Los Colorados, un grupo que se conformó por los opositores de Francisco Villa, todos ellos eran hombres de campo, pero considerados traidores y llegaron a enfrentarse a las fuerzas del general Villa, encabezados por Pascual Orozco. Este grupo se identificaba por portar una banda roja en el sombrero, en el brazo o un paliacate en el cuello para que supieran que pertenecían a la agrupación, comentó el historiador Javier Luevano.
Eran más de mil cien los Colorados, quienes llegaron a combatir por su lado, junto con jefes del sur de Chihuahua; se hace énfasis en que los miembros de este grupo que se encontraba en Juárez, se rehusaba a colocarse el emblema de los Maderistas, la banda tricolor en el sombrero, por lo que se dio un conflicto con Prisiliano Silva y sus seguidores.
Se fueron generando muchos grupos denominados opositores -por no querer ser parte incluso de los Maderistas-, estos libraron sus pequeñas batallas, pero la mayoría en contra de Villa, por las acciones tan sanguinarias que este tenía y los rivales mantenían la instrucción militar que no permitían excesos en contra de los prisioneros, recordó el historiador.
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La sangrienta batalla en Camargo
A los Colorados les costó caro en julio de 1913, cuando el gobierno de Huerta lanzó una contraofensiva encabezada por Pascual Orozco, Marcelo Caraveo y mil 192 colorados, quienes salieron de Torreón rumbo a Chihuahua, derrotando a su paso a Rosalío Hernández y Maclovio Herrera en Ciudad Camargo.
En Mapula mataron a 170 revolucionarios en un breve enfrentamiento y finalmente el 22 de julio entraron triunfantes en Chihuahua. Ante el avance de los colorados, Villa organizó sus fuerzas y preparó la ofensiva. Su esposa, Luz Corral, le envió una carta donde le notificó la muerte de su pequeña hija y que San Andrés había sido tomado por un grupo de colorados al mando de Luis Terrazas y también se quejaba de que había sufrido maltratos por los Colorados.
Cabe destacar que Villa encabezó una marcha de 24 horas para plantarse frente al poblado, defendido por poco más de un millar de infantes con dos cañones y cuatro ametralladoras y tras 18 horas de combate, las fuerzas villistas tomaron San Andrés, fusilaron a 237 colorados, pero a los soldados de artillería se les perdonó la vida para incorporarlos a las fuerzas revolucionarias.
Documentales mencionan que Francisco Villa repartió comida a la población y encabezó los funerales de sus hombres muertos en la batalla.
Entre este periodo de enfrentamientos, el también nombrado caudillo del norte, se mandó hacer con sastres los uniformes de general, fuera de lo que era el ejército, por eso es que no se le reconocía con el rango que ostentaba y a la par mantenía los enfrentamientos con sus opositores, resaltó el historiador.
Villa le escribió a Madero 18 veces para pedir justicia y le señaló que los soldados federales vendían municiones a los colorados orozquistas, que Huerta estaba borracho la mayor parte del tiempo y que no quería combatir a Orozco y como de respuesta el presidente Madero le prometió justicia.
Villa se hizo amigo de los zapatistas y acrecentó sus “luces” con Gildardo Magaña, quien también lo aleccionó en historia de México y le prestó libros, Villa le respondió: “El peor enemigo que uno tiene es la ignorancia”.
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El levantamiento en armas de Pascual Orozco
El 3 de marzo de 1912 se levantó en armas Pascual Orozco; la revuelta orozquista en Chihuahua ganó adeptos rápidamente; ante los hechos maderistas leales se unieron a la partida de Pancho Villa. Por su parte, Madero había enviado al general González Salas a combatir a los orozquistas, quienes lo derrotaron en Rellano.
En Parral, Villa reunió e impuso préstamos a los ricos del lugar, requisó caballada y municiones y expropió recursos del Banco Minero; allí derrotó a las fuerzas de Emilio P. Campa y días después tuvo que salir con sus hombres por el ataque de una fuerza orozquista de cinco mil colorados y un hecho que se volvió común, por desgracia, fue el fusilamiento de prisioneros al finalizar las batallas.
Al conocer los hechos de armas de Villa, el presidente Madero le escribió en estos términos: “He sabido que te has portado como los hombres y como los leales, dándole un ejemplo al traidor de Orozco. Te felicito calurosamente… Espero te pongas a las órdenes del general en jefe que lo será el general Victoriano Huerta”.
La principal virtud de Villa era la rapidez de sus movimientos. Su partida avanzaba de 30 a 60 kilómetros diarios por veredas secretas. La sorpresa se convirtió en una estrategia ante las lentas columnas del Ejército federal.
En tiempos de la revolución los habitantes de Chihuahua recibían panfletos donde abordaba temas de igualdad, libertad, ideas liberalistas y esto se unía al sentimiento de responsabilidad de Los Colorados que eran campesinos, quienes en pleno enfrentamiento decidían retirarse a levantar sus cosechas, concretar su compraventa, para luego regresar y seguir combatiendo, narró Luevanos.
Nota publicada en: El Heraldo de Juárez