Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una complicación frecuente durante el embarazo. Esto se debe a varios factores anatómicos y fisiológicos que predisponen a las mujeres embarazadas a esta condición.
Primero, los cambios hormonales juegan un papel crucial. Durante el embarazo, los niveles elevados de progesterona relajan el tono muscular del tracto urinario, lo que puede provocar una dilatación de los uréteres y de la vejiga. Este efecto ralentiza el flujo de orina, facilitando la colonización bacteriana y aumentando el riesgo de infecciones.
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Segundo, el agrandamiento del útero a medida que progresa el embarazo puede comprimir los uréteres. Esta compresión puede causar una obstrucción parcial del flujo de orina, lo que contribuye a la estasis urinaria y favorece el crecimiento bacteriano. La presión del útero también puede dificultar el vaciamiento completo de la vejiga, lo que es otro factor de riesgo para las ITU.
Asimismo, la glucosuria, una condición en la cual se excreta glucosa en la orina, es más común durante el embarazo. La glucosa en la orina puede servir como un sustrato adicional para las bacterias, promoviendo su crecimiento y multiplicación, lo que incrementa la susceptibilidad a las infecciones.
El sistema inmunológico de la mujer embarazada está naturalmente modificado para permitir la tolerancia del feto. Esta inmunosupresión relativa puede reducir la capacidad del cuerpo para combatir infecciones, haciendo que las mujeres embarazadas sean más vulnerables a las ITU.
Cambios en el pH
Además, los cambios en el pH vaginal durante el embarazo también pueden influir. Un ambiente más alcalino puede favorecer el crecimiento de ciertos patógenos que pueden ascender al tracto urinario, incrementando el riesgo de infecciones.
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Las mujeres embarazadas pueden tener más dificultades para mantener una buena higiene debido a las limitaciones físicas y el cansancio, lo que podría aumentar el riesgo de infecciones urinarias.
La frecuencia urinaria aumentada durante el embarazo puede llevar a una retención de orina residual si no se vacía completamente la vejiga en cada micción. Esta orina residual proporciona un ambiente propicio para el crecimiento bacteriano.
La cercanía anatómica entre la uretra y el recto en las mujeres facilita la contaminación fecal de la uretra. Esto es particularmente relevante durante el embarazo cuando los cambios en la flora intestinal y el estreñimiento son comunes, lo que puede aumentar la colonización bacteriana.
Es fundamental que las mujeres embarazadas reciban una atención prenatal adecuada que incluya el monitoreo de infecciones urinarias. Un diagnóstico y tratamiento temprano son esenciales para prevenir complicaciones tanto para la madre como para el feto, tales como el parto prematuro o bajo peso al nacer. La prevención y el manejo efectivo de las ITU durante la gestación son cruciales para asegurar un embarazo saludable.
Publicada originalmente en El Sol de Parral