Este año se cumplen 67 años desde que Laika, una perrita rusa, fue lanzada al espacio, siendo el primer ser vivo que conoció las afueras de nuestro planeta por primera vez. Viajó sobre el satélite ruso Sputnik 2 justo el 3 de noviembre de 1957; sin embargo, pese a la emoción que representaba para los rusos observar los resultados del experimento, lejos de ser una historia de éxito y felicidad, fue una tragedia, pues Laika no regresó.
Laika, cuyo nombre en ruso significa "que ladra" o "ladradora", se trató de una perrita callejera que se escogió entre varios perros más debido a su temperamento tranquilo y por adaptarse con facilidad a espacios reducidos. Su muerte estaba firmada desde un inicio, pues a pesar de los avances tecnológicos, en esa época no contaban con las herramientas ni conocimientos adecuados para mantenerla con vida ni traerla de regreso, por lo que los ingenieros soviéticos eran conscientes de que Laika no lograría sobrevivir.
Sacrificio en nombre de la ciencia
La misión de Laika consistía en poder recopilar datos suficientes respecto los efectos de un vuelo espacial en un organismo vivo, esto con el objetivo de tener un acercamiento sobre cómo podía afectar a un ser humano y las condiciones a las que se podrían enfrentar, para de esta manera estar preparados para un viaje seguro.
En particular, los científicos esperaban saber cómo reaccionaría un ser vivo a la ingravidez, radiación y estrés. Y aunque inicialmente se divulgó que el fallecimiento de la perra fue de manera pacíficamente, en la actualidad se sabe que murió seis horas después de iniciado el vuelo, esto debido a problemas respiratorios y un paro cardíaco por el sobrecalentamiento de la cabina.
De esta manera, los datos obtenidos gracias a Laika fueron primordiales para los viajes espaciales tripulados que se hicieron posteriormente por soviéticos y estadounidenses.
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Por supuesto, la muerte de la tripulante de cuatro patas conmocionó al mundo entero; algunos criticaron a la Unión Soviética por considerar irresponsable e insensible el envío de un animal a la muerte, pero para los soviéticos se convirtió en una heroína nacional, cuyo esfuerzo o sacrificio fue visto como un mal necesario para abrir paso a los avances del conocimiento espacial.
El legado de Laika
El vuelo de la viajera perruna significó un parteaguas para la exploración espacial, pues debido a ello se comprobó que era posible enviar a un ser vivo al espacio y marcó las dificultades a estudiar para definir cómo sobrevivir ante las extremas condiciones del viaje, siendo así un recordatorio de que la ciencia conlleva riesgos a enfrentar que algunos no tienen manera de decidir si enfrentar o no, sin embargo, para muchos, sin estos riesgos el ser humano no tendría el conocimiento ni comodidades que tienen en el presente.
Para muchos otros significó la necesidad de proteger a los animales, a aquellos que no tienen la posibilidad de dimensionar los riesgos a los que son expuestos y por ende, no tienen la posibilidad de negarse a participar en nombre de la ciencia, como algunos lo llaman
Laika no ha sido la única perrita u animal enviado al espacio, así como ella se había intentado desde 1948 enviar a otros perros que murieron por accidentes en el despegue, pero entre esa fecha y 1961 se trató de mandar a 48 perros, 15 monos por Estados Unidos y 2 conejos.
Y si bien, sus muertes trajeron consigo datos que alentaron la aceleración de la carrera espacial, desarrollo de la bioastronomía o fueron vistos como símbolos de la exploración espacial, su impacto no fue solo en pos de la ciencia, sino de la humanidad y respeto hacia los animales. ¿Conocías esta historia?
Nota publicada originalmente en: El Heraldo de Juárez