexicano Contemporáneo.

Foto: Cortesía Inah

Un caudillo con claroscuros

Si ya antes “El Centauro del Norte” gozaba de gran notoriedad junto con sus hombres por sus hazañas en el campo de batalla, fue mediante la formación de escuadras militarizadas con enfoque estratégico que pasarían a la posterioridad. La División del Norte consiguió durante sus primeros años enfrentar a Victoriano Huerta, retar a Carranza y tomar las ciudades de Torreón y Zacatecas como parte de su ruta a la Ciudad de México, generando toda clase de tabloides dentro y fuera del país.

Su presencia era recibida entre el miedo y la admiración por los distintos pobladores de la nación, como narra el periodista estadounidense William Bayard Hale en sus múltiples reportes para el gobierno de Washington, donde relató el pillaje a ricos hacendados y la protección a los huérfanos de la revolución demostrando la dualidad de las tropas villistas.

No obstante, el gobierno de Woodrow Wilson, presidente de EU, pese a no ser simpatizante del caudillaje, destacaba el lado sensible de Villa y sus hombres al ser fieles a la causa revolucionaria, razón por la cual buscaba abastecimiento de armas con el país del Norte. En contrapartida, la reputación de Villa y sus brigadas sembraron la enemistad de muchos otros héroes de la revolución mexicana por la creciente popularidad entre la gente, quienes reconocían a Villa como un revolucionario preocupado por las causas populares, como evidencian las columnas del diario El Imparcial o La Vanguardia, medios de comunicación de la época que tampoco ocultaban la inconformidad que sentían otros líderes norteños como Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y el mismo Venustiano Carranza -quien nunca confió en líder chihuahuense ni en su homólogo del sur, Emiliano Zapata, como redactó el historiador austriaco Friederich Katz en su obra “Pancho Villa”. Ahí el investigador ahondó en la formación de las fuerzas villistas y cómo se forjó la identidad y representación del imaginario del norte del país:

La División del Norte aparece como un núcleo de solidaridad entre los diferentes grupos del Noreste del país, donde se preservaban valores enraizados en la economía del desierto más que buscar protagonismo alguno. Villa junto con Felipe Ángeles, tenían muy claro cómo defender sus tierras y frenar la brecha de pobreza y olvido existente en dicha región, tal y como sucedía con los ejércitos Zapatistas de la Liberación del Sur, liderados por Emiliano Zapata y Amador Acevedo. Ambos ejércitos tenían una agenda política muy puntual: Reparto agrario y escolarización, tal y como se pudo ver en la reunión de la Convención de Aguascalientes.

En la lucha por tierra y libertad

Y aunque el sueño de ambas huestes revolucionarias fue breve debido a los múltiples ataques entre los diferentes grupos políticos existentes, desde el periodo de inicio hasta la consumación de la revolución mexicana, tanto villistas como zapatistas fueron capaces de expresar dos temas de urgencia nacional: la devolución de tierras y propiedades usurpadas por latifundistas locales y extranjeros, asì como el acceso a educación igualitaria para todos los niños mexicanos sin importar su condición social como lo redacta la historiadora y exdirectora de Casa Chihuahua, María Isabel Sen Venero, en su libro “Historia de Chihuahua.

Foto: Archivo Histórico Casa Chihuahua

Villa tenía en concreto dos objetivos: la escolarización masiva de niños y jóvenes y el establecimiento de colonias militares. Él consideraba que seguridad y educación, eran los caminos para alcanzar el porvenir de la sociedad(...) En su proyecto de nación Villa veía en la milicia un aliado del campesinado, en donde estos debían servir a la patria desde la defensa agraria.

En ese sentido, Villa edificó 50 escuelas públicas en la capital del estado mientras fue gobernador interino, prohibió los latifundios, expulsó a los extranjeros, emitió su propio papel moneda y marchó rumbo a la capital evidenciando su poder de convocatoria y dominio militar. Razones que inquietaban cada vez más a sus adversarios políticos como Carranza y Obregón, a los cuales apodaba irónicamente “Barbas de Chivo” y “El perfumadito” respectivamente, como relata el escritor e historiador Paco Ignacio Taibo II en su libro "Pancho Villa. Una biografía narrativa". A su vez, Taibo redacta los siguiente:

“Villa tenía un carácter veleidoso, sospechaba de todos hasta de sus más devotos seguidores, de no haber sido así quizá su historia habría sido diferente, alcanzando la tan deseada silla presidencial.”

Foto: INAh


La ruptura con Carranza y la alianza con De la Huerta

Si bien la relación entre Villa y Carranza nunca pudo enderezarse tras el asesinato del primero, propició una vida más tranquila para el Centauro del Norte. De manera que poco a poco la lucha de la División del Norte se fue extinguiendo.

Tanto él como sus hombres encontraron en la tregua política una forma de vida más llevadera para dedicarse a las obras públicas, en las que crearon asilos para ancianos, colonias militares, orfanatos y escuelas en distintos puntos del estado, pero principalmente en Parral. Su lugar de residencia en el retiro fue La Hacienda de Canutillo, “un regalo” en son de amnistía de parte del presidente interino Adolfo de la Huerta como advierte Sandra Meneses, historiadora y docente de la UACJ.

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“De la Huerta al igual que el resto de la élite política del país necesitaban apaciguar a los líderes revolucionarios y la única forma de hacerlo, fue convenciendo a estos con atractivas ofertas. Villa depuso armas para vivir como señor feudal en un rancho con casi ochocientas personas, -todos ellos antiguos compañeros de armas-. Allí trató de formar una de sus soñadas colonias militares y llevar a la práctica sus ambiciones personales.” finaliza la académica.

Los últimos días de Villa estuvieron rodeados por numerosos atentados de los cuales salió casi siempre ileso. No obstante, el 20 de julio de 1923, Villa perdió la vida al entrar en su coche a la ciudad de Parral acompañado de seis escoltas, el revolucionario fue tiroteado desde una casa en ruinas por un grupo de hombres al mando de Jesús Salas, dejando un legado inmenso a su partida con 45 años de vida.

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