En lo profundo del municipio de Julimes, Chihuahua, se encuentra uno de los tesoros naturales más imponentes y singulares del estado, un árbol que, más allá de su imponente estatura y su intenso color verde, lleva consigo el peso de más de un siglo de historia.
Este "Pino Alemán", como lo conocen los lugareños, es un majestuoso testigo viviente del paso del tiempo y de las transformaciones de la Hacienda Humboldt, un sitio con mucho valor histórico. Con más de 40 metros de altura, este árbol destaca entre los paisajes del norte de México como un faro verde en medio del desierto.
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Según relatan los habitantes, el "Pino Alemán" fue plantado por los colonos europeos que llegaron a la región a principios del siglo XX, buscando establecerse en tierras que, en ese entonces, prometían ser un paraíso agrícola.
Este pino, con una edad aproximada de 100 años y cuya especie exacta sigue siendo un misterio, no sólo destaca por su tamaño y longevidad, sino por la extraña particularidad de no reproducirse en la región.
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A lo largo de los años, científicos y botánicos de distintas partes del mundo han intentado replicar las condiciones que permitieron su crecimiento, pero ninguno de los esfuerzos ha rendido frutos.
El ciclo anual de este árbol es un espectáculo digno de admirar. En primavera, su follaje verde brillante cobra una vitalidad que contrasta con el paisaje semidesértico que lo rodea. Durante el otoño, sus hojas adoptan tonos rojizos y dorados, un fenómeno que asombra a quienes lo visitan.
El pino alemán es uno de los pocos vestigios visibles de lo que alguna vez fue la Hacienda Humboldt, un asentamiento agrícola fundado a principios del siglo XX por colonos europeos, principalmente de origen alemán y bóer.
La Hacienda Humboldt: Un legado borrado por la Revolución
Este lugar fue concebido como un modelo de desarrollo agrícola bajo la protección y facilidades otorgadas por el gobierno de Porfirio Díaz, quien buscaba poblar y modernizar el norte del país.
La hacienda prosperó en sus primeros años, con una industria pionera en la producción de frutas en almíbar, embutidos y otros productos alimenticios que fueron exportados a varias ciudades de México e incluso a países extranjeros.
Las huertas de la Hacienda Humboldt producían duraznos, legumbres y otros productos que se empacaban en latas, las cuales llevaban el distintivo sello de calidad que se conservó hasta nuestros días en etiquetas que aún se exhiben en el museo de la presidencia municipal de Julimes. Los productos eran exportados a ciudades como Monterrey, Chihuahua, y Juárez, así como al extranjero.
Sin embargo, la Revolución Mexicana trajo consigo tiempos difíciles que acabaron con la prosperidad de la hacienda. En 1913, las instalaciones fueron atacadas y quemadas por fuerzas revolucionarias, lo que forzó a los colonos alemanes a abandonar la región.
Lo que antes fue una próspera comunidad agrícola, terminó en el abandono y con el tiempo, las tierras fueron transformadas en ejido. Hoy en día, de la antigua Hacienda Humboldt sólo quedan algunos vestigios: los restos de un acueducto, una iglesia y, por supuesto, el imponente "Pino Alemán", el último testigo vivo de esa época de esplendor.
¿Cómo llegar?
Este increíble lugar se encuentra a poco más de una hora de la capital del estado, para llegar desde aquí debes salir por el sureste de Chihuahua a la carretera a Delicias.
En el poblado de Lázaro Cárdenas te desvías más hacia el este para llegar hasta la comunidad llamada Colonia San José, ya dentro de Julimes, a pocos kilómetros pasarás por la cabecera municipal.
Luego te desvías un poco hacia el sur y en unos 10 minutos llegarás a La Hacienda De Humboldt.
Si vienes desde Parral, debes irte hacia el este de este municipio y conducir rumbo a Jiménez, luego pasaras hacia el norte por Camargo y atraviesas Delicias y Meoqui, al llegar a Julimes la ruta es casi igual. Te tomaría más de tres horas llegar aquí.
Si vienes de Juárez debes salir al sur, y recorrer el camino hasta la capital del estado, desde donde la ruta es igual a la anteriormente mencionada.
Aquí un mapa:
