Todas las señales de alerta por sospecha de autismo requieren una valoración específica, que se puede dividir en tres ejes o áreas: alteración o atraso en su funcionamiento para su interacción social, atraso para establecer comunicación y patrones de comportamiento, de acuerdo con información de la doctora Yahvé Rivera.
Indicó que estas señales se presentan entre el año seis meses y los dos años seis meses, y ejemplificó que los patrones de comportamiento o conducta en personas con autismo, se identifican debido a que los niños muestran algún interés específico o restringido en ciertas actividades.
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Añadió que la dificultad o atraso que presentan para interactuar socialmente, es uno de los aspectos que les provocan más exaltación, pues incluso en terapia es necesario brindarles un espacio en el que ellos puedan realizar actividades restringidas, lo cual se refiere a que los niños se inclinan por cierto tipo de juegos. Algunos padres de familia señalan que por ejemplo, sus hijos tienen preferencia por juegos relacionados con barcos, de tal forma que es la única actividad que les interesa realizar.
La doctora señaló que está muy normalizado el caminar de puntitas o el aleteo, incluso las actividades específicas e intereses restringidos, por eso es que se debe hacer un una evaluación en cada una de las áreas.
Respecto a los instrumentos de diagnósticos de la psicología clínica neuropsicología, habló sobre las tres primeras fases de la atención para el diagnóstico: en primer lugar, la entrevista con la familia y con el niño para realizar un proceso de valoración con una historia clínica, ya que esto puede dar antecedentes del embarazo, antecedentes familiares; si hay casos de algún tipo de retraso del desarrollo en otro miembro de la familia o personas familiares con discapacidad cognitiva, etcétera.
Consideró que es muy importante ubicar la rutina del niño, para lo cual es necesario conocer a detalle cuáles son las actividades que realiza el niño en un día, desde que se despierta, hasta en la noche cuando duerme. Las variables son muy amplias, pues no van a ser igual en el caso de un niño que tiene cierta hora para levantarse, que lo ayudan a vestirse, lo llevan a la escuela, regresa y realiza otra actividad en casa, ya sea tarea o alguna otra, con horarios de comida; y dormir a un niño que permanece en casa o que de la casa solo lo llevan a un centro o a que lo cuide alguna otra persona del cual no se pueden tener datos de las actividades en específico.
También es importante conocer la dinámica familiar para identificar el estilo de crianza, el vínculo que tiene con cada miembro de la familia, así como conocer los procesos de inclusión, como por ejemplo si va a la escuela o no y por qué sí o por qué no, así como a qué tipo de escuela acude.
En la valoración o signos de niños y adolescentes, una de las principales barreras tiene que ver con aspectos familiares, es decir, el miedo que tiene la familia de llevar a sus hijos a la escuela y que reciban un maltrato o discriminación, o bien, el miedo a la separación.
En caso de que estén incluidos, se analiza cuál es el proceso de educación y el vínculo con iguales, pues hay muchos niños que van a la escuela pero "no están ahí, pues se apartan o sólo los mantienen en estos espacios aunque en realidad, no lleven clases".
Con éste y otros aspectos, finalizó, es como se pueden identificar los índices de discapacidad cognitiva moderada; inteligencia normal baja; discapacidad cognitiva leve; inteligencia límite; inteligencia normal media; inteligencia normal alta, e inteligencia normal superior.